miercoles 21 de febrero de 2007
PILAR CERNUDA
crónica personal
Eje Madrid-Barcelona
En tiempos de cólera, salta Alberto Ruiz-Gallardón y propone un eje Madrid-Barcelona que deja chico a la Alianza de Civilizaciones, colocando en el primer plano del debate político al alcalde de Madrid, que por otra parte es lo que de verdad le gusta: es ahí donde quiere estar.
Explicó su proyecto en Barcelona y ante la flor y nata de la sociedad catalana, encabezada por un grupo de prestigiosos empresarios que hasta hace nada movían el mundo económico y que en los últimos tiempos han vivido con preocupación, e incluso angustia, el cambio del panorama.
La aprobación del Estatut ha provocado la animadversión de un porcentaje amplio del resto de españoles hacia lo catalán, con todo lo que eso significa de discriminación de sus productos, descenso de la cuenta de resultados de importantes empresas y huida de inversores hacia regiones aparentemente menos conflictivas socialmente. A todo ello se suma la decisión que han tomado varias entidades extranjeras de abandonar sus instalaciones en Cataluña para asentarse en los nuevos países de la UE, con mano de obra barata y una disciplina férrea de la clase obrera.
La iniciativa de Ruiz Gallardón es inteligente. En primer lugar porque se coloca en un plano superior al de un político municipal; en cierto sentido reitera su permanente "aquí estoy yo" que tanto irrita a sectores relevantes de su partido, conscientes de que Gallardón pica a lo más alto. Rajoy sabe perfectamente que en Gallardón tiene un colaborador leal, de hecho lo ha invitado a incorporarse a su grupo de maitines, el think tank del PP; pero sabe también que es un hombre a la espera, y que si por las razones que fueran Rajoy tuviera que ser relevado en la presidencia del PP, él daría el paso al frente.
Pero también es inteligente su propuesta por una segunda razón: con la alianza Madrid-Barcelona a todos los niveles, político, cultural, financiero, de diseño y de coordinación de infraestructuras entre otras materias, el alcalde se coloca por encima de discrepancias, aparece como un hombre de Estado que no recela del poder autonómico ni siquiera con estatutos que provocan ronchas.
Hace muchos años que Alberto Ruiz-Gallardón no da una puntada sin hilo. Tampoco lo ha hecho ahora: en Barcelona ha presentado una propuesta como alcalde, pero él piensa y actúa desde hace tiempo como posible presidente del Gobierno.
martes, febrero 20, 2007
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