lunes 26 de noviembre de 2007
LAS MEMORIAS DE ALCARAZ
Una rebelión cívica
Por Agapito Maestre
La sociedad civilizada está con la víctima. Hay millones de españoles que saben que, sin ella, es imposible caminar erguido. Su presencia, su testimonio, en definitiva, su memoria, son determinantes para que el resto de los españoles crezca en sus virtudes ciudadanas.
Quien contempla a la víctima del terrorismo como una figura imprescindible para el ejercicio de la libertad en una democracia desarrollada asistirá, sin duda alguna, a la manifestación del sábado y, sobre todo, leerá sin prisa, o sea, con sosiego y respeto, el libro de Alcaraz; sencillamente porque escribe como víctima, sí, como alguien que trata de rehabilitar en el ámbito público su identidad civil, maltratada y herida. Su libro es, sin duda alguna, una ayuda para reconstruir nuestra maltratada racionalidad pública.
Una rebelión cívica es una sencilla narración llena de dolor y vida democrática, de sentimientos heridos y rehabilitación ciudadana. Voluntad ciudadana, creencia firme en las instituciones democráticas, en fin, apuesta por una España civil, es la primera lección que extraemos de estas páginas. Alcaraz no es un escritor profesional. Alcaraz no tiene pretensiones pedagógicas. Alcaraz no quiere enseñar. Alcaraz sólo transforma su dolor en escritura. Sí, escritura de escritor auténtico, no sólo de carácter educativo, sino magisterial. He aquí un hombre de la calle convertido en escritor para rehabilitar su humanidad lesionada.
Este libro es la vida de una víctima transformada en escritura. Testimonio público. Alcaraz muestra no sólo su dolor, y el de su entorno, sino el camino para transformar el sufrimiento en liberación ciudadana. Gracias a esta fórmula terapéutica, sólo al alcance de los valientes, una víctima convierte su sufrimiento en escritura civil.
No existe acto más civilizado por parte de la víctima que pretender, en primer lugar, combatir al criminal con el Estado de Derecho y, en segundo lugar, a quien trate de servirse del criminal para legitimar sus proyectos políticos. Al terrorista no se le combate con terror ni con cambalaches políticos. He ahí la esencia del libro de Alcaraz. El criminal sólo puede rehabilitarse renunciando al terror y cumpliendo con la justicia.
Hay, además, otra gran lección de la víctima para la democracia. No se refiere ya al trato que debería darse al criminal, al hombre que está manchado de sangre, sino al espectador que observa con indiferencia, primero, y después equipara a la víctima con el verdugo. Sí, a ese criminal de guante blanco que termina ofendiendo y persiguiendo a la víctima del terrorismo porque ésta no acepta los métodos oscuros, quizá totalitarios, de un Gobierno para acabar con el terrorismo; a esa gente que excluye a la víctima de la vida política, o sea, que no quiere hacerle justicia en un sospechoso proceso de paz, este libro les ofrece la oportunidad de rehabilitarse de un modo muy sencillo, a saber, leyéndolo. Aprenderán mucho, más de lo que sospechan.
Sin embargo, dudo de que lo lean, porque su mentalidad está asilvestrada por el salvajismo institucionalizado de este Gobierno, que tiende a culpabilizar a la víctima del crimen terrorista a través de un proceso cruel, desgraciadamente interiorizado por millones de seres humanos, que va desde el ocultamiento del horror hasta la estigmatización de la víctima, pasando por la compra de los sentimientos heridos. Para este Gobierno, la víctima sólo ha sido un objeto de compra o de estigmatización; o sea, quien no se ha plegado a las pretensiones del Gobierno de pactar con los terroristas una paz de cementerio ha sido sometido a una nueva persecución. Era menester volver a matar a la víctima para que el proyecto de Zapatero saliese adelante.
El asesinato civil, es decir, volver a matar a quien está muerto, es la más horrorosa acción de este Gobierno. Este libro, y es su otra gran lección, refleja con una gran precisión, a veces geométrica, todas las tretas, trampas y engaños que el Gobierno ha puesto a las víctimas para que se allanaran a su entrega a los dictados de ETA, o peor, para matarlas civilmente. Este valor de Una rebelión cívica es una derivada, una conclusión de alguien que ha ejercido con seriedad y rigor el cargo de presidente de una de las asociaciones cívicas más importantes de nuestra sociedad civil, la AVT.
La gente que sigue al Gobierno, desgraciadamente, no podrá aprender las lecciones que contienen estas páginas, porque no las leerán. Han sido rechazadas de antemano. El ambiente asilvestrado, casi salvaje, que se ha creado en España contra las víctimas del terrorismo impide oír a la víctima. A la víctima no se la deja hablar, porque puede convencer al auditorio; es algo parecido a lo que le sucedía a un político de antaño, cuando los totalitarios decían: por favor, no le dejen hablar que si no nos convencerá.
Si este libro, pues, es rechazado, no será por el autor, una víctima que ha canalizado su dolor a través de la escritura y, en cierto modo, lo ha universalizado, sino porque hay un ambiente tan totalitario que se niega al autor el estatuto de escritor. Cuidado con este asunto, pues que hay gente, incluso muy cercana a las víctimas del terrorismo, que podría caer en lo denunciado.
Así pues, aconsejo acercarse a Una rebelión cívica, como a toda obra de cultura, con tranquilidad. Leamos sin prisa y, sobre todo, abstengámonos de intervenir con nuestros prejuicios y nuestra cultura a cada momento de la lectura. No interrumpamos al autor. Dejemos que se explique. Leamos con respeto. Leamos todo. Leamos el libro entero y después opinemos.
Insisto, si este libro no es leído, si es rechazado de antemano, no será por culpa del autor, sino del ambiente totalitario, que no le deja hablar.
FRANCISCO JOSÉ ALCARAZ: UNA REBELIÓN CÍVICA. La Esfera (Madrid), 2007, 347 páginas. Prólogo de CÉSAR VIDAL.
Pinche aquí para ver el CONTEMPORÁNEOS dedicado al presidente de la AVT.
http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276234020
lunes, noviembre 26, 2007
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