viernes 27 de julio de 2007
Sexo y monarquía
Los Borbones en pelota
la actitud del Fiscal y el juez recuerdan a aquel ministro español que, para detener los libelos que circulaban sobre Isabel II, mandó una circular a todos los gobiernos europeos detallando los insultos. Inteligencia privilegiada.
Jorge Vilches
Los Borbones en pelota fue el título que los hermanos Bécquer le dieron a los dibujos pornográficos que publicaron en 1868, una vez destronada Isabel II. En las imágenes podía verse a los reyes en situaciones, digamos, comprometidas, con políticos y religiosos conocidos. Aquel humor gráfico se enmarcó dentro de la campaña que primero los revolucionarios y luego los republicanos llevaron a cabo para hundir la imagen privada de la Corona y, en consecuencia, desautorizar sus decisiones políticas. Pero aquello no era original.
El número de la revista El Jueves retirado por orden judicial está en una larga lista de publicaciones españolas que han mezclado sexo y monarquía. Lo curioso del caso, al menos en España, es que la práctica de divulgar los supuestos amores concupiscentes de los reyes, fueran verdad o no, procedía de la misma corte.
El primero en hacerlo fue Fernando VII cuando era príncipe de Asturias. Junto al duque del Infantado y el conde de Montijo propagó antes de 1808 libelos y estampas pornográficas que mostraban a su madre, la reina María Luisa, con el valido, Godoy. Fueron las llamadas "ajipedobes" (léase al revés) cuya autoría, probablemente, se pueda atribuir en algún caso al propio príncipe. Por supuesto, el futuro rey felón se hacía el sorprendido al recibir las noticias sobre la existencia de tales papeles. Pero Fernando tampoco fue original. Los republicanos franceses, años antes, difundieron por los mismos medios la imagen de una María Antonieta sexualmente depravada.
El éxito en ambos casos fue extraordinario. La reputación de Carlos IV y María Luisa, amen de la de Godoy, ha quedado arruinada hasta hoy, si bien su comportamiento no fue precisamente edificante. El contraste con esa imagen libertina era el de un príncipe Fernando compendio de todas las virtudes que, además, era maltratado por su "pérfida" madre y su "tirano" amante.
El origen de la propaganda erótica de Isabel II también fue Palacio. Su suegro, el infante Francisco de Paula, inició la copiosa literatura y estampería destinada a degradar la imagen de la reina con el objetivo de influir políticamente. Porque aquella propaganda, que pronto pasó a los periódicos, era un instrumento para manejar la opinión pública, difundir ideas, imágenes, símbolos y emociones. Y lo mismo ha ocurrido con cuantos reyes hemos tenido, o eso parece.
El humor gráfico y la prensa satírica, nunca desposeída de contenido político o social, ha levantado y hundido a unos personajes, como ha triturado y ensalzado a otros. El silencio tanto como el ruido son cuestiones que se negocian y justifican. Las críticas llamativas y persistentes a la vida privada de la reina Victoria de Inglaterra, en el XIX, se vieron cortadas por la campaña favorable del Gobierno, convirtiéndola desde entonces en el modelo de moralidad y pulcritud que nos ha llegado. Las comparaciones con otras coronas europeas actuales, incluida la española, son obvias.
En la España del siglo XX, la degradación pública de la vida privada de los reyes ha tenido como origen el deseo de contraponerla a la supuesta moralidad y virtudes cívicas que representa la República. Y como dicho mensaje tuvo éxito en el primer tercio del Novecientos y alguno aún respira por la herida, la imagen de la Familia Real ha sido y es respetada. No sólo por inteligencia política, sino por la enorme diferencia entre el titular hoy de la Corona y sus predecesores.
Ya no es tiempo de publicaciones del tono de Los Borbones en pelota, propias de sociedades recién salidas de la tiranía. Pero la actitud del Fiscal y el juez recuerdan a aquel ministro español que, para detener los libelos que circulaban sobre Isabel II, mandó una circular a todos los gobiernos europeos detallando los insultos. Inteligencia privilegiada.
jueves, julio 26, 2007
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