miercoles 21 de febrero de 2007
Detrás de la mampara
LUIS IGNACIO PARADA
Los veías ayer compactados detrás de la mampara, almidonados por la distorsión del teleobjetivo, difuminados por el cristal de seguridad y no pensaste que eran una deformación óptica: el achatamiento de las imágenes que producen las lentes de las cámaras. Por un momento imaginaste que eran la viva estampa de un coro de tragedia griega que hipaba en silencio esperando la clemencia de los dioses, un icono en bajorrelieve que se aferra a la presunción de inocencia, una masa informe que residiera detrás del círculo maldito en cuyo dintel vio Dante aquel rótulo que rezaba: «Lasciate ogni speranza».Porque, en verdad, los acusados del 11-M, enlatados en ese sarcófago transparente, en esa pecera antibalas, parecían espectros embutidos en sudarios, estreñidos de doctrinas, zánganos que horadaran el hormiguero de un pasado subterráneo: seguían los interrogatorios con la convicción de los analfabetos, con el gesto zurcido por las noches en blanco, con los rostros insolentes de las fotos de carné. Pero en seguida te arrepentiste porque el corifeo mayor recitaba otra vez una salmodia sólo acallada cuando el juez imponía su autoridad de furriel con la precisión de los equinoccios, con la soberbia inmisericorde de los pisapapeles, con la grosería exquisita de la sutileza.Y te dio por pensar que acaso tu desidia para tratar de entender por dónde va el mundo, qué fuerzas lo mueven, quiénes controlan, orientan y financian esas energías, hasta dónde llegan la grandeza y la miseria de la condición humana, a qué se deben las diferencias entre las ideas y las ideologías son en buena medida responsables de lo que ocurre en el mundo como lo son el confortable olvido de dónde acaba la democracia y empieza el totalitarismo, cuáles son los límites morales del progreso, dónde está la frontera entre la Religión y la Ciencia, cuáles son las mil caras del prisma de la verdad, en qué consiste la civilización, por qué los hombres se refugian en fanatismos, cómo han podido matar a lo largo de la Historia invocando el nombre de todos los dioses.Todo eso que te niegas a dilucidar son corrientes de agua que desembocan en ese proceloso océano en el que se ha convertido la convivencia de más de 6.000 millones de seres humanos: ricos y pobres, libres y esclavos, sabios e ignaros, insignes y bribones, justos e injustos, guapos y feos, honrados y corruptos, nativos e inmigrantes capaces algunos de mostrar el heroísmo más sublime o cometer otros la peor bajeza de este mundo, un mundo en el que el hombre ha horadado el espacio para viajar a las estrellas y ha descubierto el enigma de la vida, pero todavía mata y secuestra, tortura y lapida, se vende o compra a sus semejantes en nombre de ideologías, nacionalismos, religiones, ambición de poder o intereses inconfesables. A lo mejor todo eso es lo que provoca esas imágenes deformadas que veías ayer detrás de la mampara.
martes, febrero 20, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario