jueves, noviembre 22, 2007

Garcia Brera, Violencia de pareja

viernes 23 de noviembre de 2007
Violencia de pareja
Miguel Ángel García Brera
N O me gusta nada que se hable de violencia de género por el hecho de que cerca de 70 hombres bárbaros, en lo que va de año, hayan dado muerte a otras tantas mujeres de las que eran, habían sido, o pretendían ser, pareja. Valdría la denominación si se contabilizaran en el mismo saco las muertes causadas por mujeres a sus maridos, novios o amantes, que, aún siendo muchas menos, no dejan de tener su importancia. Por eso a mi me gusta más hablar de violencia de pareja. Ahora se ha producido uno de esos casos, realmente espeluznante. En una canal de televisión, en el curso de un programa, se dio entrada a un individuo que acudió para solicitar, de quien ya había sido su pareja, que se casara con él. Incluso, en el estudio, se lo pidió de rodillas, poniéndole delante un anillo nupcial. La pretendida, de nacionalidad rusa, que mientras estuvo unida al pretendiente sufrió de él malos tratos hasta el punto de estar condenado judicialmente, rechazó su proposición con un rotundo no. Había que ver a la muchacha, sin atreverse ni a hablar, presa de pánico, para barruntar que nada bueno cabía esperar de ese cuadro escénico que, representaban el pretendiente, los responsables del programa, e, involuntariamente, la mujer a lo que no se había avisado de que entraría en escena su exnovio. Lo ocurrido días más tarde, horroriza a todos: El despechado novio mató a quien tanto aseguraba, ante las cámaras, querer. No creo que sirva de lección lo sucedido, como no sirvió de lección la muerte de Diana de Gales, a manos de un chofer bebido, perseguido por los paparazzis, pero lo cierto es que cada día los programas de televisión alcanzan mayores cuotas de intromisión en la vida privada de las gentes, abriendo sus sentimientos personales y sus mayores intimidades a la vista de los televidentes. Y aún más, criticando, los presentadores comunicadores y famosillos asistentes al programa, las actuaciones ajenas y, con más dureza que lo haría una sentencia judicial, en caso de que hubieran cometido algún delito. Por si fuera poco, los presentadores y demás adláteres llegan a poner en solfa a determinadas personas por ser más o menos casquivanas, promiscuas, inmorales o algo parecido, mientras en otros casos, la fama que otorgan determinados programas para ser invitados a ellos es precisamente ser promiscuo, inmoral o haber protagonizado acciones casquivanas. Por supuesto que el concepto de inmoral varía según el gusto de los responsables del programa y las personas a quienes se haya de calificar o de crucificar. Por eso, igual se mofan de un invitado, por ejemplo, defensor de la fidelidad o la virginidad, que reprochan a otros el no ser vírgenes, ser promiscuos o haber sido infieles y se gozan de grabar las infidelidades reprochando al cogido in fraganti por hacer algo reprobable. Hay otra cuestión a considerar en los casos de violencia de pareja, y es la necesidad de estudiar muy seriamente cómo defender a la mujer del evidente machismo que demuestran las estadísticas. Es evidente que, frente a un machista, poca defensa de la mujer es denunciarlo y apartarlo unos kilómetros. Un machista responde a eso con un afán de venganza más dañino que su propio machismo. Y creo que así se está demostrando, ya que es frecuente que los asesinatos o lesiones más graves se produzcan por gentes condenadas al alejamiento de su pareja. Tampoco es ajeno a la cuestión, el hecho de que algunos consejos dados por las feministas envalentonen a la mujer. Una mujer envalentonada, puede no medir el riesgo que supone dar con un parado machista y, desde luego, lo va a sacar de sus casillas. Cuando tienes la desgracia de caer en manos de un machista, hay que ser muy prudente para resolver la cuestión. Desde luego hay que alejarse de él y castigarlo penalmente. Pero todo ello ha de realizarse con sumo cuidado para evitar la reacción contraproducente. Por lo que hace al caso que tiene conmocionado a las audiencias televisivas, no era difícil advertir que un machista, humillado públicamente, con un no, en un estudio de televisión, era una bomba de relojería y sus efectos tenían que haberse evitado, aunque tengan mucha audiencia tal tipo de programas.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4286

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