viernes 2 de febrero de 2007
Que se la pique un pollo
Miguel Martínez
A QUELLOS de mis queridos reincidentes que, como un servidor, sean o hayan sido aficionados a las aventuras de Astérix recordarán a un crío -creo que el hijo de un jefe de una tribu amiga-, del episodio “Astérix en Hispania”, que traía por el camino de la amargura a Astérix y Obélix, pues cuando al chaval se le llevaba la contraria o no se accedía a sus caprichos, se aguantaba la respiración hasta ponerse rojo como un tomate (de los rojos, obviamente), permaneciendo sin respirar hasta que se consentían sus antojos, momento en el que –una vez se había salido con la suya- volvía a respirar normalmente, recobrando el color y el resuello. Recuerda un servidor de aquella lectura –corrían sus primeros años de adolescencia en la biblioteca de un instituto de bachillerato- que pensaba de aquellos dos galos que, pese a su fuerza y predisposición al bofetón para con los romanos, eran muy buena gente pues un servidor, en el pellejo de ellos, a la que el niño insolente hubiese iniciado una de sus amenazas del tipo “pues ahora no respiro”, le hubiese respondido “pues tú mismo, chaval, a mí como si te la pica un pollo con el pico mellado” y allí se hubiera acabado la historia de aquel criajo insolente: o bien asfixiado en su propia testarudez, o bien vivito y coleando pero con su vanidad maltrecha y el farol –de los de farolear, no de los de alumbrar- hecho añicos. Y este episodio que les narraba acudía a la neurona de un servidor estos días a consecuencia de la petición del Fiscal de la Audiencia Nacional de prisión atenuada para De Juana Chaos, por encontrarse éste en estado precario de salud a consecuencia de la presunta huelga de hambre –y digo lo de presunta porque al parecer en las anteriores huelgas que protagonizó se ponía el hombre tibio de jamón- que, voluntariamente, y como protesta por su situación, está llevando a cabo. Y es que tal y como les comentaba en el artículo sobre la ejecución de Saddam (edición 253 de Vistazo a la Prensa) a un servidor le acometen serias dudas y contradicciones cada vez que la Justicia ha de actuar sobre un asesino de la calaña de Saddam o de la de De Juana Chaos, que si bien en la cantidad quizás Hussein le sacara algo de ventaja, en la calidad –y para un asesino la calidad debe de ser el refinamiento en la ejecución y el regocijo en los asesinatos llevados a cabo- este de Juana no tiene nada que envidiar ni a Saddam, ni a ninguno de los famosos asesinos de la Historia. A los que crean que es una exageración la comparación Saddam/De Juana, quiero recordarles las palabras expresadas por el terrorista vasco en 1998, tras el asesinato por parte de ETA del matrimonio Becerril en Sevilla: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella, ya he comido para todo el mes”. Así no es de extrañar que el hombre sea tan aficionado a las huelgas de hambre, se alimenta el muy miserable del dolor ajeno. Al igual que Astérix y Obélix, muy buena gente tiene que ser el Fiscal de la Audiencia que solicita la prisión atenuada para de Juana atendiendo a su estado de salud, porque, a un servidor, y más aún después de rememorar las manifestaciones del Chaos ése, en las que afirma sentirse encantado al ver el rostro desencajado de los familiares de las víctimas, lo que le pide el cuerpo es decirle, al igual que al niñato ése de Astérix, que si deja de comer y a consecuencia de ello se va al otro barrio, pues que se vaya y, de paso, que se la pique un pollo con el pico mellado. Y es que no acabará de comprender el terrorista ése cómo es posible que por asesinar a 25 personas cumpla menos de 20 años y que, en cambio, le pidan 12 años y siete meses por amenazar a cargos públicos en escritos suyos publicados en el diario Gara. Seguramente no le llegarán las entendederas a ese asesino para comprender que por esos asesinatos fue condenado a una pena varios miles de años que, en aplicación del Código Penal del 73 y con la concurrencia de otros beneficios penitenciarios comunes a todos los presos, se vieron reducidos a 18. Esos Tribunales de Justicia que de Juana dice no reconocer le rebajaron en dos mil y pico años la condena. Está claro que si no puso objeciones a la rebaja, pese a no reconocerlos y no creer en su autoridad, fue, más que nada, por no hacerles un feo a los pobres magistrados, que se dieron todo el faenón de calcular y recalcular condenas y años. Como les decía, probablemente un servidor no sea tan buena gente como el Fiscal de la Audiencia, porque no alcanzo a comprender que se pueda prostituir una medida -la de aplicar prisión atenuada a aquellos reos con enfermedades irreversibles o graves cuya salud corra peligro entre rejas- utilizándola en un caso como éste, en el que la enfermedad grave aparece, exclusivamente, a causa de la tozudez cerril de un asesino que se niega a comer (al menos en público) por creer que así va a conseguir que le abran la puerta de la celda. Aunque quién sabe si la verdadera razón de la nueva huelga de hambre de De Juana no es sino, simplemente, la ausencia de apetito a causa del atracón que le habrá supuesto el ver los rostros desencajados de los familiares de las dos nuevas últimas víctimas de ETA, que ya sabemos -él lo ha confesado- que eso de la tragedia ajena le “pone” y le alimenta. En cualquier caso, y ésa es una de las contradicciones a las que me refería, de una parte, a uno no le quitaría el sueño que el susodicho De Juana decidiese arrancarse una y otra vez la sonda que lo alimente hasta que la palme, pero, de otra parte, entiendo que el Estado de Derecho debe garantizar la vida de sus reos, por asesinos que sean o hayan sido. En primer lugar, por pura coherencia y salud democrática, y, en segundo lugar –quizás menos caritativo pero la mar de pragmático-, aunque sólo sea para hacerle cumplir efectivamente todos y cada uno de los días de pena a los que haya sido condenado. En cualquier caso, lo verdaderamente fastidioso del De Juana Chaos éste es que, si de veras fue cierto que tuvo intención de suicidarse, no haya llevado esa decisión a la práctica hace treinta o cuarenta años. Todos hubiéramos salido ganando.
jueves, febrero 01, 2007
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