jueves, enero 25, 2007

Jorge Vilches, Perdió la justicia zapateresca

jueves 25 de enero de 2007
De Juana Chaos
Perdió la justicia zapateresca
Jorge Vilches

El fin supremo de "la paz", esa paz indefinida e idílica del Gobierno Zapatero, empuja a la comisión de actos y declaraciones que difícilmente encajan en un Estado de Derecho.

Es conocida la anécdota de aquel parlamentario sueco que, después de la conferencia de Munich en la que Gran Bretaña reconoció la anexión alemana de los Sudetes y Austria, propuso a Hitler para el premio Nobel de la Paz. Unos años antes, Lenin, convenientemente pagado por el gobierno del kaiser Guillermo, animaba a los soldados a la liquidación de la burguesía rusa para lograr la paz con los alemanes.
Y es que los totalitarismos emprenden tareas en aras de algún fin superior para las que necesitan arrasar las libertades y el Estado de Derecho, el sentido común y la moral social. Son tareas que por su naturaleza perversa precisan de justificación y ejecutores.
Surgen entonces los elementos útiles, los que aceptan, generan o propagan argumentos que pretenden transformar actos viles en útiles y justos. Y rompen con toda norma moral tradicional, retuercen la ley y propagan la "nueva y única verdad". Así, los órganos del Ministerio de la Propaganda trabajan todos a una para respaldar la consigna gubernamental, anatematizando al que se opone, critica o se sorprende. Porque realizar esos actos viles o argumentarlos tiene la recompensa del ascenso político o la palmadita del poder.
En esta labor es preciso convencer a la sociedad de que no sólo el fin supremo es justo, sino también los medios elegidos para alcanzarlo. De esta manera, podemos escuchar, y leer, que lo importante para alcanzar "la paz", ese fin supremo, es salvar la vida del asesino De Juana Chaos, o que hay una "rebelión" de los jueces porque no tienen en cuenta lo que Conde Pumpido definió como "nueva realidad social", o que la justicia tiene por objeto la "acción humanitaria". Y entre medias aparece el líder, un Zapatero que asegura que "quizás" estamos en la "fase final" del terrorismo, y que ningún Gobierno ha tenido más respeto que el suyo hacia el poder judicial; a lo que habría que añadir que tampoco ha habido ningún otro que haya tenido más respeto a los terroristas.
El fin supremo de "la paz", esa paz indefinida e idílica del Gobierno Zapatero, empuja a la comisión de actos y declaraciones que difícilmente encajan en un Estado de Derecho o con la conciencia democrática. Y solamente una sociedad enferma puede aceptar con indiferencia este tipo de política. Poco importa en estos casos las acusaciones de deslealtad o injerencia, y menos las denuncias de soledad.
Aunque la decisión del Pleno de la Audiencia Nacional haya negado la petición del Fiscal, no se detendrán el Gobierno ni sus propagandistas. El planteamiento de la excarcelación del terrorista define la política gubernamental y las próximas actuaciones y declaraciones de sus corifeos. Ha sido un gesto, una prueba de lo que nos espera del resucitado "proceso de paz".

No hay comentarios: