martes, enero 23, 2007

Daniel Herrera, Occidente acabó con la esclavitud

miercoles 24 de enero de 2007
HISTORIA
Occidente acabó con la esclavitud
Por Daniel Rodríguez Herrera
Si pensamos en el término esclavitud, lo más probable es que acudan a nuestra mente imágenes de plantaciones del sur de Estados Unidos con negros cantando sus penas mientras recogen el algodón, incitados por el chasquido del látigo del capataz. Es decir, los malvados occidentales, o mejor, los malvados norteamericanos, esclavizaron a los pobres negros africanos. Lo cual, indudablemente, es cierto. No obstante, estamos hablando de una nota al pie en la historia de la esclavitud, una institución que ha acompañado a la Humanidad desde siempre y hasta hace muy poco.
En lo relacionado con la esclavitud, lo realmente excepcional de Occidente es que fue la civilización que acabó con ella. Thomas Sowell da cuenta de su historia en Black Rednecks and White Liberals.

Para hacernos una idea de lo poco que se sabe de la historia real de la esclavitud basta recordar que la misma palabra esclavo proviene de eslavo en infinidad de lenguas, entre ellas la nuestra y... la árabe. No fue el racismo lo que dio lugar a la esclavitud: los europeos esclavizaron a los habitantes de los Balcanes seis siglos antes de que el primer negro llegara a América; los asiáticos esclavizaron a otros asiáticos, los africanos a otros africanos, los indios americanos a otros indios americanos. Etcétera.

La razón por la que África fue la principal fuente de esclavos para América y Europa al final de la era de la esclavitud reside en que carecía de sociedades que le permitieran defenderse, así como en las presiones de la Iglesia Católica para que no se esclavizara a gentes que profesaran el cristianismo. Sin embargo, no existía ningún movimiento ni pensador importante que, con Lincoln, dijera: "Si la esclavitud no está mal, es que nada está mal". Incluso la utopía de Tomás Moro incluía esclavos. Era algo que existía, que había existido siempre en todas las sociedades del mundo, y sobre lo que no se reflexionaba demasiado.

El primer movimiento antiesclavista nació en Gran Bretaña en 1787, durante una reunión de doce personas "profundamente religiosas". En esa época el Imperio Británico encabezaba el comercio de esclavos. Liderados por cristianos y financiados por empresarios conservadores, los antiesclavistas promovieron un debate que nunca antes había existido. Unas décadas más tarde, lograron que el Parlamento británico prohibiera, primero, el tráfico de esclavos y, más tarde, la esclavitud; y, finalmente, que el Imperio Británico, en pleno apogeo, impusiera tales prohibiciones al resto del mundo.

Aunque poco a poco los demás países occidentales fueron prohibiendo la esclavitud, fuera de Occidente la abolición se impuso a sangre y fuego, gracias a la enorme superioridad tecnológica y militar de aquéllos. El imperialismo, especialmente el británico, fue la herramienta que sirvió para destruir el comercio de esclavos y reducir la preeminencia del esclavismo en todo el mundo. Barcos británicos entraban en aguas de Brasil para hundir barcos de esclavistas, y se amenazó al Imperio Otomano con hacer lo mismo con los suyos si no aceptaba la prohibición. Posteriormente los norteamericanos erradicarían la esclavitud de Filipinas; los holandeses, de Indonesia; los rusos de, Asia Central, y los franceses, de sus colonias africanas y caribeñas.

Fuera de Occidente no había nadie que entendiera muy bien esa fobia a la esclavitud. En el Imperio Otomano afirmaban que era una institución crucial para la vida y los hábitos de la población. Los maoríes la veían como algo sin importancia, una más de sus costumbres. El gobernante de Zanzíbar se negó a prohibir el esclavismo por miedo a perder la lealtad de sus súbditos. Si en Brasil, el último país occidental en abolir la esclavitud, hubo grandes demostraciones de alegría en las calles el día de la emancipación, en muchas zonas del Imperio Otomano hubo una revolución cuando el sultán prohibió el tráfico, que no la posesión, de esclavos.

Generalmente, los multiculturalistas afirman que se debe tratar a todas las culturas por igual porque carecemos de un marco objetivo que nos permita evaluarlas, aunque en la práctica eso les sirve de excusa para denigrar a la civilización occidental y exaltar a todas las demás. Una de las herramientas a las que más recurren es a la historia de la esclavitud, o, más exactamente, a la escasa "memoria histórica" de la gente, que sólo recuerda la de Estados Unidos porque es la que aparece en las películas. Sin embargo, si algo hay que muestre la enorme superioridad de la cultura occidental sobre las demás es, precisamente, la historia del fin de la esclavitud, una imposición de Occidente al resto del mundo.


© AIPE

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