miercoles 7 de febrero de 2007
Sin estrategia en Irak
JUANJO SÁNCHEZ ARRESEIGOR /HISTORIADOR, ESPECIALISTA EN EL MUNDO ÁRABE
No debemos sorprendernos de que el Congreso de Estados Unidos haya rechazado la nueva estrategia para Irak del presidente Bush. En realidad se trata de la misma vieja estrategia, -falta de estrategia sería más correcto decir-, que ha llevado a la nación más poderosa de la Tierra al atolladero en el que actualmente se encuentra. La única novedad de esta ¿nueva? estrategia presidencial es el envío de otros 20.000 soldados para reforzar a sus apurados compañeros en Irak. Siempre se puede hacer algo útil con 20.000 soldados adicionales, pero en la actual situación bélica necesitarían muchísimos más. No tiene sentido enviar 150.000 soldados a una misión donde se necesitan 300.000 y dejar que los vapuleen, pero eso es lo que ha hecho el Gobierno norteamericano.Las razones de este colosal error son múltiples. La primera es el dinero, pero hay otras, empezando por la escasez de soldados. No se envían más tropas porque no las hay. La guerra en sí misma actúa contra el reclutamiento porque son muy pocos los que están dispuestos a alistarse para lo que se percibe ya como un callejón sin salida. La ideología es otra razón: el defenestrado secretario de Defensa Donald Rumsfeld defendía una estrategia militar basada en la combinación de una demoledora potencia de fuego con una avanzadísima tecnología, que permitiría que las fuerzas enemigas fueran aniquiladas por un reducidísimo número de efectivos propios encuadrados en unidades pequeñas y muy móviles. Los generales intentaron advertirle de que este esquema sólo podría funcionar en ciertas circunstancias pero Rumsfeld, un civil sin conocimientos militares de ningún tipo, no quiso escucharles. Ahora que ha sido destituido, su carácter autoritario y antipático le convierte en el chivo expiatorio perfecto, pero la tecnofilia es un componente básico de la ideología popular de gran parte de la nación.El culto a los ganadores y a la omnipotencia de Estados Unidos nubla el raciocinio de los norteamericanos. En EE UU la palabra 'loser' -perdedor- es un grave insulto con una fuerte carga de desprecio. Los norteamericanos, tanto el pueblo como el Gobierno, no están preparados para afrontar el fracaso y la derrota. Esto puede parecer absurdo y subjetivo, pero los estadounidenses son una nación joven y geográficamente aislada. No tienen experiencia en derrotas sin paliativos, hegemonías perdidas e incluso invasiones y ocupaciones de larga duración. Otras naciones han sufrido estos traumas y han sobrevivido. Los norteamericanos creen que esas cosas no pueden sucederles nunca. Ellos son la nación más fuerte del mundo. ¿No pueden perder! No comprenden que hay luchas donde la fuerza por sí sola no es suficiente. Hace falta un plan y algo más. Con una buena palanca puedes mover el mundo... si tienes un punto de apoyo. Los norteamericanos no han encontrado su punto de apoyo en Irak, es decir, no disponen de aliados locales capaces de mantener la situación bajo control sin presencia militar de EE UU. En este aspecto, resulta perfectamente pertinente la comparación con la invasión napoleónica de España y el desafortunado gobierno de José Bonaparte.Es necesario resaltar que la palanca militar norteamericana es sólida. En Vietnam los estadounidenses sufrieron 55.000 bajas mortales en siete años pero los tres años de guerra en Irak sólo les han provocado 2.500 muertos. En cifras redondas, las bajas anuales que les causa la insurgencia iraquí son sólo una décima parte de las que les provocaba el Vietcong. Pese a las numerosas diferencias entre ambas guerras, es evidente que las tropas norteamericanas pelean mejor que en Vietnam y que no tienen la culpa del atasco iraquí.Para los estadounidenses, la diferencia más decisiva entre Irak y Vietnam es que ahora no pueden marcharse. En Vietnam, Estados Unidos no logró la victoria pero tampoco fue derrotado militarmente. Los vietnamitas ganaron por abandono del adversario. Cuando el cansancio de una lucha sin fin pudo más que la terquedad y el orgullo, los norteamericanos pudieron largarse porque, pese a la llamada 'Teoría del dominó', Vietnam y toda la península de Indochina podían caer en manos del comunismo sin que ello afectase demasiado al resto del mundo. Irak en cambio forma parte del sector geopolítico más decisivo de nuestro tiempo, la 'Madre de las Riquezas', la mayor aglomeración de petróleo del mundo, con dos tercios de las reservas mundiales.Otra diferencia nefasta entre Vietnam e Irak es que los vietnamitas estaban férreamente encuadrados por el Gobierno de Hanoi. Por lo tanto, tras marcharse los norteamericanos, Indochina no se sumió en el caos. En cambio la insurgencia iraquí está formada por grupos dispersos que a menudo luchan entre ellos. Si los norteamericanos se limitan a largarse, todos los escenarios posibles parecen sacados de una pesadilla: colapso de la autoridad central, luchas interminables entre señores de la guerra, guerra confesional, los integristas tomando el poder, fragmentación del país, intervenciones exteriores, el barril de petróleo a 100 dólares, etcétera. Por lo tanto, tras haber sumergido Irak en el caos con sus imprudencias, Estados Unidos no puede abandonar el país y dejar que el incendio se extienda a toda la región, porque ello implicaría una grave amenaza para sus intereses más vitales y los de otras muchas naciones.Quedarse no es suficiente. Hace falta un plan y Bush no lo tiene, pero el Congreso tampoco. Aunque concibieran una estrategia, habría que ver si disponen de tropas y dinero suficientes para llevarla a la práctica. En estas condiciones es imposible ser optimista.
martes, febrero 06, 2007
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