lunes 30 de julio de 2007
Medios y política
La manipulación gubernamental de la agenda informativa
Si pretenden desenmascarar su intención manipuladora han de afrontar, además de la carga de la prueba, la imagen de discrepantes del régimen, cualidad que los zapatéticos no aprecian más que la apreciaron los franquistas.
José Vilas Nogueira
Una de las características estructurales de las modernas sociedades más o menos democráticas es la abundancia, prácticamente irrestricta, de la información, y su cotidiana, vertiginosa, renovación. Lo que ayer era noticia, hoy ha sido ya olvidado. Quizá, al modo como Freud explica la función mnémica con el ejemplo de la "pizarra mágica", permanezca su huella, pero ha desaparecido, si no su consciencia, su relevancia. Tanto y tan renovado árbol informativo nos oculta el bosque de la realidad política. Por expresarlo con un tópico filosófico, es un mundo a la medida de Heráclito.
En contraste, las dictaduras despóticas regatean la información, prohíben la que no es de su agrado y aun las novedades, siempre morosas y tardías, son presentadas como mero avatar de los orígenes, más o menos lejanos, de la doctrina originaria. El bosque del despotismo anula la percepción de los árboles individuales. En la noche de la tiranía todos los gatos son pardos y todos los árboles son bosque. Si quisiéramos mantener el recurso al tópico, Heráclito sería recluido en un manicomio, aunque sería injusto legitimar esta barbarie recurriendo a Parménides, su ilustre antagonista. Éste, si no en el manicomio, acabaría en la cárcel.
Pero los déspotas contemporáneos en el "mundo occidental", los déspotas "democráticos", son más sutiles que los dictadores. Han aprendido no sólo la elemental enseñanza de que las cadenas de oro son mucho más eficaces que las de hierro. Han aprendido también cosas mucho más sofisticadas: el control de la agenda informativa. Por ejemplo, en situaciones como la nuestra es ilusorio creer que la agenda informativa la deciden los medios. Primero, porque (casi) todos los mass media están áureamente encadenados. Segundo, porque un Gobierno sin escrúpulos no precisa de mucho esfuerzo para fabricar cotidianamente noticias destinadas a suplantar los hechos relevantes, cuyo conocimiento y discusión pudiera resultarle inconveniente. Difícil es resistir esta manipulación. Incluso los medios no serviles han de prestar eco a los mensajes gubernamentales. Si pretenden desenmascarar su intención manipuladora han de afrontar, además de la carga de la prueba, la imagen de discrepantes del régimen, cualidad que los zapatéticos no aprecian más que la apreciaron los franquistas.
Total, que más que en Leibniz, y mucho más que en Newton, vivimos en el mejor de los mundos posibles. Y en el mejor de los mundos posibles, tenemos el mejor de los gobiernos posibles (y no ya uno, sino varios). La economía está que se sale, la integración de los asesinos etarras en la coalición gobernante (el "proceso de paz") y la exclusión de la derecha del sistema es sólo cosa de tiempo (paciencia y barajar, que Rubalcaba y Pepiño están en ello), la felicidad, universal y barata, nos abraza. Para que no decaiga, secuestramos una revista por aquí (y, hala, el personal a confundir el culo con las témporas, la libertad de expresión con la injuria a los símbolos nacionales), descubrimos un agente doble por allí (y, hala, el personal a confundir el CNI con el CIS o la CNN)... Seguro que, así, nuestra felicidad no decaerá.
José Vilas Nogueira es profesor emérito de la Universidad de Santiago de Compostela
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