miércoles, noviembre 28, 2007

Felix Arbolí, Locura colectiva y generacion del Chupete

jueves 29 de noviembre de 2007
Locura colectiva y generación del Chupete
Félix Arbolí
C OMPRENDO que el panorama político no se halla en su mejor momento. Más aún, yo diría que está tocando techo. Hemos perdido la brújula de la cordura, la tolerancia y el afán común por conseguir un presente más placentero y un futuro menos incierto y peligroso. Estamos llegando a extremos ciertamente alarmantes para la convivencia entre los españoles y nadie, ni buenos ni malos, ni blancos ni azules, ni flacos ni gordos, ni íberos, celtas, vascones, godos y latinos, quiere aportar su granito de comprensión y adoptar una postura que nos una y consiga una España mejor donde impere el sentido común que, por lo visto y como ya es sabido, parece el menos común de los sentidos. . Vivimos tiempos de locuras y extravagancias que disfrazamos o camuflamos como libertad de acción, pensamiento y expresión. Un pretexto idóneo que utilizamos para justificar posturas y actitudes que en cualquier época y país civilizado y normal, no traumatizado y soliviantado con continuas provocaciones y odios reconcentrados por un pasado ominoso serían consideradas como verdaderos disparates y atrocidades. Hoy está de rabiosa y absurda actualidad modas y actitudes que examinadas fríamente, sin subjetividad, no dejan de ser auténticas perogrulladas en el sentido más benévolo de su apreciación. El público vive estresado con una actualidad política de auténtica locura, las amas de casa indignadas con que a diario su dinero tenga menos valor para satisfacer las necesidades más elementales, (las selecciones culinarias se han disparado como un cohete camino de espacios siderales), y las calles de nuestras ciudades se han convertido en escenarios donde a diario el locutor o locutora de turno nos atosiga con noticias y sucesos a base de navajas, pistolas, prostitución y timos, como si estuviéramos viviendo aquellas películas del antiguo oeste, aunque en estos casos el moderno John Wayne, utilice en lugar de su dócil cabalgadura un ruidoso artefacto de muchos caballos. Sin olvidarnos, por supuesto, de los cotidianos maltratos de pareja, en una estadística ascendente y escalofriante. Pero, ojo, no siempre es la mujer la víctima de esta monstruosidad, sino que en muchas otras ocasiones, son los hombres los que sufren los abusos, intemperancias y hasta malos tratos físicos por parte de sus parejas femeninas (hay que especificar para diferenciarlas de las otras parejas del mismo sexo). Lo que ocurre es que muchos de estos maltratos no pasan a los papeles, ni son citados en la televisión, por la vergüenza que padece el afectado y vapuleado al tener que reconocer que en su caso, es él quien representa al sexo débil. ¡Anda que no hay “civilonas” por esos mundos de Dios y feudos del diablo que sopapean al marido con la misma intensidad y fortaleza que sacuden sus alfombras!. En este ambiente de despropósitos nada se salva de la extravagancia, la rareza o el asombro. Hasta en la misma muerte queremos sentirnos diferentes y poco convencionales. Es una especie de carrera alocada y sin frenos hacia una meta inalcanzable por inexistente, la que nos impulsa a realizar hechos y detalles que escapan a la normal apreciación y comedida reflexión. Yo creía que era una especie de bicho raro al querer que me incineren cuando muera y que mis cenizas sean esparcidas en ese añorado escenario de mis años infantiles en tierras gaditanas. Aunque luego considerando que mi familia no iba a estar para viajes y traslados de cenizas, pensé que también podrían dispersarlas sobre la tierra en cualquier lugar de mi querida España o incluso, si ello les fuera molesto o penoso, que las dejen donde depositan las que no son reclamadas por la familia. ¡Qué más da, si solo queda ya polvo y miseria!. Sé que mi espíritu volará junto a su Creador y espero y deseo Su misericordia para que le conceda el descanso eterno. A los que me quieran, sólo les pido que me tengan presente en sus oraciones y recuerdos y a los que no sean creyentes, en éstos últimos. Viene esto a cuento con el velatorio que le organizaron a Fernando Fernán Gómez, ese gran profesional y polifacético artista al que a pesar de su mal carácter todos hemos admirado y sentido su muerte. Creo que el paso de la vida al Más Allá, por muy escéptico que uno sea, ateo recalcitrante o agnóstico reconocido, es un suceso digno del mayor respeto, consideración y consternación para los que lo han querido y se han sentido privados de su presencia definitivamente. España, evidentemente, ha perdido uno de sus más grandes actores, excelentes directores, magníficos escritores y más completos artistas en la más amplia acepción de este concepto. Esto es irrefutable. Pero mientras me dolía de su ausencia definitiva, aunque no fuera nada mío, me sentía extrañado e incómodo con el “circo” (y lo digo sin ánimo peyorativo, ni intenciones de ofender), que habían montado ante su cerrado feretro, mientras era velado y visitado en el Teatro Español. Yo comprendo, aunque no sé de qué le sirve ya al difunto, que se oiga durante su velatorio o funeral alguna pieza musical que haya sido de su agrado, cuando aún tenía los oídos en pleno funcionamiento. Hace tiempo vi una película de ciencia ficción, protagonizada por Sean Connery, donde las personas que lo deseaban acudían a un centro para morir voluntariamente. Allí tumbado sobre una cómoda cama, mientras observaban sobre una pantalla un idílico paisaje y saboreaban una bebida en la que iba mezclado el veneno, morían dulcemente oyendo la melodía que ellos mismos habían elegido. En ese caso era “La mañana” de Grieg, en su obra Peer Gyint. Me gustó tanto esta pieza y me impactó de tal manera el ambiente reflejado para vivir esos últimos momentos, que busqué el CD donde figuraba y desde entonces forma parte de mi inspiración y deleite mientras escribo, leo o simplemente reflexiono sobre nada en particular. En otra película, protagonizada por Robert de Niro, me llamó asimismo la atención la música que oían los protagonistas en una emisora nocturna, mientras vivían una intensa y maravillosa noche de amor. Era el “Claro de Luna” de Debussy. Nueva búsqueda y a engrosar mi colección de melodías imprescindibles para serenar el alma y liberar las mezquindades que a diario nos atosigan. Son las dos piezas musicales que más me han calado y agradan, pero ello no quiere decir que desee y pida me la pongan mientras velan mi cadáver, ya que de nada me servirían y solo conseguirían aumentar el dolor a mi familia. Ver el féretro de ese gran actor cubierto con la bandera anárquica me resultaba un tanto raro al no tratarse de un político o ser público y notorio su acendrado anarquismo. Concretamente en una de las entrevistas últimas que le realizaron, dadas nuevamente en televisión con ocasión de su muerte, el decía que aunque era partidario de la Anarquía, no le parecía una buena fórmula política para gobernar, ya que el anarquismo implica ausencia de autoridad y éste es necesaria a todo tipo de gobierno. He de aclarar que me gusta respetar toda clase de tendencias políticas, sean del color que sean, siempre que también respeten las mías. Pienso que las ideas del difunto han quedado encerradas en la intimidad de su ataúd y nadie puede asegurar la realidad que se ha encontrado más allá de la muerte. Sobre el ataúd la medalla de Académico de la Lengua. Normal y natural. Me llamó la atención la enorme foto del actor, sonriente y feliz en su tertulia del Café de Gijón y las mesas y sillas que habían colocado, simulando ese café, ocupadas por amigos, familiares y deudos, como si estuvieran tertuliando alegremente en el célebre local. Menos mal, que era agua lo que consumían. Un montaje y escenario, a mi parecer y perdonen mi atrevimiento al exponerlo, bastante teatrero y poco propicio al dolor y a la reflexión del momento que se representaba. Para remate, ignoro si obedecía o no a cumplir su última voluntad o al deseo de complacerle por parte de sus familiares, cuando ya nada le podía apetecer, ese espectáculo con el numerito del tango, bandoneón incluido y la pareja bailándolo con sus vistosos y difíciles pasos al más puro estilo criollo, como si estuvieran en una gala televisiva. . Me figuro la cara de asombro que hubiese puesto el inolvidable actor si le hubiesen permitido contemplar esa extraña manera de “dolorear” su muerte. Dicen que “Caminito” era una de sus canciones preferidas y de ahí, posiblemente, lo del tango. Menos mal que no se trataba de la tan archiconocida “Macarena”. No pretendo chistear de un momento tan trágico y solemne, pero la verdad me ha dejado sorprendido tan extraña manera de velar a un ser querido que nos acaba de dejar. Ruego a mi familia, que por lo que más quieran, eviten esas puestas en escena en mi duelo. Este tinglado, pienso, forma parte de esta locura colectiva que nos invade actualmente, como si quisiéramos olvidar nuestra parte humana y sus circunstancias y nos empeñáramos en asimilar actitudes, formas de pensar y maneras de ser que nos hagan más afines con nuestros ancestros los primates y más acorde con la negación de toda creencia en el más allá de nuestros límites vitales. Pero alardeando de nuestra indiferencia y hostilidad hacia lo que signifique Dios, alma, eternidad y creencia, si ésta no hace mención y bandera del nihilismo más absoluto. Hoy todos nos lanzamos hacia la extravagancia y el esperpento. Intentamos salirnos de la normalidad y navegar contra corriente para sentirnos diferentes a los demás que, por lo visto, es el fin que debemos perseguir en esta andanada de estrafalarias circunstancias que estamos padeciendo. Una locura colectiva que va más allá de los cauces normales, ya que llega a contaminar hasta la educación de nuestros hijos. Quieren forjar una generación nueva y distinta a los parámetros habituales y para ello utilizan toda clase de tergiversaciones históricas y solapadas omisiones en libros de textos para que los nuevos alumnos estén más informados de la historia del Real Madrid que la de su propia patria. Nos sentimos aburridos con tantos comecocos que con retocadas noticias de prensa, mítines y conferencias intentan convertirnos en manadas aborregadas imposibilitadas de poder alzar nuestras voces y defender nuestra dignidad, recuperando la libertad perdida. Entes amorfos y mentes deformadas que les despejen el camino para la consecución de sus bastardos propósitos. Los conceptos educacionales han quedado trasnochados y obsoletos. Se incita a nuestra adolescencia en los mismos centros escolares a la promiscuidad y el sexo, bajo la apariencia de educarlos “convenientemente” y abrirles los ojos a una sexualidad prematura y maravillosa, descubriéndoles los trucos necesarios para evitar posibles fallos que puedan provocar el aborto o la tripa no deseada. Se les intenta dar a entender que tan correcto y decoroso es el sexo entre personas del mismo género, que entre parejas heterosexuales y han convertido al homosexual de nuestros días en una especie de ídolo artístico y televisivo que suscita la envidia de cuantos desean triunfar, cueste lo que cueste y le pidan lo que le pidan. No importa la edad que se tenga para practicar y sentir el placer de los ímpetus sexuales hasta su total culminación, ni deben hacer caso a las recomendaciones y normas familiares, ya que como en los países totalitarios la educación del individuo ha dejado de ser atribución de los padres para pertenecer al Estado, que a su vez delega sus funciones en los “seleccionados” profesores y educadores. Véase, como ejemplo de lo expuesto el tan llevado y traído libro “ La educación de la ciudadanía”, que a pesar de la controversia general suscitada y la protesta de numerosos padres, asociaciones y hasta educadores, nuestro “Papá Estado” lo ha impuesto por narices, por no citar otro lugar de nuestra anatomía. Y a través de su lectura resulta que nada de cuanto aprendimos y sabemos fue así, ni sucedió de esa forma. Todo era pura patraña, que nuestro celoso, honesto e imparcial gobierno se está empeñando en corregir e inculcar para que las nuevas generaciones no reconozcan ni a la madre que las parió o a la pareja de ases o damas que las adoptó. . Parece que antes de saber quienes fueron los Reyes Católicos, en qué consistió nuestra Reconquista contra el invasor musulmán, qué significó el descubrimiento de América, ( sin tener en cuenta los despropósitos de Chaves, que parece venido de otro planeta y no descendiente de antiguos españoles, aunque ello le pese y amargue), ni asimilar el concepto de una sola patria, una sola bandera y una sola nación, debemos conocer los estatutos, autonomías y elucubraciones de regiones más o menos diferenciadas, porque nuestros inteligentes gobernantes han dictaminado que la Historia de España no sucedió como había sido escrita y era de todos conocida, sino la inventada por la calenturienta y sesgada imaginación de un señor de Andorra o de las Alpujarras, que como si se tratara de un tablero de ajedrez ha colocado las piezas donde le ha parecido conveniente a sus particulares intereses o a los de su señor y mantenedor. Y nuestras generaciones posteriores se están haciendo un verdadero lío ya que están confundiendo bandera con sinónimo de “fachería”, unidad nacional con sentimiento de odio a separatistas de “genes privilegiados” y despelotarse y hacer el amor entre críos del mismo o distinto sexo, con una práctica muy saludable y recomendada. Tan buena y aceptable, que los centros escolares deben suministrarles hasta los preservativos o la píldora del día después, como si el desfogarse con la compañera de pupitre, fuera tan normal y necesario como resolver un problema de álgebra. Todos hemos tenido juventud y hemos aprendido y sabido lo que era hacer el amor con una mujer o un hombre, según el caso, sin necesidad de que un libro, unos dibujos o un profesor o profesora nos indicaran cómo hacerlo. ¿Acaso nuestros celosos gobernantes consideran a nuestros descendientes tarados mentales, que hasta tienen que enseñarles para que sirven esos atributos que le ha otorgado la Naturaleza y la manera de usarlos?. ¡Acabáramos hombre, yo creo que se han pasado no solo un pueblo, sino todo un Continente!. No se quieren dar cuenta que al igual que el andar, hablar y afeitarse cuando las primeras pelusas aparecen bajo la nariz, sabrán gozar su sexualidad cuando les llega la hora y les apriete el gusanillo, sin necesidad de textos escolares y explicaciones en las clases. A lo mejor resulta que a nuestros políticos tuvieron que dibujárselo y explicitárselo porque eran incapaces de aprenderlo por si mismos. Pero vamos, creo yo, que el que uno sea tonto y un tanto retrasado, no significa que los que vienen a continuación tengan que serlo.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4292

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