domingo, enero 07, 2007

Rosa Regás, Horas dificiles

domingo 7 de enero de 2007
Horas difíciles
ROSA REGÀS r.regas@diario-elcorreo.com
Un amigo me dijo hace unos días que otro querido y común amigo estaba muy mal de salud. «De hecho», añadió, «puede morir en cualquier momento, ahora o dentro de quince años». Entonces está como yo, pensé.Y es que se nos ha ido otro año más y aunque me doy cuenta de que no es cuestión de ponerse nostálgico ni de comenzar a lamentar el paso del tiempo, soy consciente de que un año más a la edad que tengo es un peso que, de pensarlo bien y de calibrarlo mínimamente, se va haciendo un poco insoportable. En los años setenta, cuando pensaba en el siglo XXI me parecía tan lejano e inaccesible como me parece ahora el siglo XXII. Nunca pensé que yo llegaría a este siglo lejano entonces como la vida en la estratosfera y la amistad con los extraterrestres. Y sin embargo no sólo he alcanzado el siglo XXI sino que ya estoy en el séptimo año del primer decenio: me muevo en un mundo de tecnología avanzada con la mayor naturalidad, he aprendido a mirar y entender lo que hace cuarenta años ni siquiera existía, ha dejado de impresionarme la distancia que nos separa de Urano y comienzo a encontrar natural el horror de los apartamentos poblando las hermosas colinas que, cubiertas de viñas verdes, llegaban hasta el mar. No miro el pasado con nostalgia, cuando lo miro, que no es demasiado a menudo, y apenas recurro a él como no sea en el mundo literario, y tengo que reconocer que no me interesan demasiado las 'batallitas', ni siquiera las propias. Y que aunque lamento de corazón no haber anotado y escuchado las de mis padres y abuelos, sigo pensando que todavía no me ha llegado la edad de contar mis anécdotas como si fueran una extravagancia que va a sorprender a quienes me escuchan. Quiere esto decir, si no me equivoco, que por la comodidad con la que estoy en el presente soy una criatura del siglo en el que vivo, puesto que ni siquiera cuando hablo del siglo pasado me refiero al siglo XX.Pero el día de mañana ya es hoy, y de alguna manera, aunque tengo todavía planes por realizar y vocaciones por descubrir, me doy cuenta de que mi futuro, como el de mi amigo, se va acortando.Aún así me queda el consuelo de que aunque hoy o mañana acabara mi vida en este mundo plagado de doblez, maldad, destrucción y muerte, por lo menos dejaría en herencia -aunque fuera vagando por el horizonte- la indestructible confianza que deposité en el presidente de España y la seguridad de que en estas horas difíciles, haga lo que haga, será lo mejor de lo posible para el país donde vivo y al que tanto amo.

No hay comentarios: