viernes 23 de noviembre de 2007
Empate y tendencias
GERMÁN YANKE
Las encuestas del CIS no son la Biblia (ni en su cuota de metáforas y parábolas), pero, por su continuidad y la amplitud de la muestra, ofrecen una guía interesante de las tendencias. Incluso más interesante que la fotografía instantánea de la opinión detectada en unos días del final del pasado mes de octubre, que es la que refleja el Barómetro conocido ayer. De hecho, si la diferencia de intención de voto entre los dos principales partidos es de 2,3 puntos a favor del PSOE y el margen de error de la muestras se cifra en más menos 2 puntos, es difícil ir más allá del tan mentado empate técnico. Con esta información, cualquiera de los dos puede ganar en marzo de 2008. El resultado está abierto.
Si nos fijamos en las tendencias, de acuerdo a la secuencia de estos sondeos, observamos que el PP, aspirante a gobernar en los próximos comicios, sufrió en la recepción y aceptación de su trabajo el efecto de la conmoción y la confusión del resultado de 2004 y la intención de voto se redujo en relación al porcentaje que obtuvo en aquellas elecciones (37,71%). Poco a poco ha ido recuperando posiciones (37% en el Barómetro de julio, 37,4% en el que se hizo público ayer), pero estos sondeos no le colocan todavía en el porcentaje de las últimas generales. Se deduce, por tanto, que el PP tiene un «suelo» electoral sólido, pero que le cuesta ascender y conquistar nuevos votantes. En 2004 pasó de la mayoría absoluta a perder las elecciones, pero la diferencia de votos entre 2000 y 2004 no llegó a los 600.000. Es decir, después de todo lo ocurrido -incluida la guerra de Irak y el atentado del 11-M de 2004- sólo perdió el 6% de los votos.
Ahora puede ganar, naturalmente, pero hay ya poco tiempo para convencer a los aún no convencidos a pesar de los esfuerzos que haga el equipo de Juan Costa con el programa electoral. Se debate, por tanto, en la conquista o reconquista de votos o la opción, manteniendo su cuota segura, de que el PSOE no mantenga el voto añadido que obtuvo en 2004 hasta quedar por debajo del PP.
Es evidente, si volvemos a detenernos en las tendencias, que ese voto «prestado» a los socialistas en las circunstancias especiales del final de la última legislatura del señor Aznar, ha ido disminuyendo paulatinamente. La intención de voto de los sondeos refleja que un porcentaje de votantes del PSOE eran más «anti PP» que «pro Zapatero» y el presidente no ha logrado entusiasmarle en estos cuatro años. El PSOE obtuvo el 42,59% de las papeletas en 2004 y el último Barómetro lo cifra ahora en el 39,7%, con una pérdida de 8 décimas en los últimos tres meses.
El PSOE resiste bien
De todos modos, se podría decir que, desde el análisis de la realidad política que hace el PP juzgando con dureza superlativa lo que se ha hecho en estos años y las consecuencias que puede tener para el futuro, habría que concluir que la resistencia del PSOE es notable: sólo se habría perdido en esta legislatura un 2,89%. Seguramente no le basta con una estrategia conservadora, procurar que las cosas queden como están, en el escaso trecho hasta marzo de 2008. Sería arriesgarse a conformarse con un empate técnico que puede resolverse de uno u otro modo, como ocurrió en las municipales de este mismo año en las que el PP consiguió ser el partido más votado. Las opciones seguirían siendo el empeño por convencer de las maravillas logradas por este Gobierno, con o sin faltas de ortografía, o incentivar el recurso que ya dio éxito en 2004 pero que no funcionó en mayo de 2007: el voto contra el PP. Se intentó, por cierto, en Francia («todo salvo Sarkozy») con un sonoro fracaso.
Todo ello hace pensar en que, por el momento, el reto más fuerte es el del PP, que está en la oposición y que, sondeo tras sondeo, queda levemente por debajo del PSOE. En este contexto, la valoración de su líder, Mariano Rajoy, que ese subraya como baja, me parece menos una cuestión personal que de falta de percepción positiva de cómo se encarna un proyecto en un determinado equipo, del tono político que se ha dado a la oposición y que últimamente se trata de reconducir con dificultades en el propio equipo. Un líder no es un personaje solitario, sino el primero en un grupo que representa y anima una alternativa y, al mismo tiempo, arropa al líder. No sólo, claro, pero quizá por ahí, y ya con prisas, esté una de las claves del reto que asume el PP hasta marzo.
http://www.abc.es/20071123/opinion-firmas/empate-tendencias_200711230250.html
viernes, noviembre 23, 2007
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