miercoles 21 de febrero de 2007
La pañolada de Lauren Postigo
ANTONIO BURGOS
CUANDO escribo no sé si tras el partido contra el Bayern Munich han echado ya a Fabio Capello o no, y si en el Bernabéu ha habido o no pañolada contra Calderón. Pase lo que pase, no me extraña que echen a Capello. Lo que me extraña, como aficionado a los toros, es la moda de la pañolada. Porque ya estoy avisado, pero cualquier otro aficionado taurino lerdo en fútbol que al final de un partido donde el Real Madrid quede como Cagancho en Almagro vea los graderíos flameantes de pañuelos, comentará:
-No sabía yo que en el fútbol ahora se pidiera la oreja. Pero el Real Madrid tampoco ha estado para oreja, tú, no sé por qué la piden, si no ha sido ni de vuelta al ruedo...
En los toros, los pañuelos piden las orejas al presidente; en el futbol, los pañuelos piden las orejas del presidente. Que se las corten y se vaya a su casa, desorejado. Quizás esto sea un triunfo de la medio ministra de Medio Ambiente, que la tiene tomada con la Fiesta Nacional. En el trile habitual del Gobierno, quizás haya conseguido su sueño de que los pañuelos pasen de los toros, con los que hay que acabar, al fútbol del pan y circo nacionales. No sé, pues, si anoche hubo pañolada en el Bernabéu. Lo que sí sé, porque no se habla de otra cosa, es que el domingo hubo pañolada, y gorda, en el estadio de Andalucía, contra el presidente. No fue una pañolada de papeletas en las urnas. Fue una pañolada de urnas vacías. Una pañolada de «a Chaves lo va a votar su padre, que yo me quedo en casita». Una pañolada en forma de abstención clamorosa, como rechazo por la vía de la indiferencia y el desdén a un proyecto de ruptura de España a base de nacioncitas. Una pañolada que cambió las tornas de la Historia. Cuando en 1980 la UCD no quería dar a Andalucía la autonomía de pata negra que había otorgado a Cataluña y Vascongadas, los andaluces se rebelaron contra el agravio comparativo, y en otro referéndum del mes de febrero, el 28-F, fueron a las urnas con tal entusiasmo que se alcanzó una participación del 64%. Justo la cifra que ahora, en otro febrero, en el 18-F de la pañolada contra quienes lo convocaron, que fueron Zapatero y Chaves, ha alcanzado la abstención: el 64%.
¿Por qué se cambió la seda del 64% de participación por el percal del 64% de abstención? Porque en 1980 los andaluces creían ilusionados que aquella autonomía iba a servir para algo, a solucionar los problemas inmediatos. Pero a lo largo de estos años vieron que la prosperidad no se alcanzó gracias a la autonomía, sino por el estirón económico de Europa y de España. La autonomía sirvió mayormente para duplicar innecesariamente el aparato burocrático de la Administración, para disparar el gasto público y para convertir a Andalucía en granero de votos y cortijo de clientelismo intervencionista y estatalizante del PSOE. No se creó una ilusionada autonomía peleona contra el Gobierno central, sino un régimen plasta y aburridísimo, el Régimen de Chaves, al servicio del felipismo antes y del zapaterismo ahora. Como dicen que el pueblo andaluz es «viejo y sabio», se ha olido la tostada, y ha visto que este Estatuto no podía ilusionar a nadie. La otra vez, cuando el 28-F, se hablaba de problemas inmediatos: del paro, de los hospitales, de las escuelas. Ahora, en el triste 18-F de la pañolada de la abstención, a la gente le importaba un bledo el intervencionismo que pretende Chaves. Lo que preocupa es la inseguridad, la inmigración, el paro universitario, la subida del euríbor, el IPC, la asfixiante presión fiscal, y, en todo caso, la ruptura de España ante el chantaje de los separatistas y los terroristas. De nada de eso se ha hablado en una campaña referendaria que, además, según ha descubierto Gómez Marín explorando el Boletín Oficial de la Junta, ha sido un negociazo para los partidos andaluces con representación en el Parlamento de la Señorita Pepis: «1.580 millones de pesetas -dice- a repartir entre los cuatro partidos por gestionar un desastre sin precedentes». No, Gómez, con precedente: ¿sabes lo que ha ocurrido? Pues que al cabo del tiempo los votantes han hecho caso al lema de la UCD que propugnaba Lauren Postigo en 1980 y que, como El Cid, ha ganado después de muerto: «Andaluz, éste no es tu referéndum».
No: es el de Chaves, Zetapé y los que trincan el parné.
martes, febrero 20, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario