lunes, noviembre 26, 2007

Enrique Rosendo, En 2008 perdera parte de sus ahorros

lunes 26 de noviembre de 2007
Vivienda
En 2008 perderá usted parte de sus ahorros
Muchas inmobiliarias tendrán que sacar a la venta a precios muy atractivos muchos de sus activos si quieren que las cuentas les cuadren y hacer frente además al alto apalancamiento que suelen sufrir, que en algunos casos llega al 90%.

José Enrique Rosendo

Al menos eso es lo que pronostican los servicios de estudios de entidades tan prestigiadas como BBVA, Standard & Poor's o Deutsche Bank, por poner sólo tres ejemplos. Es cierto que muchos de esos sesudos informes carecen ya de credibilidad porque se hacen a medida, o al menos, desde entidades que tienen suculentos intereses en que la solución al dilema planteado sea lo más favorable posible para ellos. Sin embargo, no hay más que darse una vuelta por cualquier ciudad importante de nuestro país para constatar con nuestros propios ojos, a la luz de los tantísimos carteles de "se vende" que cuelgan ya los balcones y ventanas de nuestras calles, que el 2008 va a ser un año en el que muchos españoles van a ver reducida parte de su riqueza.
Como a estas alturas ya habrán advertido, me refiero al mercado inmobiliario. Los españoles somos bastante propensos a enterrar nuestros ahorros domésticos, o una parte importante de ellos, en ladrillos. Por tanto, si el mercado empieza a bajar precios, todos los propietarios empezaremos a ser menos ricos de lo que éramos hace un año, por ejemplo. Aunque nuestras hipotecas no sólo no bajen en el mismo porcentaje, sino que incluso hayan subido desde el pasado enero.
Es cierto que eso es sólo relativamente así, porque mientras no vendamos nuestra vivienda no experimentaremos en realidad la depreciación de nuestros activos. Sin embargo, si queremos endeudarnos para pagar la entrada de una casa a uno de nuestros hijos, o adquirir un negocio, por poner dos ejemplos cotidianos, la capacidad de avalar los créditos con nuestros ladrillos la veremos mermada sin lugar a dudas.
Hace unos días escuchaba a un importante constructor de este país diciéndome que los políticos y los medios de comunicación teníamos parte de culpa de la ralentización del sector. Su argumento era sencillo y aparentemente demoledor: como unos y otros se empeñan en advertir que los precios de la vivienda van a bajar, el consumidor no está dispuesto a invertir ahora y difiere los plazos descontando ya un precio menor.
Sin embargo, yo no estoy de acuerdo con él, aunque le reconozco parte de razón. Nuestro problema es que el parque de viviendas es gigantesco ya hoy en día. No hay pueblo de nuestra geografía que en los últimos ocho años no haya tenido largamente en su silueta los trazos del ángulo recto de las grúas. Y sin embargo, nuestra población no ha crecido al mismo. Ni nuestras nóminas han subido proporcionalmente a como lo han hecho las viviendas en los últimos años. Es cierto, en cambio, que han llegado inmigrantes y que el dinero se ha abaratado considerablemente; pero una cosa y otra tienen fecha digamos que de caducidad: la inmigración deja de crecer al mismo ritmo anterior y los créditos ser más difíciles de conseguir. Todo eso constituyen contradicciones que el mercado, menos manipulable de lo que se creen los políticos de turno, termina solucionando inexorablemente.
Por otra parte, no cabe ser sólo pesimista, habida cuenta que esta situación también va a posibilitar muchas oportunidades de inversión que los consumidores debemos aprovechar en la medida de nuestras posibilidades. Muchas inmobiliarias, grandes o pequeñas, tendrán que sacar a la venta a precios muy atractivos muchos de sus activos si quieren que las cuentas les cuadren y hacer frente además al alto apalancamiento que suelen sufrir este tipo de empresas, que en algunos casos llega al nada despreciable porcentaje del 90%. Fadesa, por ejemplo, ya ha dicho que es la inmobiliaria con más margen para negociar: hasta un nada despreciable 40%, que es el margen operativo que tienen de media sus operaciones. Por tanto, compraremos sin duda a precio de oportunidad, pero eso, precisamente, es lo que garantizará que el mercado inmobiliario no se hunda y que el aterrizaje sea, si no tan suave como nos venden algunas instituciones y empresas, al menos no tan violento como los más agoreros se imaginan.
Donde verdaderamente corremos un riesgo para este sector es en el desempleo. Si el paro aumenta, la renta disponible será menos y, por tanto, todo empeorará.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40597.html
lunes 26 de noviembre de 2007

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