viernes 9 de febrero de 2007
¿Quién está dispuesto a ser el Petain de Navarra?
CARLOS HERRERA
POR CARLOS HERRERA
DESENGÁÑENSE: si alguno de ustedes, sorprendido en su buena fe, ha querido ver en las palabras de Otegui sobre el futuro de Navarra y el País Vasco "como una gran autonomía del Estado Español" un cambio apreciable de discurso y de posturas de ETA y Batasuna sobre la cuestión de siempre, es que usted es un bendito, y, discúlpeme, tiene muchos números de que se la meta doblada el primero que llegue. Es más, fíjese bien si lleva la cartera en el bolsillo porque lo más probable es que se la hayan mangado a primera hora del día a cuenta de cualquier saludo. No; atiéndame un momento. Un buen número de analistas políticos -de esos que saben interpretar hasta el aire de una pausa-- coincide en que este asunto, así planteado, ha sido uno de los pocos acuerdos a los que se ha llegado en las conversaciones ETA-Gobierno: los terroristas pretenden ahora hacer llegar el mensaje a Rodríguez Zapatero de que no habrá bombas antes de las elecciones si se le da alguna credibilidad a esta trampa que acaba de tender la llamada "izquierda abertzale" de los cojones. Es evidente que ETA no tiene ningún interés en formar parte como autonomía de ningún estado que no sea el suyo propio, por ello se plantea conseguir primero la utopía que comparte con el resto del nacionalismo vasco -robarle la cartera a Navarra-- y después, con el trabajo de la política educativa, social y, si es necesario, terrorista, trabajar por la independencia efectiva. No al contrario. El endiablado sudoku de la política acaba en componendas de este tipo, en las que los malos se presentan travestidos de medio buenos y los medio buenos acaban pareciendo malos de remate. Para conseguir Navarra el nacionalismo necesita, por supuesto, un mínimo formalismo de comicios y referéndums, y para desbrozar la particular tozudez de los navarros de ser ellos mismos, ese nacionalismo necesita un Petain, un colaboracionista que se disfrace y que esté dispuesto a entregar a los suyos a un objetivo pactado y, necesariamente, imposible de conseguir a cara descubierta. ¿Está dispuesto el PSOE navarro a jugar ese papel?: escuchando a Fernando Puras, el candidato a la presidencia de la Comunidad Foral, cuesta creerlo, a menos que sea un mentiroso compulsivo dispuesto a carbonizarse ante la historia como el que se disfrazó de Mariscal. Conociendo a Carlos Chivite, aún más. Sin embargo, algunos descreídos aseguran que un pacto entre los socialistas y Nafarroa Bai sería un escenario perfecto para desarrollar las disposiciones adicionales necesarias para crear un órgano común, no una Comunidad única, cosa prohibida específicamente por la Constitución, que allanara los tortuosos caminos conducentes a la absorción absoluta; ese órgano común sería un comienzo, y, desde ahí, en un escenario de "paz técnica" se podría llegar más lejos.
Ante este panorama se impone una solución a la altura de la trascendencia del momento. De ganar con suficiente mayoría la alternativa UPN-CDN, es decir, Sanz y Alli, la cuestión quedaría resuelta durante un plazo crítico de cuatro años en los que las coyunturas pueden cambiar absolutamente ya que median, entre otros, unos comicios generales. De no ser así, habrá llegado la hora de la altura de miras, del compromiso ante la historia, de la grandeza personal, del sacrificio por la tierra. De la gran coalición. Ese será el momento en el que los que amen sinceramente la Navarra que conocemos, la Navarra que disfruta, como comunidad, de mayor autonomía en toda España, la Navarra de la calidad de vida, la Navarra industrial, la Navarra acogedora, la Navarra de la huerta y la vid, la Navarra universitaria, la Navarra festiva y laboriosa, den un paso al frente y aparquen diferencias técnicas, conceptuales o metódicas, y encaren el delicado momento histórico que se avecina. Si en otros lugares del mundo, políticos de todo tipo han sabido poner puntos en común para salvar los muebles de contingencias adversas y perversas ¿por qué eso no va a ser posible aquí? Si el PSOE navarro es sincero tiene una estupenda oportunidad de demostrar lo que dice: rebelándose, si es necesario, ante los dictados de Rodríguez Zapatero y devolviendo el traje de mariscal colaboracionista a la tienda de disfraces. Coalíguense, de ser necesario, derecha e izquierda y acaben con la trampa.
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