viernes, febrero 23, 2007

Margarita Riviere, Crimenes familiares

viernes 23 de febrero de 2007
Crímenes familiares
MARGARITA RIVIÈRE

No hay escapatoria: un día tras otro contemplamos terribles crímenes familiares que van mucho más allá de lo que se ha convenido en llamar 'violencia de género'. Cuando personas hechas y derechas, con toda una vida a cuestas, ancianos venerables, acaban con sus familias para poner fin al sufrimiento compartido o por cualquier otra razón no más difícil de entender algo muy serio está pasando entre nosotros. Lo terrible es que, aunque tengamos tendencia a creer que son casos aislados o producto de locuras individuales pasajeras, la reiteración del drama -en cualquier parte de nuestra geografía- deja inermes esos inocentes deseos y aparece una tozuda e inquietante realidad: la vida no ofrece, a esas personas, ningún aliciente para seguir viviendo.¿Por qué suceden estos dramas? ¿Pueden explicarse de alguna forma, por elemental que ésta sea? Cuando las clases medias se instalan en la desesperación que muestran tantos de estos crímenes familiares, toda la sociedad debería reflexionar sobre por qué gente normal, que ha pasado por las más diversas situaciones de la vida, acaba sucumbiendo ante la imposibilidad de soportar la incertidumbre del futuro. Porque, seguramente, de eso se trata en estos casos: el futuro aparece como algo tan espantoso que no merece ser conocido. ¿No se trata, más que de la ausencia de valores religiosos, de la inexistencia de perspectivas simplemente humanas que ayuden a soportar los reveses más o menos duros de la vida? Parece más desconsolador el vacío humano: estos crímenes ponen el dedo en la llaga de nuestra propia incapacidad a la hora de atender -puro cuidado- a la gente que nos rodea.Como contraste, esta insensibilidad hacia el sufrimiento va inmersa en un futuro lleno de promesas y expectativas. Eso es lo que nos dicen y lo que buena parte de la realidad muestra: crecemos, compramos y vendemos, la economía va bien, la medicina avanza, más personas acceden a los servicios públicos... y todo ello es cierto. Igual que esos terribles crímenes familiares, que no hacen otra cosa que cuestionar directamente cualquier triunfalismo sobre la inocencia y la neutralidad del presente.

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