jueves 8 de febrero de 2007
PELÍCULA DE ACCIÓN "CON MENSAJE"
Diamante de sangre
Por Juan Orellana
Esta semana ha tenido lugar la Conferencia Internacional "Liberemos a los niños de la guerra" en París bajo los Auspicios de UNICEF. Se calcula que hay en el mundo 250.000 niños utilizados como soldados y guerrilleros, tras un adiestramiento atroz y un terrible lavado de cerebro.
Este es uno de los temas más sangrantes que propone Diamante de Sangre, el último trabajo de Edward Zwick, director de grandes películas como Tiempos de gloria (1989), En honor a la verdad (1996) o Leyendas de pasión (1995). También dirigió El último samurái (2003) y participó como productor en películas tan significativas como Yo soy Sam (2002) o Traffic (2000). Estamos, pues, ante uno de los pilares del Hollywood contemporáneo.
Leonardo di Caprio aspira al Oscar con esta película de acción y denuncia política. La verdad es que, aunque el asunto de que trata Diamante de sangre es en sí mismo escalofriante y conmovedor, el tratamiento que se le da es en excesivo comercial y efectista. La película se aproxima a la indignante cuestión de la financiación de la guerra civil genocida que asoló Sierra Leona en los noventa. Danny Archer –interpretado por Leonardo DiCaprio–, es un mercenario sudafricano movido sólo por conseguir dinero. Solomon Vandy, que encarna el también nominado Djimon Hounsou, es un africano lugareño que busca a su hijo, convertido en niño-soldado por uno de los señores de la guerra, y Maddy Bowen –con el rostro de Jennifer Connelly– es una periodista americana idealista y rebelde. Las vidas de estos tres personajes se unirán en una compleja trama que podrá redimirles de sus heridas y de su pasado.
Edward Zwick, el director y productor de la película, quedó muy conmocionado al conocer el documental de Sorious Samura sobre el genocidio de Sierra Leona. Decidió hacer un film que diera a conocer al gran mundo la realidad sangrante de los niños soldados, de la eliminación sádica y cruel de aldeas enteras, del mercado negro de armas, y en fin, de toda esa galaxia de corrupción y mal que rodean guerras civiles como esa.
Quizá por esa intención un tanto documental y de denuncia, el film se recrea en escenas crueles y violentas, muy bien rodadas pero demasiado impactantes. El argumento, por su parte, se torna muy "peliculero" y hollywoodiense, lo cual resta verosimilitud al conjunto, pero funciona muy bien desde el punto de vista del cine de género. Di Caprio hace un trabajo maduro y solvente, y encarna al personaje con mayor drama humano, y cuyo desenlace puede considerarse como lo mejor de la película.Aunque haya quien acuse al film de ser un producto comercial levantado sobre una tragedia real, lo cierto es que Edward Zwick ha querido hacer una película sincera, y supone para la mayoría de los espectadores el descubrimiento de uno de los dramas del Tercer Mundo que más ha denunciado la Iglesia contemporánea: el aprovechamiento de la confusión e indigencia de los pueblos africanos para la ganancia de unos pocos "pescadores" aprovechados.
miércoles, febrero 07, 2007
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