viernes 23 de febrero de 2007
Charlotadas
Miguel Ángel García Brera
V EO unos cartelones con el retrato de dos caras realmente insignificantes, vulgares, sin nada sobresaliente, adornados con la frase “NUEVOS TIEMPOS”, Sé, porque soy persona informada, que las caras se corresponden con la de Simancas, reincidente aspirante a la presidencia de la Comunidad de Madrid y Sebastián, consejero áulico de Rodríguez Zapatero y enamorado de la alcaldía de Madrid, para alcanzar cuyo despacho – su Julieta- ya ha iniciado el ascenso por la escala, como si de Romeo se tratara. Estos dos políticos nos permiten ya adivinar, con sus carteles de propaganda, lo que cabe esperar de su imaginación, porque “Nuevos Tiempos” fue un eslogan utilizado, en tiempos de la transición, por la hoy extinguida Alianza Popular. Bien está que los partidos se acerquen y que se evite la bronca con la que hoy se desayunan diariamente sus dirigentes. Pero que los futuros, por la izquierda de Madrid, – si es que llegan a serlo - , persigan el triunfo copiando la publicidad de una derecha pasada de tiempo y ya extinta –la de A.P- parece un poco fúnebre y no se yo si va a dar alguna rentabilidad a los que han puesto su cara en las paredes. Claro que, si uno quiere conocer sus planteamientos, la cosa se pone más difícil de asumir. De Simancas, no merece la pena comentar cosa alguna, pues ya se sabe que es opositor nato, tanto que, de haberse encaminado por vías profesionales, podría haber llegado muy lejos, y me refiero a la oposición de ingreso en algún cuerpo del Estado. Simancas es como aquel diputado de la II República –El Jabalí, le apodaban- que, aunque no hubiera oído la propuesta, siempre contestaba, “me opongo”. En lo que diga Sebastián, como es novato en esta plaza y no conocemos anteriores discursos, hay que fijarse más, aunque hasta ahora resulte penoso verle corretear los barrios con propuestas tan de chirigota como hacer peatonal la Gran Vía o, tan rústica, como la de oponerse a cuanto haya hecho el alcalde, cuyo puesto quiere arrebatar, si, con hacerlo, araña algún voto por efecto de la impresión demagógica, como en el caso de prometer quitar los parquímetros allí donde no han sido bien recibidos, sin estudiar si es razonable hacerlo. Me parece patético que los políticos, en lugar de buscar programas que mejoren la vida de la gente, lo que van buscando es donde hay algún grupo que ha protestado por alguna decisión del anterior, con el fin de decir que, si ellos ganan, harán todo lo contrario, aunque no piensen tal cosa o sepan, en algunos casos, que incluso sería imposible. Pero no hay que olvidar que Sebastián milita en el mismo partido que aquel viejo alcalde que decía que las “promesas electorales no son para cumplirlas”; lo que ocurre es que Tierno sabía latín y no se si está en ese caso el, por ahora solo monaguillo, en la alcaldía madrileña. En fin, que, a la vista de la campaña que llevan quienes dan la cara por “Nuevos Tiempos”, parece que el eslogan es una errata de imprenta y lo que quisieron escribir es “Tiempos Modernos”, recordando el filme de Chaplin. Al menos su actividad electoral hasta la fecha, no pasa de ser una charlotada. Claro que, para charlotada, la de Sánchez Dragó, cuyo diario informativo es una astracanada impudorosa y patética. Es triste contemplar como un buen escritor, sagaz investigador, ameno conversador, y con algunos atributos positivos más que reconocerle, se ha embarcado en esa bufonada que ofrece diariamente. Tenía ya suficiente notoriedad como para no caer en ese hoyo, sólo por afán de experimentar algo que no había hecho. Ponerse orejas de burro y cosas por el estilo lo hacen los escritores y los artistas noveles, adormecidos por el sufrir de la bohemia y no más que hasta que logran darse a conocer, y Dragó no está en ese caso. Yo espero de su inteligencia que, satisfecho su ego con la recepción del encargo y, con la posibilidad de presumir por haber sido el único capaz de iniciar su trabajo con una entrevista fabulosa a Ortega Lara, vuelva a sus cuarteles literarios donde nadie va a poder hacer otra cosa que admirarle. Y, como he entrado en el terreno de la información, no pasaré por alto la censura, en TVE, de una entrevista del Loco de la Colina. Desde los tiempos en que, como redactor de RNE –uno de los pocos ingresados en la Casa por oposición- teníamos que consultar al Jefe todo el Diario Hablado que íbamos a emitir, no creo que se haya producido otro caso más torpe. Tanto hablar de libertad de expresión, de renovación para la apertura y el equilibrio informativo, y, de repente, volvemos a aquellos años que la Constitución dejó enclaustrados en la historia, porque hay quien se olvida de su artículo 20. ¡Y precisamente desde un ente público, y a escasos días de haber sido pactado el nombramiento de otro Director General!
jueves, febrero 22, 2007
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