miercoles 20 de febrero de 2008
IBEROAMÉRICA
Venezuela no es Cuba
Por Valentín Arenas Amigó
Siempre que visito a mis familiares de Miami me trasladan su preocupación por que en Venezuela pueda repetirse la revuelta cubana. Pero no es posible reeditar el proyecto castrista en Venezuela.
Si se me permite, daré cuenta aquí de las diferencias entre Cuba y Venezuela.
– El escenario internacional es otro
Un mundo bipolar permitió a Fidel maniobrar entre las dos potencias mundiales de la época y, finalmente, arrimarse a la URSS para neutralizar a Estados Unidos. Ahora estamos en un mundo global, y la tecnología, además, impide ocultar nada. Chávez se apoya en Castro, promotor de una revolución fracasada y de un país que tiene décadas en la miseria. Una torpeza.
– La cultura democrática del venezolano
Fidel se aprovechó de la dictadura de Batista para izar la bandera de un retorno a la democracia, y prometió elecciones en seis meses. Hugo sustituyó en el poder a un demócrata elegido por el pueblo, y su intento de hacer una revolución enfrenta el rechazo, profundo y masivo, de un pueblo que tiene una cultura democrática de cuatro décadas.
Esta cultura, y no el Imperio, es hoy su enemigo principal. Como un cuero seco, la pisa por aquí y se le levanta por allá. Lo tiene loco. No puede con ella. El MVR (Movimiento V República), partido oficial, se fraccionó en varios pedazos. El PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) no tiene una base popular, sino burocrática.
– Hugo imitó un proyecto fracasado
Fidel presentó su revuelta como una esperanza de libertad y justicia social para la América Latina que terminó en esclavitud y miseria. Hugo cometió el inmenso error de promover un socialismo del siglo XXI copiado del modelo de Castro, que, medido por sus resultados, ha sido un fracaso absoluto.
Por eso en todas las encuestas tiene el rechazo de más del 84% del pueblo venezolano. Por eso perdió el referéndum del 2 de diciembre. Repetir lo de Cuba, "no", dijo a coro el pueblo, lo que explica la rabieta de Hugo aquella madrugada.
– Hugo no es Fidel
Fidel es un profesional, en tanto Hugo es una persona también ambiciosa pero de muy escasa preparación para gobernar. Un militar de baja graduación que fue suspendido en el curso de Estado Mayor y un golpista. Fidel captó que la ilusión de este muchacho era ser el líder de América Latina, y sin perder un minuto le ofreció asesoraría y apoyo... a cambio del petróleo y los dólares que tanto necesitaba Cuba.
Un dicho venezolano retrata esto bien. "Todos los días sale un gafo a la calle, y el que se lo encuentra se lo queda". Ahora, Hugo es de Fidel. Notable la diferencia entre ambos líderes: Fidel jamás habría desempeñado ese papel.
– Revolución por cuotas
Fidel consumó la destrucción del sistema en tres años (1959-1962), en tanto que Hugo intentó hacerlo en cómodas cuotas para no alarmar demasiado al venezolano. Esto le permitió, ciertamente, ocultar el proyecto durante un tiempo, llamándolo "democracia participativa", pero también le dio tiempo al venezolano para que descubrir el engaño y reaccionar.
La vía electoral no es confiable para conocer la voluntad popular cuando un Gobierno controla al árbitro. Afirmar que a Hugo lo respalda el pueblo porque ganó ocho elecciones es caer por inocente, pues el sistema electoral está prostituido. De hecho, el mandato le fue revocado en el referéndum revocatorio de agosto de 2004, pero el árbitro electoral alteró el resultado para que permaneciera en el poder. Intentó hacer lo mismo el 2 de diciembre de 2007, pero la Fuerza Militar le dijo –también– "no".
El factor tiempo es un machete que tiene doble filo, y este año –con la inflación que se prevé y la escasez de alimentos que padecen los sectores populares– su estabilidad está bien comprometida. Si tiene mayoría, ¿por qué no facilita que haya un sistema electoral imparcial?
Conclusión: Hugo Chávez quiere repetir el modelo cubano en Venezuela, pero ni ha podido ni podrá conseguirlo.
© AIPE
VALENTÍN ARENAS AMIGÓ, profesor de Instituciones Políticas en la Universidad Católica Andrés Bello.
http://exteriores.libertaddigital.com/articulo.php/1276234324
miércoles, febrero 20, 2008
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