domingo, enero 07, 2007

El sindrome terminal, o como ZpM pasa a ser un boxeador noqueado

El síndrome terminal, o cómo Zapatero pasa a ser un boxeador noqueado
Antonio Jiménez

El atentado terrorista contra la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas en vísperas de Nochevieja ha demostrado la burbuja en la que está instalado de manera permanente el Gobierno.

7 de enero de 2007. Su presidente ha sido incapaz de reaccionar desde entonces con decisión y firmeza. El Ejecutivo ha transmitido a los españoles en los peores días de su legislatura una preocupante sensación de vacío de poder y parálisis, evidenciado ,entre otros detalles, en la tardanza del presidente en acudir a la zona cero de la Terminal golpeada por ETA . Los gestos en política son necesarios y, a veces, también superfluos e inoportunos pero en este caso y a la vista del desagarro causado por la banda terrorista en dos familias y en la última gran obra civil emblemática de la pujante Comunidad de Madrid , la presencia del jefe del Gobierno entre los familiares y los bomberos, no sólo era inexcusable, sino también imprescindible desde el primer momento y no seis días mas tarde. Claro que esa tardanza tenía su explicación.Zapatero, aunque Rajoy se le adelantó, era evidente que no quería hacerse la foto en el lugar del crimen, el escenario habitual al que siempre vuelve ETA y que nunca abandonará salvo que le paguen un precio político, por más que de forma ilusa e irresponsable el presidente se lo haya creído. En realidad a Zapatero se le paró el reloj un segundo después de exponer en rueda de prensa su optimista y eufórico diagnóstico sobre un proceso que la banda terrorista se encargó de dinamitar 24 horas después con el salvaje atentado terrorista en la T-4 de Barajas.Sólo así puede entenderse el síndrome de boxeador noqueado que arrastra desde que ETA le despertó con brusquedad de esa ensoñación que con tanto énfasis exponía cada vez que cantaba sus ansias infinitas de "paaaazzz". Prefirió, además, quedarse en Doñana de vacaciones y disfrutando de las primeras horas del nuevo año antes que regresar a Madrid y enfrentarse a esta nueva situación, imprevista y sorprendente para su Gobierno, a pesar de las advertencias de Txema Montero, los avisos de la policía francesa sobre el rearme de ETA o los informes del numero tres del CNI, el teniente coronel Miguel Sánchez, director general de Operaciones, que dimitió harto de que se los enmendaran o enviaran directamente a la papelera por subrayar que la realidad que él constataba sobre el frustrado y engañoso "proceso de paz", difería mucho de la ilusión y optimismo del presidente. Por ello, aunque en Moncloa hayan justificado su falta de reflejos y parálisis política con el argumento de que "Zapatero marca sus tiempos", es urgente que ponga el reloj en hora, comparezca en el Parlamento y aclare qué ha ocurrido para que ETA haya demostrado su incompetencia y la de su Gobierno y qué respuestas tiene, si es que tiene alguna, ante el desafío de unos terroristas que le han puesto dos muertos encima de la mesa después de tres años y medio sin asesinatos.

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