viernes 9 de febrero de 2007
Vuelta de tuerca de Batasuna
Juan Pablo Mañueco
E STE miércoles pasado Batasuna, ha dado una nueva vuelta de tuerca a su perpetua idea del conflicto histórico que enfrenta a “los vascos” (lo que en su lenguaje incluye también a los navarros) con el Estado español, la forma abstracta y un tanto despreciativa con que ellos llaman siempre a lo que la mayoría de nosotros, más sentimentalmente, llamamos España, y que oficialmente se denomina Reino de España. La propuesta Batasuna aboga por constituir “una autonomía conjunta entre el País Vasco y Navarra dentro del Estado español” y con “capacidad de decisión sobre su independencia”. Por otra parte, la ilegalizada formación radical vasca no renuncia a sus propósitos anexionistas del País Vasco francés, si bien no lo plantea ahora, sino que afirma que ya se entenderá posteriormente con el Gobierno de París. Es decir, lo de siempre, pero dicho de otro modo... En lugar de responder afirmativamente a la cuestión que se le está planteando desde todas las fuerzas políticas, la condena y el abandono de la violencia, Batasuna saca a la luz, como cosa nueva, uno de los pasos previos que, con toda seguridad, ya habrá planteado en sus conversaciones secretas con el Gobierno. Y sin renunciar tampoco al objetivo final: la violencia. La propuesta de Batasauna, aunque permitida por la disposición transitoria cuarta de la Constitución española, adolece de dos defectos: la violencia armada de los grupos desde donde llega la oferta y la práctica de intimidación callejera y de acoso al disidente con que desarrollan sus actividades políticas... Práctica que continuaría si se admitiera dicho plan, primero en Navarra, para aislar y acosar a quienes no estuvieran conformes con la anexión. Y posteriormente en esa hipotética Comunidad Vasco-Navarra, para presionar a todo aquel que no optara por la independencia. El camino correcto no es aceptar esta nueva cortina de humo que lanza Batasuna, para que parezca distinto el camino y los métodos que ha seguido siempre. Al contrario, aquí y ahora, de lo que se trata es de una renuncia expresa y definitiva a la lucha armada. Pero también de otra forma de hacer política, a partir de unos valores democráticos, los cuales implican, antes que nada, el respeto a los otros: la ausencia no sólo del asesinato sino también de la persecución y de la anatemización del adversario. “Dialogar” con fanáticos, los cuales, una y otra vez volverán a caer en los mismos propósitos finales y en parecidos métodos para obtenerlos, más bien parece camino seguro a equivocarse en alguno de los recodos del sendero.
jueves, febrero 08, 2007
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