viernes, febrero 22, 2008

German Yanke, Debate en el club

viernes 22 de febrero de 2008
Debate en el club

Germán Yanke
Trajes oscuros aunque de distinto tono. Camisas azules aunque de distinta intensidad. Corbatas azules más oscuras, aunque de diverso diseño. Pedro Solbes y Manuel Pizarro se presentaron en el debate sobre economía de distinto modo, pero, como se ve, con ciertas coincidencias. Y la confrontación sobre los grandes números de la economía no consistió en debatir sobre el modelo, sino sobre la gestión, en la que intercambiaron puntos de vista sobre la percepción de las cifras, pero no sobre el diagnóstico de los problemas. Pizarro enarbola la cifra de la inflación y Solbes sostiene que el diferencial con los países de la Unión sigue siendo el mismo que en el 2004. Pizarro plantea el déficit comercial y Solbes contesta que las exportaciones españolas no han perdido cuota. Ambos coinciden, por otra parte, que el modelo “ladrillo y consumo” se ha agotado.
Claro que el candidato del PP subrayó ya desde el comienzo la disminución de la confianza de los ciudadanos. Para el PP, el efecto de la inflación, la subida de las hipotecas y el aumento de la presión fiscal hacen que las familias pierdan capacidad adquisitiva y padezcan la “crisis”, que para el PP son, en palabras el vicepresidente, “turbulencias”. Pizarro, a pesar de lo de la crisis, no utilizó un tono catastrofista e incluso el aire bizantino y elegante del debate hizo que ambos lanzaran puyas contra los demás. El popular se refirió a las dificultades de Solbes con sus colegas en la contención del déficit y el vicepresidente habló con ironía de los expertos económicos del PP que le daban los datos a Pizarro.

Así entraron en la reforma fiscal ya que Solbes considera que no podrá haber estabilidad y superavit si se llevasen a cabo las rebajas fiscales anunciadas por el PP. Pizarro quiso ponerse bizarro en el ahorro (el piso de Bermejo, el dinero de ANV, etc.) y no insistió en lo que apuntó: que el mismo debate se produjo en el 2004 con Rato y que la rebaja fiscal del PP produjo más actividad económica y, así, no disminuyeron los ingresos ni se produjo déficit. Pero para todo, pensiones incluidas, el quid parece ser el crecimiento y el candidato popular no confía en las previsiones gubernamentales. Pizarro insiste en lo que le viene bien (la falta de confianza, es decir, que “el riesgo de la economía son ustedes”, el PSOE) y Solbes en lo que le conviene: si se habla de encuestas, los sondeos indican que los españoles, aún con sus problemas, creen que los socialistas son mejores para gestionar la situación.

En la última parte sobrevoló la discusión un cierto planteamiento general en el que se incluiría la política económica: la certidumbre de una Justicia moderna y eficaz, la educación, la investigación, las infraestructuras como un plan de cohesión nacional, etc. Pero sólo sobrevoló para volver a las diferencias en la reforma fiscal o, más bien, a las propuestas de rebajas fiscales que Solbes contrapone con las políticas sociales, en lo que Pizarro discrepa abiertamente. La tentación, de ambos, era hablar de demasiadas cosas y los temas candentes (el paro, la Seguridad Social, etc.) se desvanecían en tan amplio catálogo.

El debate venía precedido de una campaña mediática sobre el dinero —mucho— que Manuel Pizarro había obtenido en su paso por Endesa. Hubo un momento en el que estuvo a punto de saltar la cuestión en el plató de Antena 3 (cuando el popular hablaba de la reforma del piso del ministro de Justicia y el vicepresidente, que lo tachó de demagogia, dijo que, si su contrincante lo deseaba, se podía hablar también de otras cifras que aparecían en los periódicos) pero quedó en eso. Discrepan, es evidente, pero se tienen respeto. Ante varias sugerencias se dijeron uno a otro: “pues bienvenido al club”. El secreto no parece, tras una hora de intercambios, las grandes propuestas, por importantes que sean, ni, en el fondo, el diagnóstico, sino ofrecer una sensación de ser más capaz que el adversario para resolver las cosas adecuadamente. Pizarro puso el dedo en algunas llagas y Solbes se defendió bien. Pizarro planteó el sustento de su doctrina y Solbes se mostró, por decirlo de algún modo, más gubernamental y no porque esté ahora en el Gobierno, lo que se puede considerar, quizá, una ventaja.

Dudo de que el debate haya cambiado la intención de muchos votantes porque, en la batalla de la confianza, no sabría decir quién resultó vencedor, quizá porque no soy del club.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=22/02/2008&name=german

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