lunes, noviembre 26, 2007

Gabriel Calzada, Devolver las puertas del cielo a la sociedad

lunes 26 de noviembre de 2007
Privatización de AENA
Devolver las puertas del cielo a la sociedad
Lo que es indigno es que quienes no han visto nunca un avión tengan que pagar los caprichos políticos de quienes se pasan el día volando de comisión en comisión.

Gabriel Calzada

A veces me despierto y pienso que los socialistas tienen razón cuando dicen que el liberalismo avanza a gran velocidad. Eso mismo me ocurrió el otro día cuando el líder de la oposición, en un arrebato de liberalizador, prometió llevar el mercado hasta el mismísimo cielo privatizando AENA si ganaba las elecciones. Para Rajoy la medida se justifica en base a que "el gestor privado es más eficiente que el gestor público". De eso no creo que existan dudas a estas alturas de la película y ojalá que el Partido Socialista se sumara a la propuesta. Actualmente la gestión de los aeropuertos españoles depende de la pierna con la que se levante el político o el burócrata de turno, lo bien (o mal) que le haya sentado el café de la mañana o cualquier otro factor ajeno al deseo de los pasajeros y empresarios. En efecto, AENA está adscrita Ministerio de Fomento, que es el encargado de fijar sus directrices de acuerdo con el mandato que establezca el Gobierno. Así las cosas, sería un milagro que la gestión de las puertas del cielo fuera barata, de calidad y estuviera sometida a los deseos del consumidor.
Por poner un ejemplo que resulta sangrante, una de sus funciones del gestor aeroportuario estatal es el "desarrollo de los servicios de orden y seguridad en las instalaciones que gestiona". La realidad, como es de esperar, es justo la contraria. En los aeropuertos españoles se registran diariamente un gran número de robos y hurtos. Por un lado tenemos las famosas mafias internas que hacen que de las maletas embarcadas las más atractivas nunca encuentren su destino final y, por el otro, a delincuentes organizados que sustraen día sí, día también, el equipaje de mano de multitud de pasajeros. A muchos les resulta increíble cómo entre AENA y la Policía no sean capaces de parar una plaga que se ha extendido por los aeropuertos españoles hasta convertirse en una verdadera pesadilla para pasajeros y compañías aéreas. Claro que si uno recuerda que la planificación centralizada no era capaz de poner comida en los supermercados públicos, ¿cómo va a hacer ofrecer seguridad y orden en un sitio con tanta gente?
El caso de las mafias internas ha tenido cierto eco en los medios en los últimos meses. Sin embargo, poco es lo que se oye hablar de los robos que tienen lugar antes de facturar. Y lo grave es que bastaría con un mínimo de interés y unas cuantas cámaras de vigilancia para evitarlos, porque los robos se producen continuamente a la luz del día en las colas de las terminales. Los delincuentes están especializados en robar a los incautos pasajeros que se relajan, como es normal, cuando llegan al mostrador de su compañía. Los empleados de las aerolíneas pueden contar infinidad de ejemplos porque aparte de realizar su trabajo tienen que consolar diariamente a los pasajeros que les quitan sus pertenencias mientras esperan a ser atendidos.
Hace unos días le robaron a un marinero que llevaba seis meses lejos de su familia un maletín de mano con todo lo que había logrado ahorrar durante ese medio año de duro trabajo en alta mar. El hombre, como es normal, rompió a llorar en plena Terminal 1 del Aeropuerto de Madrid Barajas. Unas semanas antes de este incidente, y en el mismo lugar, estos profesionales de aprovechar la ineficiencia de la gestión pública de los aeropuertos y de los servicios de seguridad le quitaron a una señora en silla de ruedas su equipaje de mano. No son más que dos ejemplos recientes de una lacra permanente: la de la lamentable gestión de unos aeropuertos huérfanos de competencia.
Pasa lo de siempre. En estas entidades públicas no hay un dueño que soporte los costes y pérdidas ni disfrute de los posibles beneficios. Así que la gestión termina en manos de una burocracia al tiempo que el servicio al pasajero tiende a ser caro y muy deficiente. Por eso la privatización de AENA puede traer muchos beneficios al consumidor y a las compañías aéreas. Lo ideal sería que no se privatizara todo el ente público a una sola empresa sino que se troceara y se subastaran los aeropuertos, lo cual abriría el sector a la competencia y la soberanía del consumidor.
Pero además de todos estos argumentos de eficiencia, la privatización traería justicia al sector. Y es que no es justo que el conjunto de los españoles paguemos los impulsos inversores y las pérdidas del ente estatal, que este año se prevé que superarán los 50 millones de euros. Lo justo sería que los que viajamos fuésemos los que decidiéramos si correr, o no, con los costes en los que incurran empresarios en competencia. Lo que es indigno es que quienes no han visto nunca un avión tengan que pagar los caprichos políticos de quienes se pasan el día volando de comisión en comisión.
Gabriel Calzada Álvarez es representante del CNE para España y presidente de Instituto Juan de Mariana

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40601.html

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