martes, enero 09, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Mensaje cifrado

martes 9 de enero de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Mensaje cifrado
Solicita el presidente de la Xunta que populares y nacionalistas abandonen la tentación de referenciar la base partidaria. ¿O sea? Sería necesario que algún traductor jurado descifrara esta enigmática frase. Como no hay ninguno a mano, habrá que arriesgarse a descodificar el mensaje emiliano, recurriendo al mismo instrumento que los colegas de deportes utilizan para desentrañar las arcanas declaraciones de algunos místeres extranjeros: la intuición.
En consecuencia, todo lo que viene a continuación está a expensas de que la traducción sea la correcta. De no ser así, habría que modificar el análisis. En cualquier caso, y para evitar este problema en el futuro, no estaría de más que el departamento correspondiente facilitara una versión vulgar de estas sentencias en clave.
Está claro que se habla de una tentación, y las tentaciones suelen ser malas. La base partidaria parece aludir al partidismo, con lo cual estaríamos ante un aviso para que los señores Feijóo y Quintana no se dejen llevar (referenciar) por los suyos, que resistan y tengan altura de miras para afrontar el último tramo del Estatuto.
Extraña primeramente que esto lo diga el líder de los socialistas gallegos. ¿Actúa él al margen de su base partidaria, y le cuelga el teléfono a los de Ferraz cuando le llaman? Parece que no. Touriño no es un independiente, sino un hombre de partido que tiene en cuenta a su ejecutiva, su militancia y su electorado. Estas alambicadas declaraciones que nos ocupan las efectúa, por cierto, tras la reunión de la jefatura del PSdeG, lo cual hace suponer que el asunto ha sido tratado con los dirigentes dela organización. Es decir, que la base partidaria ha sido referenciada, por utilizar la jerga.
Puede que haya una tentación partidista para afrontar la reforma del Estatuto, pero hay otra peor, que es la apartidista. Se supone que cada fuerza parlamentaria representa a un sector social de Galicia. Los partidos y sus líderes están ligados con ese electorado por una especie de contrato.
Quiere decirse que ni Touriño, ni Feijóo ni Quintana van por libre, no son autónomos para tomar decisiones, como no lo es ningún dirigente político que ejerza en un sistema representativo. El presidente de la Xunta hace bien al instar a todo el mundo a buscar un acuerdo, pero no cuando pide que se olvide la base que sustenta a las fuerzas que protagonizan la reforma.
¿Quiénes son los destinatarios de los cambios que se quieren hacer en el Estatuto? No son ciudadanos abstractos, sino personas concretas que respaldan determinados proyectos políticos. ¿Tentación? Que Feijóo haga caso a su parroquia y Quintana a la suya es una obligación.
La tentación más peligrosa es cocinar una reforma que prescinda de los comensales que esperan. Si el nuevo proceso estatutario nace en medio de la indiferencia, si los gallegos lo ven como una operación artificial que poco tiene que ver con sus preocupaciones y mucho con juegos políticos de salón, no habrá valido la pena.
Tal vez en el aviso cifrado de Touriño esté implícita la sospecha de que a la base partidaria y social le trae sin cuidado la reforma, algo que le habrán confirmado aquellos de sus asesores especializados en las encuestas. Constatada la indiferencia popular (y nacional), la mejor receta sería evitar la referenciación y tirar para adelante. Cabe la posibilidad, sin embargo, de que la frase quiera decir lo contrario, en cuyo caso prometemos utilizar otro libro de claves. Será a la vuelta de unos días de descanso.

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