lunes, noviembre 26, 2007

Alfono Garcia Nuño, ¿Y si es usted mason y no lo sabe?

lunes 26 de noviembre de 2007
EL SECRETO MASÓNICO DESVELADO
¿Y si usted es masón y no lo sabe?
Por Alfonso García Nuño
En los últimos años, particularmente desde la inesperada llegada de Zapatero al poder, las publicaciones sobre la masonería, muy dispares en rigor intelectual y calidad literaria, han ido apareciendo en creciente cascada. La última de ellas es El secreto masónico desvelado, del periodista José Antonio Ullate Fabo.
Sin duda alguna, el gran acierto de José Antonio Ullate Fabo al escribir El secreto masónico desvelado, más allá de lo que nos pueda revelar sobre esta sociedad más que discreta, es precisamente el ascético ejercicio intelectual de esforzarse por no dejarse llevar por las pasiones e intentar poner por encima de ellas la verdad.

Esto debería ser lo habitual y no llamar la atención del lector, pero desgraciadamente no es todo lo frecuente que cabría esperar en una sociedad con tanta universidad. Un intelectual que se preciase de ello no podría anteponer a la verdad postura predeterminada alguna. Es más, su actitud debiera ser siempre la de la búsqueda de ésta, con la doble humildad de saber la propia limitación e insuficiencia para abarcarla totalmente con sus solas fuerzas y, por otra, con la actitud valiente de estar dispuesto a renunciar a lo que creía ser verdad al descubrir la falsedad o insuficiencia de lo hasta entonces logrado.

¿Relativismo? No. El relativismo niega que haya una verdad. La humildad nos dice que aquélla es demasiado grande como para creer que nuestra razón pueda comprenderla totalmente dentro de sus límites. Pero la humildad tampoco es desconfianza en la razón: sabe que no es absoluta, pero tampoco inepta para la verdad.

J. A. Ullate Fabo, distinguiendo con precisión la masonería como organización de la masonería como doctrina, centra su atención en los principios ideológicos en que se sustenta y para los que es la organización. El dar prioridad a este aspecto viene motivado por la pretensión del autor a la hora de escribir el libro.

Pese a las muchas obras que se han escrito sobre este tema, la claridad que han arrojado sobre la masonería es escasa, al parecer de Ullate Fabo. Por ello, porque lo que importa es saber qué es la masonería, su intento se centra en el esclarecimiento de las ideas. La exposición de lo que sea como organización y sus actividades a lo largo de la historia aparecen en su trabajo en la medida que aclaran la ideología. Así pues, el lector, al comenzar el libro, en lo que se embarca es en la aventura de conocer, de la mano del autor, cuál es la naturaleza de esta organización por el conocimiento de sus postulados ideológicos, no tanto cómo está organizada o su historia, aunque la información sobre estos dos puntos no escasea.

Seguramente sea en la cuestión de Dios donde más patentemente aparece reflejada la filosofía de trasfondo. ¿Qué es el Gran Arquitecto del Universo (GADU)? Sí, no he dicho quién, sino qué. En nuestro mundo occidental, estamos acostumbrados a que Dios sea personal, tenga un rostro y un nombre, pero esto no siempre ha sido así, ni lo es para todos ni en todas las culturas y religiones. La primera sorpresa de la persona de herencia judeocristiana debiera ser encontrarse con que, en la masonería, de lo que se habla no es de un nombre personal, sino de un sintagma.

Pero GADU, ¿es o no es Dios? En realidad, sería algo así como un concepto-válvula, fácilmente adaptable a distintas circunstancias y mentalidades; en palabras de la Rivista della Massoneria, "cualquier sistema filosófico puede fácilmente considerar esta fórmula [GADU] como la síntesis de su propio principio regulador de la vida armónica del universo". Pero claro, esto propiamente no es Dios. Al menos, si no renunciamos a que Dios sea trascendente al mundo e irreductible a él.

Ullate Fabo dedica buen espacio a intentar esclarecer si la masonería es teísta, deísta o incluso panteísta. Desde luego, para una mentalidad relativista posmoderna esto puede parecer sólo un ejercicio de esgrima conceptual, pero para quien no es lo mismo una boina y un sombrero, para quien quiere saber a qué atenerse, no es lo mismo que algo sea una cosa o la otra.

Teísmo y deísmo, desde un punto de vista meramente etimológico, son la misma cosa; la única diferencia sería que una palabra es de procedencia griega y la otra latina. Pero se utilizan para denominar dos concepciones dispares. El teísmo cree en la trascendencia divina, en que la forma de ser de Dios es irreductible a la de las cosas del mundo y en que, por ello, la razón humana, aunque pueda llegar a saber que hay Dios, sin embargo no puede penetrar en su intimidad; por ello, el hombre necesita de la revelación y de la fe para conocerlo.

En cambio, el deísmo parte de una postura univocista de la comprensión del ser, es decir, que todas las realidades tienen el mismo modo de ser, incluido Dios, por tanto es algo al alcance de la razón. Pero, aunque se sostenga la existencia de Dios, éste, en realidad, es algo irrelevante para la vida del hombre. Por muy principio regulador de la realidad que sea, no interviene en la historia del hombre.

Y del deísmo al panteísmo solamente hay un paso; de decir que Dios es como cualquier realidad mundana a confundirlo con el mundo hay poco trecho. A la conclusión a que llega el lector es a que la masonería no es teísta, y, en cualquier caso, el huero GADU, al fin y a la postre, bien poco viene a pintar en la vida del masón, si acaso como sutil mordaza para no dejarse interpelar por un Dios personal, o bien, por lo que leemos en El secreto..., como una coartada para no creerse ateo.

Que GADU sea así no es sino la consecuencia de una cosmovisión. Pero ¿cuál es ésta? ¿Cómo comprende el masón la urdimbre última de la realidad? Como hace ver el autor de El secreto..., los pronunciamientos papales sobre la masonería han sabido ir desde el principio a la raíz. Se trata de una visión naturalista de la realidad. Es decir, que solamente hay un tipo de realidad, la natural. Por tanto, lo sobrenatural, para el masón, no pasaría de ser una denominación sin un contenido propio.

Situados en el naturalismo, las opciones que se le presentan al hombre son básicamente dos. Una sería conformarse con ser solamente una cosa, aceptar que se mueve únicamente en el plano del determinismo natural, que no tiene, por tanto, libertad, y, siendo sólo una cosa, su dignidad no pasaría de ser la de un gran simio, y la de éste ¿por qué iba a ser mayor que la de un guijarro? La otra sería, para que no perdiera dignidad el hombre, exaltar, incluso hasta la idolatría, algún aspecto de él, como la pertenencia de clase, la nación, la raza… o la razón.

Este último es el caso de la masonería. Aquí, el naturalismo, en el plano del conocimiento, trae de la mano el racionalismo, que casi habría que llamar razonitis o hasta ratiolatría. La razón sería algo ilimitado y lo podría abarcar todo. Como no hay nada que no sea de este mundo, la fe es innecesaria, pues la razón puede llegar a conocerlo todo por sí misma. Nos dice Ullate Fabo: "El único dogma absoluto, del que derivan las demás doctrinas masónicas, es el culto de la razón humana" (p. 199).
Pero es difícil encontrar algo más irracional que exaltar de esa manera a la razón, pues ella sabe con certeza que es limitada.

La razonitis, al ser algo irracional, lleva a otras muchas sinrazones, como indica Ullate Fabo. Por eso, pese a la aparente contradicción, no es de extrañar la propensión masónica al esoterismo y al ocultismo, o que se dé algo tan irracional como el jurar guardar secreto sobre algo que aún no se conoce y que, por tanto, no se sabe el alcance que tenga.

Esta absolutización de la razón trae consigo una comprensión de la libertad también ilimitada, es decir, una libertaditis. La moral se entiende de una manera autónoma, es el hombre, con su potentísima razón y sin nada que la limite, pues no hay realidad alguna que no sea parte de este mundo, ni siquiera GADU. La libertad, por lo que nos da a entender El secreto…, viene a confundirse con omnipotencia. Como reiteradas veces aparece en Los hermanos Karamázov de Dostoievski, si Dios no existe, todo está permitido. Y nuestro autor dice: "Por más que cada masón se dote de alguna norma moral, ésta necesariamente ha de estar radicada en su voluntad y, por lo tanto, carece de toda fuerza de obligar" (p. 200).

Naturalitis, razonitis y libertaditis nos dejan como balance el relativismo, pues si todo es lo mismo, da lo mismo una cosa que otra; en lo que a religión respecta, sería el puro indiferentismo religioso. Y, si soy yo quien creo la moral, qué más da hacer una cosa que otra.

Pero entonces, ¿es una religión la masonería, o solamente es una filosofía? Según Ullate Fabo, la masonería, de ser religión, lo sería en un sentido distinto al habitual. Las religiones, para los masones, se mueven en un plano aparente y contingente, constreñidas por los dogmas pero válidas para la moralidad de los rudos. Mientras que la masonería se consideraría a sí misma en un plano superior, que trascendería y abarcaría a las demás. La masonería
es, de algún modo, una religión –o participa de una religiosidad– no porque pretenda efectivamente que sus adeptos ofrezcan el culto debido a Dios, sino en un sentido más filosófico: porque la masonería conlleva unas enseñanzas muy definidas en cuanto al valor de la realidad y al sentido de la vida humana. En ese sentido, como decía Rensi, "es la excelsa verdadera religión", sin que por ello suponga una auténtica creencia en Dios (p. 79).
Por lo dicho, parecerá obvio que la masonería es incompatible con el cristianismo, en general, y con el catolicismo, en particular. Sin embargo, no es ésta la pretensión masónica. Gran parte del esfuerzo de El secreto… se destina precisamente a aclarar este extremo, con frecuentes referencias al magisterio pontificio –tal vez, en algunos pasajes se eche de menos alguna referencia al Vaticano II–. Pero el que dedique el autor tanto espacio a este tema no ha de extrañar. No solamente por contrastar su postura o la de la Iglesia con la de la masonería, sino también porque, en nuestra sociedad, las patologías en la concepción de la realidad, la razón y la libertad, incluido, claro está, el relativismo, están tan extendidas que el porcentaje de los que se dicen católicos o acceden a los sacramentos creyendo cualquier cosa es llamativamente grande.

Ciertamente, el número de masones de carné es muy bajo en Occidente, pero la mentalidad masónica tiene una presencia social y política casi inundatoria, hasta el punto de que, leyendo este libro, da la impresión de que entre el posmoderno y el masón de ideología, aunque no afiliado, hay poca diferencia. Gamberini, un gran maestro de la masonería, decía: "La masonería tiene un solo modo de vencer: cuando el mundo profano acoge sus principios, cuando estos se convierten en patrimonio definitivo e inalienable de la humanidad entera, cuando hasta los adversarios se contradicen y los profesan como si fueran suyos" (p. 213). El lector podría hacer un sencillo test: ¿qué programas de televisión gustan?, ¿cuáles me gustan a mí?, ¿qué filosofía tienen de fondo?

JOSÉ ANTONIO ULLATE FABO: EL SECRETO MASÓNICO DESVELADO. Libros Libres (Madrid), 2007, 286 páginas.

http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276234022

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