lunes, diciembre 01, 2008

Carrascal, Obama en el laberinto

Obama en el laberinto

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Lunes, 01-12-08
NO es fácil ser un político honesto en nuestros días. Deshonesto, sí. Con tergiversar la realidad y mentir a una ciudadanía cada vez más desconcertada, basta. Pero decir la verdad y enfrentarse a una realidad cada vez más sombría, es muy difícil. Obama lo está comprobando ya antes de ocupar la presidencia. Hoy dedicará su atención a la escena exterior, anunciando su equipo, con Hillary Clinton en la Secretaría de Estado, una vez aclaradas las cuentas de su marido, Robert Gates repitiendo en Defensa y un ex general de Marines como consejero para asuntos de seguridad. O sea, pocos experimentos, mucha madurez, muchas horas de vuelo y abundantes cicatrices en la piel.
Pero a Obama se le juzgará por la economía. Incluso si ganase todas las guerras en que está metido su país, cosa improbable -a lo más que puede aspirar es a no perderlas-, le serviría de poco de continuar la crisis que devora las entrañas de su tejido industrial y financiero. De ahí que el presidente electo dirigiese su primera atención a la economía, eligiendo un equipo de la misma talla y perfil: gente preparada, con experiencia y prestigio, capitaneada por Paul Volcker, toda una institución. Aunque eso precisamente siembra las primeras dudas sobre Obama. Sus colaboradores forman parte del establishment de Washington desde hace décadas. ¿Cómo se compaginan con el «cambio» que nos prometía? ¿Y cómo se entenderán entre ellos, pues se trata de personalidades fuertes, con criterios propios, que pueden no coincidir? La explicación que oigo encaja en teoría, luego en la práctica, ya veremos: la crisis actual es tan compleja que no tiene una sola solución, hay que atacarla por todos los flancos, con medidas conservadoras y liberales, con intervencionismo estatal e iniciativa privada, con libre mercado y mercado regulado, con frenos y estímulos. Sólo una sabia combinación de todo ello podrá detener la caída en picado de las economías mundiales y traer la recuperación.
Ésta, en efecto, no es una crisis cualquiera. Es una super-crisis, que requiere super-soluciones. Eligiendo un super-equipo, Obama demuestra, primero, que comprende la gravedad y complejidad de la situación. Segundo, que no tiene miedo a encerrarse con los mejores, sabiendo que, al final, tendrá que ser él quien tenga que decidir entre las diversas soluciones que le ofrezcan.
Un problema adicional es que, con dos presidentes, se corre el peligro de que lo que haga el saliente en el interregno lo deshaga el entrante nada más ocupar el poder. Aquí, la suerte ha venido en nuestra ayuda. Que Obama no haya tenido que derrotar a Bush para ocupar su puesto nos ahorra la animosidad que crean la lucha y la derrota. Bush le tiene al corriente de cuanto hace y un comité conjunto coordina la transición hasta el extremo de poder hablarse de co-gobierno. Eso facilita mucho las cosas. Pero no las soluciona. «Si es que tienen solución», oigo decir en voz baja a quienes tendrían que entender del asunto.

http://www.abc.es/20081201/opinion-firmas/obama-laberinto-20081201.html

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