lunes, enero 22, 2007

Los aprendices de brujo de la vivienda

23-I-2007
Los aprendices de brujo de la vivienda
EDITORIAL

un político es un individuo que, por ignorancia o mala fe, provoca un problema, busca una solución para solventarlo y siempre se las ingenia para dar con una que lo agrava aún más.

De todos es sabido que un político es un individuo que, por ignorancia o mala fe, provoca un problema, busca una solución para solventarlo y siempre se las ingenia para dar con una que lo agrava aún más. Naturalmente, lo anterior no es aplicable en todas las ocasiones y con todos los profesionales de la política, pero, curiosamente, siempre se reproduce el mismo patrón cuando se trata el espinoso tema de la vivienda. Los políticos lo han generado mediante regulaciones draconianas cuya justificación única es mantener sus chiringuitos municipales, los políticos llevan años intentando solucionar la carestía que ellos han creado, y, por último, esos mismos políticos son los responsables de las ocurrencias más delirantes para empeorar el problema original.
La última idea proviene de la factoría Madrazo de pensamiento débil, un destilado de lo peor del comunismo pasado por la alfombra del cargo público y el coche oficial. La bufonada, porque no merece otro nombre, consiste en cobrar 9 euros diarios a todo aquel que posea una casa vacía y ha sido adoptada con singular entusiasmo por el recién constituido gobierno tripartito catalán. Todo queda en familia.
De aprobarse semejante medida el caos podría ser mayúsculo en el todo el mercado inmobiliario español. Muchos, probablemente la mayoría, se desprenderían apresuradamente de las casas que mantienen vacías para invertir porque, a fin de cuentas, los 9 euros diarios supondrían una tasa de 3.285 euros anuales, una cantidad nada despreciable. Tal abundancia de oferta originaría un bajón inmediato en el precio de la vivienda cuyas consecuencias finales son, como poco, impredecibles. Para los que disponen de casas en alquiler sería un aldabonazo que pondría por las nubes el precio de la vivienda de alquiler, ya que serían los arrendatarios los que pagarían el desmesurado impuesto que habría de pagar el propietario cada vez que la casa quedase vacía.
Con medidas como la que el gobierno catalán se está tomando tan en serio todos perdemos porque la que pierde es la economía, es decir, ese delicado conjunto de interacciones en el que todos participamos. Sería, en cierto modo, la vía más rápida para entrar en una brutal recesión de la que nos costaría mucho salir en un país cuyo activo principal es el ladrillo. Sólo ganan los políticos y su criatura estatal, más omnipotente y omnipresente que nunca.

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