viernes 9 de febrero de 2007
Vieja amistad, creyente y muy católica
Joan Pla
G UARDO en el corazón, que es la única memoria decente e inextinguible del hombre, un párrafo que me dedicó Antonio Parra, refiriéndose a mis artículos en general, no sólo a los que desde el 14 de febrero de 2003, cuatro años justos, estoy publicando aquí, sino a otros que han aparecido en diversos medios a lo largo de los últimos ocho lustros. Lo digo, porque hace unos días me reencontré con un viejo y querido colega y le sugerí que, ahora que se ha jubilado y tiene tiempo, dedique unos minutos a leer a los que nos lanzamos al ruedo, semana tras semana, en la esplendorosa sección de "Firmas invitadas". No me ha contestado y parece que se lo ha tragado la tierra. Me temo que ha salido echando leches, al constatar que aquí son muchos y muy altos los "decibeles", como le dice Hugo Chaves a Fidel Castro, de la canción patriótica y nacional. No hace falta decir que mi viejo amigo es de izquierdas y que sus mayores éxitos profesionales los ha tenido fustigando a los prebostes y chorizos de la derecha que, como sabe el buen lector, haberlos haylos. No estoy seguro, pero creo que mi viejo colega ha tenido una infancia creyente y muy católica, como el 99 por ciento de los niños españoles que no fueron, aunque ya habían nacido, a la guerra del 36. Todos y todas hemos sabido que había películas "gravemente peligrosas" y películas "toleradas para menores". Todos hemos vivido en carne propia las dentelladas de la conciencia cuando creíamos estar en pecado mortal, a pique de quemarnos eternamente en el infierno. Después, con los años y con la democracia cada cual hizo de su capa un sayo y algunos hasta se alistaron en el Partido Comunista, principalmente los hijos del Jefe Local del Movimiento en la provincia. Los de familia roja solían convertirse al cristianismo en los Cursillos de Cristiandad y más de uno llegó a cura y a obispo. Tanto los hijos de los que hubiesen preferido cantar el himno de Riego como los de aquellos que cantaron el Cara al Sol con toda su alma, fuimos niños de catequesis y de primera comunión vestidos de marinerito y ellas, nuestras adorables coetáneas, que ya son abuelas y bisabuelas, se vistieron de novias blancas, vírgenes a toda vela y a todo velo, y recibieron a Jesús Sacramentado, que es el cordero de Dios que quita los pecados del mundo, o sea , el "agnus Dei qui tollit pecata mundi", como diría el insigne latinista Parra, al que cité al principio de este artículo y ahora diré por qué: Conocí a Parra en el diario SP, fundado por el falangista Rodrigo Royo, que fue el primer diario falangista que se atrevió a publicar un editorial en el que sus tres directores adjuntos – Julio Merino, Alfonso Calviño y Homero Valencia – y casi todos sus trabajadores de Redacción, Administración y Talleres declararon ante la opinión pública que no pertenecían a la F.E.T. y de las J.O.N.S. Nunca he creído que Juan Santiso fuera más comunista que Ángel Úbeda, como tampoco he creído que Julio Merino fuese más facha que Alfonso Calviño. Nunca me fijé en su etiqueta política. Sólo me interesaron sus valores humanos y profesionales. Siempre me he llevado mejor con un adversario inteligente y honesto que con un correligionario imbécil y engreído. Quiero decir que nos medíamos y nos valorábamos por la calidad de nuestros trabajos y por la bondad de nuestros actos. Así, pues, lo que Parra dice de mi en el siguiente párrafo, no lo transcribo para alimentar mi vanidad. Dios me libre de las pasiones inútiles. Lo pongo aquí, porque sus palabras, referidas a todos y a cada uno de los que escriben aquí, son las que yo quería emplear cuando le aconseje a mi amigo que nos leyera. Dice Antonio Parra, textualmente: "He leído con verdadera unción los artículos de Juan Plá, ese mallorquín de cabeza clara e inteligencia poderosa, cálamo currente, y que a pecho descubierto no se desdice de su pasado, que todos recordamos en los tiempos de SP, dirigido por Rodrigo Royo, novelista, escritor, corresponsal de ARRIBA en Washington, que escribió el mejor libro sobre los USA y uno de los mejores libros sobre el asalto a Stalingrado. Pla me recuerda los tiempos de Santiago Cordero. Allí se incubó una verdadera revolución periodística por la libertad que hoy se echa de menos en la prensa de Madrid que ha vuelto a ser canallesca y sectaria y ha dejado de ser imparcial. Sin embargo, Joan, maestro, tú sigues siendo siempre el agudo periodista de antaño. "Old soldiers never die". "Los viejos soldados nunca mueren" Estamos un poco más viejos, pero en ilusión seguimos siendo adolescentes. Gracias, maestro, colega y amigo. No te rindas. Yo también, por haber sido corresponsal de Franco en Londres y en Nueva York, soy ninguneaado y perseguido. La caza de brujas dura ya demasiado tiempo pero nos derriban sin rematarnos como decía Pablo. O como decía Gracián, aquel tozudo aragonés converso, "Español soy hasta la gola, que siempre la libertad será española". Le agradezco a Parra sus palabras, pero ya digo: Me gustaría que las leyera mi viejo amigo, el que no me ha vuelto a decir ni pío desde que le sugerí que navegase un rato por los mares azules y rojos de "Vistazo a la Prensa"
jueves, febrero 08, 2007
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