martes, enero 16, 2007

Caso Farruquito, al fin justicia

17-I-2007
Caso Farruquito, al fin Justicia
EDITORIAL

Porque la Ley es igual para todos y porque la satisfacción de la víctima es la primera razón de ser de la Justicia, Farruquito está donde tiene que estar: entre rejas, aunque sólo sea tres años.

Tres años de prisión por conducir sin carné y sin seguro, de modo temerario, matar a un peatón, darse a la fuga, falsear las pruebas y, como remate, tratar de inculpar a un menor de edad nos parece poco, muy poco. Pero menos es nada, y de esa guisa se las veía el célebre bailaor Juan Manuel Fernández Montoya "Farruquito", después de perpetrar todo lo anterior. Lo primero: el atropello, involuntariamente; lo segundo: la fuga, la adulteración de las pruebas y la intención de cargar el muerto a su hermano, a sabiendas de lo que estaba haciendo. Hasta es posible que pensara salir impune de esta. No lo ha conseguido y toda la gente de bien ha de congratularse por ello.
Los que no han salido impunes en modo alguno son algunas de las amistades del bailaor, muchas de ellas pertenecientes al gremio de los titiriteros y que, desde que este imprudente quitase la vida a Benjamín Olalla en una calle de Sevilla, se han deshecho en elogios y compungidos actos de comprensión. Pero no por la víctima, ni por su viuda que quedó en una delicada situación económica y emotiva, sino por el homicida. Vivir para ver. Merece la pena recordar ahora las palabras de Rossy de Palma, eterna chica Almodóvar que defendió en su momento a Farruquito a capa y espada, o el infame gesto de Alejandro Sanz cuando le hizo subir al escenario durante un apoteósico concierto en la plaza de toros de Las Ventas. El público, como es natural, abucheó al que había cometido todo lo antes citado, pero para Rossy de Palma aquella censura supuso que el respetable se transformase en simple masa. "Hay que entender que las masas funcionan así", apostilló la actriz con la soberbia que es habitual entre las gentes de la "cultura".
Los mismos que claman al cielo por la extraordinaria difusión de su música en Internet y se permiten el lujo de llamar delincuentes a los que intercambian sus canciones, jalean, comprenden y apoyan sin ambages a un homicida que no tuvo ni la decencia de descender del automóvil para auxiliar a la víctima de su propia imprudencia. Choca por tanto que la socialista Pilar Heredia, candidata gitana al Congreso de los Diputados, pidiese solidaridad para el bailaor cuando él mismo no la tuvo después de herir de muerte a un inocente. Ni los titiriteros, ni Pilar Heredia, ni ninguno de los que durante todo este tiempo se han arrastrado por los platós de televisión se han acordado de la víctima o de su viuda. Como no se ha acordado Farruquito en los últimos tres años y medio de investigaciones y juicios. Ha preferido emplear su tiempo y dinero en urdir sucesivas historias que le exculpasen apartándole del lugar de los hechos primero y del puesto de conducción después.
Por esto, porque la Ley es igual para todos y porque la satisfacción de la víctima es la primera razón de ser de la Justicia, Farruquito está donde tiene que estar: entre rejas, aunque sólo sea tres años.

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