martes, enero 16, 2007

Felix Arbolí, Tertulia de hospitales

martes 16 de enero de 2007
TERTULIA DE HOSPITALES
Félix Arbolí

C OMO les anunciaba en mi anterior contraportada “Dioses de bata blanca”, acabo de regresar del hospital “12 de Octubre” (el 1º de Octubre en tiempos de Franco, al que debe su existencia), donde me han cargado las pilas y me han llenado de oxígeno los pulmones. Ocho días con la clásica mascarilla conectada a la boca y nariz, donde al observarme ante el espejo, me acordaba de “La Fuerza” ese siniestro personaje de la “Guerra de las Galaxias”. Mis nietos en su visita, así me lo insinuaron. Pero sin dolores, fiebre, alteración del pulso y con una tensión que ya la quisiera para sí algunos jóvenes que estrenan pubertad. Eso sí, continuas pastillas, dolorosas analíticas en arterias (horribles) y venas (pasajeras), escáner, exámenes por rayos X, etc. Lo bueno que tienen los hospitales, no se si todos en general o dependerá del titular que te tiene a su cargo, es que no cesan de hacerte pruebas y experimentar métodos hasta dejarte libre de amenazas y desagradables sorpresas. La responsabilidad, preparación y valía del profesional de la Medicina en nuestro país, nada tiene que envidiar al más adelantado en este asunto, aunque exista una astronómica diferencia entre los medios económicos disponibles en uno y otro para esta importantísima misión. Lástima que por esta errónea manera de proceder, nuestros médicos e investigadores más brillantes tengan que emigrar para ofrecer su talento y valiosos conocimientos, estudios y descubrimientos más sorprendentes a países que como los USA les abren sus puertas y les ofrecen todo cuanto necesitan para desarrollar su labor. Luego nos vienen los “nóbeles” y nos damos cuenta que esa eminencia reconocida y premiada tiene apellidos españoles, pero nacionalidad norteamericana y nos ufanamos de ser paisanos de un “sabio”, en el que no creímos y al que no ayudamos. Mi estancia en los estrechos límites de una habitación compartida, tediosos e insoportables, más aún cuando no te sientes aquejado de molestias, dolores o fiebre, me han servido para algo. En primer lugar, para darme cuenta que la mejor panacea del enfermo es el cuidado de su propia familia. En segundo, valorar lo importante que es la libertad de acción y movimiento, ajeno a las indicaciones adversas o el impedimento de poder realizarla al estar conectado a tantos cables y extraños aparatos que le hacen a uno sentirse marionetas manejadas por el señor de la bata blanca y el fonendoscopio al cuello. Sin olvidar, el sometimiento continuo a pruebas e inyectables que no cesan desde que ingresas hasta el momento de salir y el detalle no menos engorroso de tener que soportar las continúas y molestas visitas al vecino de habitación por parte de esos “samaritanos”, a veces simples conocidos, en su mayor parte jubilados, que dedican a esta misión, no siempre recibida con agrado, su abundante tiempo libre. Si el visitante no es de la familia o guarda una especial relación con el enfermo, estas apariciones solo logran un efecto contrario y se impone un difícil e innecesario “diálogo para besugos”, que al que está enclaustrado, pendiente de otros temas de mayor interés o sencillamente apetece poder descansar, le supone tener que soportar estoicamente una nueva contrariedad, teniendo que disimular una sonrisa y agrado que no guarda relación alguna con su realidad. PEPE, mi compañero de habitación, de un parecido asombroso al famoso y veterano “Cordobés”, con un cabello plateado que daba envidia y no sólo al que sufre de alopecia, recibía más visitas que el Niño de los Remedios. Era un desfile constante de viejos y viejas, (hago distingos entre personas mayores y viejos, aunque se trate de individuos de la misma edad), a los que en muchos casos tenía que acudir a su mujer más versada en estas cuestiones, para saber de quién se trataba y de donde le venía la amistad o el motivo para esa inesperada intromisión. Algunos habían sido antiguos compañeros de hospitalización, que acudían una vez dados de alta para visitarle e interesarse por su estado de salud. Otros vecinos, no de su piso, sino de su calle o barrio, a los que hasta ese momento y fuera del recinto apenas habían tratado. En gran parte eran habituales a este tipo de actividad, como medida de matar el tiempo y olisquear en la vida y circunstancias del prójimo, creyendo que hacían una buena obra, sin percatarse que su interés sin fundamento que lo apoyase, causaba más sensaciones negativas que de grato agradecimiento. Parecido al que tiene por costumbre asistir a velatorios, entierros y funerales de personas con las que apenas han tenido roce. Sobre gustos no hay nada definido y sobre “petardos personales”, se puede hablar largo y tendido. Aprovechaban la visita para recorrerse varias plantas y habitaciones buscando al conocido, vecino o amigo que pudiera hallarse internado y no se iban hasta haber completado el tiempo saludando y contando sus experiencias personales y familiares sobre tal o cual enfermedad. Pepe, era una vieja y auténtica estampa del “viejo y tozudo luchador”. Provinente de los primeros tiempos de Comisiones Obreras con Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, etc, en aquella última etapa de cárceles y juicios del Tribunal de Orden Público, no cesaba su entusiasmo por el ideal que desde pequeño había impulsado su vida y acciones. Se declaraba comunista convencido, aunque contrario a las posiciones “chaqueteras” de Carrillo, López Garrido, Cristina Almeida y tantos otros que habían cambiado su ideal político por un “plato de bien condimentadas lentejas”. El, como león enjaulado en esa limitada habitación y conectado a más cables que la iluminación callejera, llevaba recorriéndose todos los hospitales de la Comunidad procurando un remedio a sus males que no le encontraban. -Tenemos unos políticos que no valen para nada. Ni la izquierda, ni la derecha. Solo van a chupar y a meternos en líos y enfrentamientos que no son buenos para nadie. Echo de menos los años de Tamames, Anguita, Tierno Galván y otros compañeros que eran fieles a sus ideales y buscaban el bienestar del pueblo. - ¿Qué políticos de la izquierda actual, le merece más confianza? - ¡Ninguno!. Todos van a llevárselo a manos llenas sin importarles las necesidades del pueblo. Algo hace Llamazares, aunque no se esfuerza demasiado, pero echo de menos aquellos años de lucha social y amenazas de cárcel, donde nos dedicábamos sin miedo, llenos de entusiasmo, a cambiar el sistema laboral procurando la mejoría y la seguridad del obrero. Tampoco veo bien esta memoria histórica que solo ha servido para enfrentarnos a unos y otros, cuando la guerra es ya un episodio pasado y tantas barbaridades se cometieron en un bando como en el otro. Hay que mirar para adelante y olvidarnos, o al menos no resucitar, los odios y rencores del pasado. Y soy fiel a mi ideología comunista. Pepe “el viejo luchador”, como yo le puse y él aceptaba de buen grado, era un personaje muy singular. Protestón al máximo de dolores y falta de atención médica (que él suponía), llevaba más de un mes en esa cama, conectado a ese pesado y engorroso aparato, cuyos cables tenía que desconectar y volver a conectar cada vez que necesitaba moverse y sometido de continuo a pruebas, analíticas y el trago de más píldoras que las utilizadas en una de las llamadas “casas de niñas malas” (aunque viéndolas al natural no dieran esa impresión). Sus permanencias en hospitales se contaban por meses y abarcaban años. Se conocía y había estado en casi todos los de la Comunidad. En éste esperaba la realización de un catéter, pero una de las píldoras que le daban le producía colitis y mientras estuviera con ella, no podían someterlo a la prueba que necesitaba. El remedio lo encontró la mujer. Cuando le daban esa enorme y dura píldora, que sentía caer en su estómago como si se tratara de un pesado pedrusco, con disimulo y calladamente, la tiraba por la ventaba a la calle. ¡Santo remedio, desapareció como por arte de magia el desarreglo de su vientre y pudieron hacerle su tan esperado y necesario catéter!. Allí lo dejé esperando el codiciado informe sobre la causa de sus males. Era admirable el cuidado y cariño que le demostraba su familia. Su mujer y los cuatro hijos, mocetones hechos y derechos que lo visitaban a diario y lo atendían con extremado cuidado. Me sorprendió que al llegar y al marchar, se acercaran a mi “león enjaulado” y le obsequiaran con un par de besos. ¿Quién dice que la izquierda no tiene en cuenta los valores y la importancia que tiene la familia en nuestro cotidiano discurrir?. Una vieja, con más achaques y tartamudeos que el propio enfermo, le visitó inesperadamente. Tuvieron que hacer memoria de donde procedía esa nueva visitante. Al final era una vecina de calle, de varios portales más abajo que el suyo, con la que no habían tenido mucho contacto y que aprovechaba su estancia en el hospital para visitar a cuantos enfermos más o menos conocidos se hallaban allí internados, aunque no les sonara mucho ni el nombre, ni las circunstancias de su trato para visitarlos. La “samaritana” del cotilleo. -Hay muchos del barrio en este hospital. Llevo con ésta tres visitas hechas y me faltan aun unas cuantas de distintas plantas. Lo que pasa es que se está haciendo de noche y este lugar no es muy seguro para andar buscando taxis o autobuses. El otro día asaltaron a una chica en la parada de taxis, donde en ese momento no se encontraba ninguno. Fue un extranjero de esos, rumano o búlgaro, que se nos están colando todos los días sin que nadie les ponga freno. -No se adonde vamos a llegar,- terció otra de las visitas, unida al corro de las lamentaciones- .El otro día, una vecina tuvo un altercado con una de esas moras que han elegido nuestro país como santuario de sus creencias y terreno propio y se quedó sorprendida de la contestación que le dio cuando hablaban de esa continua invasión de nuestras costas. - Nosotros llegamos en pateras, a vosotros los cristianos os echaremos y tendréis que iros a nado. Una empleada de la limpieza que hace su trabajo en la habitación, se ve impulsada intervenir… -Yo antes no era racista, ahora lo soy a tope. No me avergüenza decirlo. Por mi, que se vayan a hacer puñetas todos estos desechos que nos están largando sus propios países, para quitarse de en medio tanta morralla y fastidiarnos con sus extravagancias, distinta manera de pensar y comportarse y encima exigiéndonos continuamente papeles, derechos y que le paguemos colegios, médicos, libros de estudios y hasta casas. Lo que no hacen con nuestros propios hijos. ¡Es una vergüenza donde hemos llegado y esto no tiene más remedio que estallar, porque la paciencia del pueblo tiene un límite y éste hace tiempo que lo hemos rebasado!. Y todo por el dichoso gobierno que busca entre esta gentuza los votos que necesita para seguir machacándonos. --Anda que como dependamos del voto de ellos, vamos a tener alcaldes, diputados y gobernantes con turbante y velo, haciéndonos mirar a la Meca para adorar a su Alá. Ya no quieren Crucifijos, ni imágenes en nuestras escuelas e instituciones públicas, piden que se paguen a profesores para que enseñen el Corán en los colegios y hasta dicen que van a edificar la Mezquita más grande de Europa y segunda del mundo, después de la de la Meca, para que España se convierta en un lugar de peregrinación. ¡Lo que nos faltaba! El viejo luchador interviene… -¡Y lo conseguirán, si nadie le pone remedio de una vez a tanta mierda!. - Esta mañana al venir a trabajar, iba el Metro lleno de emigrantes. Parecía que estaba en África y yo era la extranjera.! Daba hasta miedo!. - Yo me uní al coro de las lamentaciones. - Pues no sé si se han dado cuenta de la continua y numerosa llegada en pateras de paquistaníes a nuestras costas. Precisamente el país donde se entrenan los terroristas árabes y tienen sus bases de operaciones y mandos. ¿ A qué es debido este interés por nosotros de gentes con las que no nos une, ni nos ha unido jamás ningún lazo, ni relación?. ¿Por qué no se quedan en Marruecos, bajo la protección de su multimillonario Rey?. Además, fíjense el despiste y la falsedad de nuestro gobierno. Dicen que son paquistaníes, que van a ser devueltos, pero que están esperando que puedan ser identificados para saber adonde deben repatriarlos. ¿En qué quedamos?. ¿ Y los menores que quedan aquí bajo la protección del Estado y que jueces escrupulosos impiden que se devuelvan a su procedencia?. ¿Por qué?. Han hecho de España la “pensión del sopapo” o casa de” Tócame Roque “ y mientras, aumentando nuestros impuestos, el paro laboral de los españoles, porque éstos les exigen al patrón seguridad social y sueldos legales y volviéndonos locos con tantos asaltos, atracos, secuestros y peleas sangrientas cotidianas a las que no estábamos acostumbradas. -¿Qué ventajas nos proporciona esta islamización continua y socavada de España y este imperio de mafias y gangsterismos que estamos sufriendo?. ¿Qué clase de desgobierno nos está hundiendo tan alevosamente y qué hace la oposición que no salta de una vez y se deja de cacareos y absurdos reproches y se pone a trabajar y denunciar con rotundidez tantos errores y desbarajustes?. Serían interminables nuestras denuncias y quejas en este terreno. Pero es como predicar en el desierto, cuando se quiere obtener el voto de esta jauría en nuestras elecciones. ¡Me da pánico pensar que la suerte y el futuro de España va a estar en manos de estos desalmados!. Ya hay pueblos españoles donde el censo de emigrantes supera al de autóctonos. Con lo prolíficos que son, no me extraña. ¡Vaya forma de arreglar la falta de jóvenes, trayéndonos a los que ni en sus propios países admiten de regreso, aunque les paguen fuertes sumas por recibirlos!. Aquí debemos ser especiales o más tontos que el Nino de mi pueblo chiclanero, ya que se saltan a la torera barreras policiales, trabas administrativas y toda clase de obstáculos y no solo consiguen lo que desean, sino que hasta la propia Guardia Civil, cuya misión es prohibir la entrada de ilegales, hace las funciones de las Hermanitas de la Caridad, atendiéndolos con extremada delicadeza, ayudándoles a desembarcar, donde no debían y hasta facilitándoles alimentos, ropas y todo cuanto precisen. No me extraña que tales comportamientos sea una llamada a la aventura sabiendo el final feliz que les espera. Posteriormente ya se sabe, traslado a la Península en aviones, (a costa de mis impuestos), donde los sueltan en calles y plazas, como si fueran palomas callejeras, sin orden ni control, con cincuenta euros en el bolsillo, (también de mis impuestos), para que se busquen la vida como puedan y aumenten los robos, las ventas de objetos falsificados y demás zarandajas que tienen enloquecidas a nuestra policía y mucho más, a la indefensa y torturada ciudadanía. También tocamos otros temas más o menos interesantes. Por ejemplo, que nuestro “amigo” Fidel Castro se halla internado en un hospital madrileño, tratándose su misterioso mal. Fue un médico español a la Habana, lo reconoció y se hizo el traslado con toda clase de precauciones y confidencialidad. A pesar de la fama que tienen los médicos cubanos, de los cuales se benefician varios países en vías de desarrollo, a la hora de la verdad, parece que nuestros profesionales o nuestros métodos y técnica inspiran mayor confianza al gobierno de La Habana para tratar a su líder. Luego resulta que haciendo las oportunas gestiones, la noticia me ha sido corroborada por varios conductos. Verdad o no, ahí queda expuesta. Y por hoy nada más. Ya es hora de que dejemos tanto rollo sobre manifestaciones, lemas y consignas y nos dediquemos con atención y seriedad a tantos otros asuntos que interesan en mayor manera a todos los españoles. Yo, aparte de no poder ir por mi estancia hospitalaria, tampoco lo hubiese hecho en otras circunstancias, pero no a causa de pancartas y demás sutilezas, sino porque esas concentraciones públicas siguen demostrando su ineficacia frente al terrorismo de ETA, ya que les sirven de burla y satisfacción al comprobar el fuerte impacto causado. Ello le animará a continuar llamando nuestra atención con sus crímenes y explosivos. Al enemigo, ni agua y mucho menos prensa y propaganda.

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