viernes 23 de febrero de 2007
El obispo Blázquez tiene razón
JOSÉ IGNACIO CALLEJA /PROFESOR DE MORAL SOCIAL CRISTIANA
El secretario ejecutivo de Comunicación del Partido Popular, Gabriel Elorriaga, acusó hace unos días al presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez, de haber cometido un error «profundo, política y moralmente» al asistir a la concentración del sábado 3 de febrero, convocada en la capital vizcaína a favor de la paz. Se refería a la concentración que llevó por lema 'muévete por la paz'.Por supuesto puede pensarse así, pero hay que aceptar los hechos como son. El obispo Blázquez no acudió a una manifestación de otros, sino que convocó una concentración por la paz desde la Iglesia Diocesana de Bilbao, a la que acudieron, a título privado, líderes políticos destacados del País Vasco. Gustará más o menos esta iniciativa, pero las cosas son como son. Si no damos a las palabras y a los hechos su valor más propio, todo queda manipulado.Para Elorriaga, la asistencia de Blázquez a esta 'manifestación' supuso un error moral y político, por cuanto el presidente de la Conferencia Episcopal habría actuado «de una manera muy política, al defender unos posicionamientos de parte». Insisto en que no puede hablarse, sin faltar a la verdad, de asistencia a una manifestación ajena, sino a una convocatoria pública de la Diócesis de Bilbao. Convocatoria que, por otra parte, y es fundamental reconocerlo y decirlo, estaba pensada desde hacía mucho tiempo, y no cabe ver, por tanto, en alternativa con la manifestación convocada por el Foro Ermua, en Madrid, a la misma hora y día. ¿Debió suspender el obispo Blázquez su convocatoria en las nuevas condiciones políticas de España? Esto sí pudo ser planteado y estoy seguro de que así se hizo. (Hablo desde el sentido común). Y si, con todo, se siguió adelante es porque la Iglesia de Bilbao creyó aportar un elemento específico, justo y oportuno a la paz en nuestra sociedad. Es muy legítimo pensar así y obrar en consecuencia. Si algunos partidos políticos, en el día de autos, buscaron apropiarse del valor simbólico y moral de la concentración para sus posiciones enfrentadas con el PP no es cosa de ignorarlo, pero tampoco de someterlo todo a su dictado. Desde luego que la Iglesia no tiene el monopolio moral de su sociedad, pero tampoco va a reconocérselo ahora a los partidos y asociaciones cívicas de uno u otro signo. ¿Tendrá que pedir permiso para cada palabra o gesto?A mi juicio, la Iglesia hace bien en buscar la impronta específica, justa y oportuna de su lucha por la paz, reconociendo sus pecados, sabiendo corregir sus fallos, escuchando ante todo a las víctimas, pero manteniendo si preciso lo juzga su denuncia y anuncio peculiares sobre la paz. Si lo entienden muchos, fenomenal; si lo entienden menos, también hay que aceptarlo; si lo entienden pocos, será doloroso; si no lo entienden la mayoría de las víctimas, será mucho más doloroso y mucho más digno de revisión, pero, al final, hay que decidir en conciencia eclesial. No se puede vivir prisionero de los partidos políticos y estoy seguro de que el obispo Blázquez ha obrado desde la libertad más plena. Si ha acertado sustancialmente es discutible; yo creo que sí; pero acusarlo de una opción política partidista creo que es una falsedad. El problema es que algunos, muchos según parece, se han acostumbrado a decir, y lo que es más grave, a pensar en casi todo que 'el que no está conmigo, está contra mí' y, así, las nuevas ortodoxias morales en política y terrorismo ya no están en manos de las iglesias, gracias a Dios, sino, por desgracia, en manos de grupos políticos y mediáticos en batalla campal por una democracia a su medida. Pero no es eso, no es eso. ¿Qué barbaridad!
viernes, febrero 23, 2007
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