viernes 9 de febrero de 2007
Bermejo
POR IGNACIO RUIZ QUINTANO
Caramba, cómo se han puesto en Madrid porque han hecho ministro a Bermejo. ¿Y quién es Bermejo? El último Bermejo que uno recuerda es un centrocampista de brega del Atlético al que ni siquiera pongo cara. ¿Será ése el nuevo ministro? Por las fotos, no. Parece malencarado, pero ¿qué esperan ustedes de un fiscal? Por otro lado, también parece de los de Madrid de toda la vida, y eso debería ponernos contentos. A mí me gusta. Viene a demostrar ese prejuicio según el cual aquí, quien quiere, puede ser ministro. Para parar los pies a quienes pongan en solfa la democracia española, bastará con decirles: «Ahí está el nuevo ministro». Es un cargo con buenas salidas. El pepero Michavila lo dejó para hacerse representante de Shakira, y el pesoero López, para intentar convertirse en tótem de las Islas Canarias. ¿Que Bermejo nunca condenó al Gal? Bueno, nadie, salvo un tonto, tira piedras contra su propio tejado, y el Gal sigue siendo el tejado de nuestro tardoprogresismo. En cuanto a las frases que se le atribuyen, es verdad que, sacadas de contexto, suenan a «boutades» impropias de un personaje llamado a erigirse en Notario Mayor del Reino. «Soy de izquierdas y como tal actúo». ¿Qué se quiere decir con eso? O mal conoce uno a los progres, o lo que esas palabras significan es que, como izquierdista, piensa vivir del erario público toda la vida, dado que el mercado capitalista es un invento radicalmente contrario a su sensibilidad. Chapotear en la economía privada, cobrar de un patrón que seguramente sea un facha, peligrar en el puesto de trabajo... son sensaciones que repugnan al verdadero espíritu de izquierdas, y Bermejo es de izquierdas y como tal actúa. Luchó contra los papás en la Guerra Civil y ahora le toca luchar contra los hijos. No ve uno dónde está la pega. Es cierto que a veces se dejaba caer por el palco del Bernabéu y, en los descansos, se comía las pulguitas de jamón de dos en dos. Pero, ¿qué se le podía reprochar, si a su lado estaba López Garrido que se las comía de cuatro en cuatro? Es curioso, pero comiendo, de lo mismo, la mitad, a Bermejo nunca le ha dado por meterse con un poliomielítico. Se merece cien días de confianza.
viernes, febrero 09, 2007
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