viernes 23 de febrero de 2007
Inadmisible desunión
Las declaraciones de los portavoces del PSOE y del PP, tras reunirse ayer para preparar una eventual convocatoria de la comisión de seguimiento del Pacto Antiterrorista, evidenciaron que este tipo de encuentros no perseguía el objetivo de mantenerlo vigente, sino que cada partido buscaba en ellos la mejor manera de imputar al otro la responsabilidad de su ruptura. Está claro a estas alturas que ambas formaciones se encuentran cómodas en la discrepancia y que su acuerdo del 8 de diciembre de 2000 sólo les sirve ahora, seis años después, como escenario sobre el que representar su desacuerdo. Aferradas ambas a una interpretación reduccionista de los términos 'derrota' y 'diálogo' o 'ambigüedad' y 'firmeza', parecen haber decidido visualizar que lo mucho que en esta materia comparten no es nada en comparación con lo poco que en realidad las separa. Nos encontramos, pues, ante un desacuerdo ventajista que expresa más intereses partidistas que diferencias objetivas de contenido, pero que, pese a ello, se ha convertido, por las dos partes, en estrategia compartida.La 'unidad de los demócratas' siempre se ha considerado condición necesaria para acabar con el terrorismo, aunque no se trate de un talismán con efectos inmediatos y operativos sobre el final de la violencia. De lo que no hay duda es de que la desunión de los partidos constituye un obstáculo que dificulta sobremanera la obtención de dicho objetivo, toda vez que insufla esperanza en los terroristas mientras siembra el desánimo en la ciudadanía y la división en las instituciones. La falta de unión contribuye a frenar la movilización conjunta de toda la sociedad frente al terror y deja en el máximo desamparo a quienes han sido víctimas de los crímenes de ETA. Por ello, no es extraño que los resultados de la encuesta que ayer hizo pública el CIS vuelvan a situar el terrorismo, por primera vez desde 2004, a la cabeza de las preocupaciones ciudadanas. Ni sorprende tampoco que los sentimientos que predominan frente a la política sean los de «la desconfianza, la indiferencia y el aburrimiento». Tales datos confirman la impresión generalizada de que no ya las discrepancias, sino la desmesura con que los partidos las expresan están causando efectos muy perniciosos en el compromiso ciudadano con un valor tan importante del sistema democrático como el ejercicio de la función política. La opinión pública ya ha tomado nota de que el Gobierno y el principal partido de la oposición, el PSOE y el PP, discrepan respecto a la orientación de la estrategia para acabar con ETA. Por eso puede y debe exigírseles que no continúen insistiendo en la diferencia, que no la aireen a cada paso, que no se jacten del desacuerdo, que opten por acallar alguna vez tan vergonzosa división.
viernes, febrero 23, 2007
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