miércoles, febrero 21, 2007

Iran sancionado

jueves 22 de febrero de 2007
Irán sancionado

El plazo de sesenta días que el Consejo de Seguridad de la ONU dio al régimen iraní para que desistiera de sus planes nucleares expiró ayer sin que Teherán atendiera a la advertencia. El informe presentado por Mohamed al-Baradei confirma que Irán no sólo no ha cancelado su programa atómico, sino que lo ha intensificado con el más que probable objetivo de completar el ciclo de enriquecimiento de uranio para dotarse de armas nucleares. Para enfatizar su posición, el presidente Mahmud Ahmadineyad reiteró su determinación con palabras desafiantes, anunciando a los iraníes que «Dios ha prometido la victoria» y haciendo mención a la disposición al «martirio» como rasgo de superioridad frente al «imperialismo». Una retórica de enaltecimiento que, además de mantener el pulso con la comunidad internacional, trata de ocultar la decepción que su gestión está cosechando en materia de empleo, inflación, vivienda y abastecimiento de combustible. Los insistentes rumores sobre la eventualidad de que EE UU o Israel emprendan una operación militar de gran envergadura con el propósito de destruir, dañar o demorar el programa atómico iraní obligan a recordar que la resolución adoptada por el Consejo de Seguridad el pasado 23 de diciembre contiene límites estrictos y no autoriza a ejercer presiones fácticas o a esgrimir amenazas militares contra dicho país. Además, el informe de Al-Baradei reconoce que Irán no podría contar con armas nucleares en bastantes años. En el hipotético caso de que los norteamericanos amaguen con emplear la fuerza o se decidan a relacionar a Irán con reveses militares en Irak convertibles en un 'casus belli', estarían obrando de nuevo por su cuenta. Oriente Medio es ya un polvorín que amenaza la seguridad global. Frente a la más que incierta pretensión de atajar los riesgos que presenta la región mediante una acción de fuerza sobre Irán, seguirá siendo más seguro aplicar con celo las sanciones políticas y, sobre todo, económicas e industriales acordadas por el Consejo de Seguridad, perseverando al mismo tiempo en cuantas oportunidades de diálogo y conciliación puedan darse. Especialmente si la contestación al proceder del presidente Ahmadineyad y la corriente ultraconservadora que representa crece entre los iraníes.

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