jueves, enero 04, 2007

Juan Carlos Girauta, Preparando nuevas trampas

viernes 5 de enero de 2007
PSOE y ETA
Preparando nuevas trampas
Juan Carlos Girauta

La primera reacción de Rubalcaba fue transparente: no se esperaba esto. De la ETA no esperaba atentados. ¿Qué esperaba entonces? ¿Bailes regionales?

Que nadie se llame a engaño. Por compungido que parezca el ministro del Interior, por mucha mano que tienda para complacer momentáneamente a la oposición, los hechos son los que son, los muertos están muertos, la ley inaplicada, el Estado rendido y el presidente, que es quien debe asumir el coste de su gravísimo error virando o dimitiendo, ni siquiera ha alterado su visión. Ni la alterará. Pervive en él su esquemita abyecto de buenos abertzales equivocados en el método, su asfixiante concepto de paz, su disposición a cantar las virtudes de Otegi y De Juana, su alegre aceptación de un colosal chantaje.
La izquierda gobernante tiene bien calibradas las debilidades del adversario. Sabe a los populares siempre prestos al abrazo fraterno cuando las cosas se ponen feas. Hará bien el PP en defraudarles esta vez, en recordar al gobierno por qué estamos donde estamos: por qué la exangüe banda de hace unos pocos años encara el 2007 crecida y armada hasta los dientes, provista de fondos, explosivos y pistolas, legitimada por incontables agasajos socialistas, con su McGuffin internacionalizado de la mano de curas-trampa y de violentos nóbeles de la paz, con unas fuerzas de seguridad adormiladas por el apaciguamiento, con una judicatura volcada en la contextualización de sus resoluciones y con una indescriptible fiscalía de partido. Y con los cachorros de etarra enseñoreados de las calles o las kales vascas. Y, lo peor de todo, con media sociedad intoxicada por diarios y cadenas progubernamentales que la han acostumbrado a aceptar el núcleo de la lógica terrorista: la existencia del "conflicto", la necesidad de negociar, la supremacía de la "paz" sobre la libertad, la dignidad y la justicia.
La primera reacción de Rubalcaba fue transparente: no se esperaba esto. De la ETA no esperaba atentados. ¿Qué esperaba entonces? ¿Bailes regionales? Su reproche es el que se hace a un amigo que te ha traicionado o a una pareja que te ha puesto los cuernos. Pero esperar fidelidad de ciertos partenaires es cosa de orates.
No habrá dimisión de Rodríguez ni viraje a sotavento. Sólo habrá lo que el presidente está capacitado para producir: engaños y palabrería. Más de lo mismo. Ahora proponen un pacto antiterrorista, como si no tuviéramos uno. Lo que ellos quieren es una martingala que acoja en su seno a la ERC, donde consideran que la ETA ha puesto más de su parte que el gobierno. Un pacto, en fin, donde el PP no podrá respirar. Cuando las mujeres socialistas entregaron su flor a la abogada batasuna, el PSOE perdió la inocencia.

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