miercoles 21 de febrero de 2007
Dimensión procesal
JUAN BAS j.bas@diario-elcorreo.com
Hace muchos años escribí crónicas de audiencia para un diario de efímera existencia. Recuerdo que letrados y reincidentes sabían que ante los mismos hechos y circunstancias la pena variaría hasta un año si al acusado le tocaba el juez de una sala o el de la otra. Y he conocido a un juez de lo penal, de gran pureza fascista -está en ejercicio-, que considera que el Holocausto judío es una patraña.La administración de la justicia debe ejercerse a través del buen funcionamiento de su mecanismo: la adecuada interpretación de la ley y la rectitud al aplicarla. Pero son personas las encargadas de hacerlo y su subjetividad juega un papel demasiado relevante. Aunque considero que el poder judicial mantiene en un grado aceptable la independencia del ejecutivo y el legislativo, es evidente que algunos jueces no están a la debida distancia de sus filias y fobias partidistas y éstas se reflejan en el contenido y la contundencia de sus sentencias. Los lamentables ejemplos no faltan en este crispado periodo político que vivimos.Frente a estas reticencias, el inicio de la vista oral por la masacre del 11-M me ha transmitido una positiva impresión y me ha reconciliado en parte con la dimensión, seriedad y eficacia que ha de tener un proceso; en este caso un crucial proceso. Salvando las distancias, su carácter de gran juicio y su solemnidad me han recordado las imágenes del juicio de Nüremberg y sobre todo la expresión cinematográfica del mismo, la película 'Vencedores o vencidos' dirigida por Stanley Kramer en 1961.Todo: el gran número de acusados en la pecera aislada que se irán sentando uno a uno en el banquillo, la profusión de abogados y acusadores particulares, la humana gravedad de la fiscal que junto con el juez instructor dotó de contenido y se vio afectada por esas cien mil páginas de sumario, la estricta actitud del presidente del tribunal que ha dejado claro desde el principio que no va a permitir que nadie se pase ni media, los cientos de periodistas de medios de comunicación de todo el mundo y en especial el público, supervivientes de la matanza y familiares de las víctimas. Todos estos elementos parecen establecer una dimensión especial de ritualismo y de que se van a hacer bien las cosas. Es imprescindible que así sea porque este juicio es uno de esos momentos en que un Estado de Derecho ha de funcionar con precisión y demostrar ante sí mismo y ante el mundo que, a pesar de todo el polvo putrefacto que la desdibuja, hay una raya y a un lado de la misma está la brutalidad y la barbarie y al otro, la civilización y la ley. Una raya que este juicio debe servir para trazar más profundamente y demostrar al ciudadano que la justicia todavía es posible y le ampara y restituye.
martes, febrero 20, 2007
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