España crispada y Zaplana preparando la caída de Rajoy
Eloísa Sánchez Bolinaga
8 de febrero de 2007. España, por desgracia, está partida en dos mitades. Irreconciliables además, por ahora. Urge remendar el país. Y la única solución que se atisba –y muy difusa- son las urnas para salvar tanta crispada división. Así que si el nuevo culebrón del Estatut, con la por otro lado lógica recusación del magistrado Pérez Tremps, amenaza con llevarse por delante el prestigio del Tribunal Constitucional, arramplar con el cacareado respeto a la independencia judicial e incluso dar por zanjado el apoyo del PSC a Zapatero, y acaba convirtiéndose además en una buena excusa para adelantar las elecciones al otoño, como se escucha por mentideros socialistas estos días, pues bienvenido sea. Cuanto antes podamos hablar los españoles, mejor. Sin duda.La política española cada día que pasa huele más. ¿Quién tiene la culpa de ello? Primordialmente el bajo nivel de buena parte de nuestra clase política. Por supuesto. Lo que no pasa desapercibido a los ciudadanos. Todos andan en una carrera por los votos olvidando, en la mayoría de los casos, las razones. Sin darse cuenta de que en democracia el proceso es más importante incluso que el resultado. Así que lo que hacen nuestros políticos es dedicarse a expulsar a buenas porciones de electores sensatos del debate público. Es decir, se empecinan en perder la razón… y los votos. En ésas estamos. Oposición y Gobierno, Gobierno y Oposición a cara de perro, a mandoble limpio dando la espalda a los españolitos de a pie. Y ello cuando no son los mismos compañeros de partido los que andan a golpes, que ésa es otra y no pequeña.Porque cuando se observa que el principal partido de la Oposición, más bien Eduardo Zaplana, a través de hombres de confianza, prepara pacientemente un listado de personas para incluir en puestos de salida en las próximas listas de diputados nacionales del PP, con un único nexo -ser fieles sin discusión al portavoz popular en el Congreso-, se comprueba hasta dónde puede llegar el maleamiento por el que transita una parte de los representantes públicos, ajenos por completo a los problemas reales de los ciudadanos y entretenidos en sus filias y fobias personales y en juegos de poder. Si además los políticos fieles a Mariano Rajoy andan más pendientes de sus parcelas, ajenos a la telaraña que se teje para atrapar, cuando llegue el momento, a su líder, pues, como suele decirse, "si éramos pocos, parió la abuela".Tampoco el PSOE anda mucho mejor que el PP, si bien el poder une y cierra muchas bocas. La lucha entre la llamada "vieja guardia" y la "pandilla feliz" es soterrada pero muy real. La Moncloa y Ferraz van por un sitio y los dirigentes socialistas de otras épocas, apartados ahora de esferas de influencia, en voz baja, advierten sin éxito del precipicio al que se encamina su partido. ¿Saldrán a la luz tales divergencias? "Difícilmente", dicen aquellos que conocen bien a la familia socialista. Aquel mensaje del otrora poderoso Alfonso Guerra: "Quien se mueva no sale en la foto", ha calado hasta los tuétanos en los chicos del PSOE que desean –legítimamente- seguir viviendo de la política.
miércoles, febrero 07, 2007
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