martes, enero 02, 2007

Pio Moa, La situacion (i)

La situación (I)
31 de Diciembre de 2006 - 11:10:36 - Pío Moa
Zapo ha sido el mayor benefactor que la ETA haya tenido en su historia, comparable solo a aquellos gobiernos franceses que en situaciones críticas para la banda de asesinos le facilitaron un seguro refugio donde reponerse. Zapo también ha sacado a la banda del pozo donde la había sumido Aznar y la ha colocado en una cima de gloria, desde la cual dicta la agenda de la democracia y chantajea a la sociedad española: "Si no aceptáis mi 'paz'…ateneos a las consecuencias".
No sobra insistir en las causas de todo esto. El gobierno y la ETA comparten un fondo ideológico común. Ambas son socialistas, detalle no irrelevante pero casi siempre olvidado. Ambas tienen ideas muy similares, generalmente poco compatibles con la democracia, sobre la causa de los males del mundo y sus soluciones. Y tienen intereses básicos comunes, en especial la demolición de la Constitución y lo que llaman herencia del franquismo. En fin, comparten ideas, sentimientos e intereses fundamentales, sin los cuales jamás podría explicarse lo que ocurre.
También desean ambos acabar con la violencia. Pero no como Aznar, que quería y estuvo cerca de conseguir el fin de la violencia derrotando a la ETA. Zapo y su gobierno quieren conseguirlo mediante una ETA triunfante, facilitándole casi todos sus objetivos.
En el "casi" radica el problema, pues hay, naturalmente, diferencias de matiz, que pueden hacerse importantes. La ETA es enemiga de España y Zapo es solo indiferente. La ETA busca la secesión de lo que llama Euscalerría o Euskal Herria, y Zapo quiere una España residual que le permita mantenerse en el poder. La pieza maestra de toda la maniobra han sido los estatutos balcanizantes: España se reduciría a un conglomerado de "naciones" separadas a casi todos los efectos, pero con esa unidad residual que permita asegurar el poder socialista mediante una alianza estratégica con los separatistas, teniendo así a raya a las "fuerzas de la reacción". Esto debiera bastar a la ETA, pero parece no ser así.
En este panorama, el atentado de ayer no significa el final del proceso, como Zapo dejó bien claro pese a su retorcimiento expresivo. Un proceso que ya ha alcanzado logros tan importantes como los estatutos catalán, balear, valenciano o andaluz, no va a echarse a perder por una bomba más o menos, unos muertos más o menos. Liquidar la Constitución no es tarea fácil, ya lo anunció el individuo reiteradamente: será un proceso largo, duro y difícil, o algo así. De todos modos, el gobierno debe de estar sorprendido por el último atentado etarra: ¡qué ingratitud! ¿Cómo han podido hacerle esto a él? Alguien debiera explicárselo.
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Ateísmo liberal
De momento tenemos, pues, la fuerte impresión de que el totalitarismo no es un suceso ocasional o un error corregible, sino una tendencia lógica del ateísmo cientifista. Queda, no obstante, el que pudiéramos llamar ateísmo liberal, o más bien el ateísmo extendido entre bastantes liberales (por supuesto, existen también socialistas y nacionalsocialistas que se proclaman religiosos –"Cristianos por el socialismo", recuérdese–, pero ese es otro problema).
A diferencia de los anteriores, el ateísmo liberal no tiene pretensiones científicas, aunque tenga en cuenta a la ciencia. Considerando indemostrable por vía científica o racional tanto la llamada existencia de Dios como lo contrario, no radica su increencia en una pretendida verdad científica, sino en la opinión. El ateísmo queda, en definitiva, como una opinión particular que de ningún modo puede dar lugar a sistemas políticos cargados con la misión de erradicar presuntas tinieblas ancestrales y cosas por el estilo. Suele llamársele agnosticismo, y ya Engels puso de relieve algunas de sus contradicciones, pero ello, para nuestro objeto, es secundario. Baste observar por ahora que este tipo de ateísmo, discutidor pero no proselitista, y básicamente respetuoso con las creencias religiosas, no deriva necesariamente en totalitarismo.
Claro está, los ateos que dicen basarse en la ciencia pueden descartarlo como un ateísmo falso e inconsecuente. Tampoco falta, por cierto, la crítica contraria: el marxismo, por ejemplo, no sería un ateísmo auténtico, sino una especie de religión. Disputas típicamente sectarias, aunque no sin interés.
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Odiseus: La AVT y otras organizaciones han llamado a manifestarse contra los asesinos y sus cómplices. Acude.

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