jueves, febrero 01, 2007

Ladron de Guevara, Manifestacion del dia 3

viernes 2 de febrero de 2007
Manifestación del día 3
Ernesto Ladrón de Guevara
S IN duda, acudir a la manifestación del día 3 de febrero es un requerimiento moral. En esa manifestación concurrirán gentes de muy variadas procedencias ideológicas y de muchas sensibilidades. Lo que nos unirá a todos es la perplejidad que produce ver cómo se desmorona el sentido de Estado, cómo se pervierten las lealtades constitucionales, cómo el Estado de Derecho se tuerce para convertir la Justicia en una causa de oportunidad que es lo que más perjudica precisamente al significado que tiene esa imagen alegórica cuyos ojos están tapados para sancionar los hechos objetivos sin mirar la identidad del que los produce. Es ése el sentimiento que será la argamasa de tan variadas procedencias y planteamientos: la percepción cada vez más evidente de la pérdida del sentido de la justicia. Es obvio que los valores que dan sentido a una democracia de corte occidental que no sea ni orgánica, al estilo de las dictaduras hispanoamericanas más o menos encubiertas, ni populares, al modo de los países de corte marxista, implican que la calidad de la democracia sea mayor en función del grado de independencia de cada una de las patas que sostienen al sistema (legislativo, ejecutivo y judicial), y, sobre todo en la medida en que los jueces cumplan su función sin interferencias de los otros poderes. Y lo ocurrido estos días en relación a la citación del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco al Presidente de la Comunidad Autónoma Vasca no es un buen indicio, con independencia del juicio que nos merezca la causa que ha motivado la comparecencia de Ibarretxe ante quien ha de juzgarle. El PNV cree que el País Vasco es suyo, y que todo lo que se mueve en el territorio vascongado debe rimar al son que le marcan sus burukides. O tal vez piensen que como Zapatero actúa con toda impunidad en cuanto al reconocimiento de los representantes políticos de ETA y en la negociación con la Banda, Ibarretxe no ha de ser menos. Al fin y al cabo, Euskadi, para ellos, es un ámbito de decisión del mismo rango que el del conjunto de España, y ¡cómo va a ser menos Ibarretxe que Zapatero! No voy a ser yo quien trate de buscar la razón de las contradicciones. Quien las produce tendrá que explicarlas. Lo mismo ocurre con el Gobierno de España: Zapatero y sus colaboradores deberían dejar en manos de la justicia y de la policía la persecución del delito y el cumplimiento de las penas impuestas a los terroristas, máxime cuando éstos lejos de mostrar algún tipo de arrepentimiento se reafirman en sus propósitos, entre los que se encuentra el dejar a España astillada como cristal al chocar contra el suelo. Lejos de rectificar ante la evidencia de que ETA va a proseguir en su chantaje al Estado, Zapatero actúa como caballo de Troya de los secesionistas dentro de la misma cúpula del Estado. Es como si metiéramos al zorro en el gallinero confundiéndolo con el gallo. Quien no lo vea, o está ciego o fanatizado.

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