viernes, enero 26, 2007

Tomas Sowell, La falcia de la "codicia"

sabado 27 de enero de 2007
Visiones
La falacia de "la codicia"
Thomas Sowell

Ahora que los precios del petróleo han caído en picado, ¿significa que las compañías petroleras han dejado de ser "codiciosas"?

En una era en la que no sólo los medios de comunicación sino también nuestro sistema educativo exaltan las emociones al tiempo que ignoran los hechos y la lógica, quizá no debería ser tan sorprendente que haya tantos que expliquen lo relativo a la economía recurriendo a "la codicia". Hay personas adultas hoy en día –algunos de los cuales incluso han recibido una educación– que consideran que los salarios multimillonarios de los ejecutivos corporativos se deben a "la codicia".
Pensémoslo un poco. Yo podría volverme tan codicioso como para querer poseer el doble de la fortuna con que cuenta Bill Gates, pero esa avaricia no iba a incrementar mis ingresos ni en un centavo. Para explicar el motivo por el que algunas personas tienen ingresos astronómicos, no se puede concluir algo tan simple como que se debe a sus propios deseos –sean o no "avariciosos"–, sino que habrá que recurrir al hecho de que otras personas están dispuestos a pagarles.
La verdadera pregunta, por tanto, es: ¿por qué otras personas eligen pagar tanto a los ejecutivos de las grandes empresas? Una explicación popular es que los salarios de los ejecutivos son fijados por un consejo de administración que es el que gasta el dinero de los accionistas y a cuyos miembros no les preocupa pagar más de lo debido a un consejero delegado que puede ser el responsable de ponerles en la junta en primer lugar.
Es una descripción que suena bien y que incluso podría ser cierta en algunos casos. Pero existe un dato que asesta un golpe mortal a esta teoría: la remuneración de los consejeros delegados es aún mayor en las empresas propiedad de unas pocas firmas de inversión gigantescas que en las que son propiedad de miles de accionistas individuales.
En otras palabras, es precisamente donde la gente emplea su propio dinero y tiene experiencia financiera donde pujan más fuerte por los ejecutivos. Es precisamente allí donde comprenden bien la diferencia que un consejero delegado adecuado puede marcar en los beneficios de una empresa donde se está dispuesto a poner encima de la mesa lo que sea necesario para tener al ejecutivo que quieren. Si se pudieran encontrar a personas capaces de ser directivos fuera de serie hasta debajo de las piedras, nadie les pagaría demasiado.
Muchos observadores que dicen no poder comprender cómo puede alguien valer 100 millones de dólares al año no se dan cuenta de que no es necesario que lo entiendan, porque no se les paga con su dinero. A nuestro alrededor suceden continuamente miles de cosas que no comprendemos. Nos pasamos el día utilizando ordenadores, pero la mayor parte de nosotros no sabríamos construirnos uno ni aunque nos fuera la vida en ello, y aquellos pocos que pueden seguramente no sabrían cultivar orquídeas o domar caballos. En resumen: todos tenemos un conocimiento grotescamente inadecuado sobre las especialidades de los demás.
La idea de que todo tiene que "justificarse ante el rasero de la razón" se remonta al siglo XVIII como poco. Pero eso simplemente lo convierte en un buen candidato a convertirse en la falacia más longeva del mundo. Teniendo en cuenta el alto nivel de especialización de la economía moderna, exigir que "todo se justifique ante el rasero de la razón" significa exigir que aquellos que saben lo que están haciendo puedan ser vetados por quienes no tienen ni la más remota idea sobre las consecuencias de las decisiones que están cuestionando. Significa exigir que la ignorancia atropelle al conocimiento.
Los ignorantes no son simplemente cierto grupo separado de personas. Como decía Will Rogers, todo el mundo es ignorante, solo que de cosas distintas. ¿Deben los informáticos decir a los neurocirujanos cómo hacer su trabajo? ¿O los domadores de caballos decir a cualquiera de los dos qué deben hacer?
Uno de los motivos por los que la planificación central suena tan bien pero ha fracasado tan estrepitosamente que hasta socialistas y comunistas abandonaron por fin la idea a finales del siglo XX es que nadie sabe lo bastante como para cuestionar lo que hacen todos los demás.
Cada vez que el precio del petróleo se dispara, se oyen gritos de "avaricia" y exigencias por parte de los políticos para que se investigue una posible connivencia entre las petroleras. Ha habido más de una docena de investigaciones de este tipo a lo largo de los años y ninguna de ellas ha encontrado esa confabulación que se supone que es responsable de los elevados precios de la gasolina.
Ahora que los precios del petróleo han caído en picado, ¿significa que las compañías petroleras han dejado de ser "codiciosas"? ¿O podría ser todo efecto de la oferta y la demanda, una explicación de tipo causa y efecto que para muchos parece ser más difícil de comprender que emociones como "la avaricia"?Thomas Sowell es doctor en Economía y escritor. Es especialista del Instituto Hoover.© Creators Syndicate, Inc.

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