miércoles, octubre 17, 2007

Zapatero no frena a Ibarretxe

miercoles 17 de octubre de 2007
Zapatero no frena a Ibarretxe
TRAS la reunión mantenida ayer en La Moncloa, la única conclusión segura es que el lendakari Ibarretxe se lleva el «no» de Zapatero a su cadena de consultas populares, pero también el «sí» a iniciar un proceso de negociación con los socialistas vascos para reformar el estatuto de Guernica, sin la condición previa de que ETA sea erradicada. Zapatero se mostró firme en lo obvio y ambiguo en lo importante. Al final, su discrepancia con Ibarretxe es de procedimiento y competencia, discrepancia que no exige energía política alguna porque, como el propio lendakari reiteró, sólo el Estado puede convocar un referéndum vinculante. Zapatero siquiera fue capaz de concretar qué medidas aplicará en caso de que el Gobierno y el Parlamento vascos consumen su desafío de celebrar una consulta en octubre de 2008. Por tanto, Zapatero se opuso a lo más fácil, a decir que el Gobierno vasco no puede asumir competencias del Estado ni instar un proceso de referéndum ilegal. Pero con esta enfática y retórica negativa de Zapatero a la usurpación de funciones que, más o menos, pretende el lendakari, no descarta lo fundamental, que es la pretensión del nacionalismo de derogar el actual estatuto de Guernica y sustituirlo por un nuevo marco jurídico de relación con el Estado. Pocas demandas unen más al PNV y a ETA.
Así es como el lendakari se volvió a Vitoria con algo más importante para los nacionalistas que la improbable aceptación de un farragoso calendario de consultas y referendos ilegales. Ibarretxe ya sabe que Zapatero acepta un acuerdo político «transversal y plural», no una iniciativa unilateral. La aparente firmeza con la que uno y otro mantuvieron sus posiciones de partida puede actuar como un peligroso señuelo a la opinión pública para que no repare en la puerta abierta por Zapatero a la exportación de la fórmula catalana al País Vasco. Porque cuando Zapatero emplaza a Ibarretxe a lograr un acuerdo «transversal y plural», está proponiendo un pacto entre socialistas y nacionalistas para dar por liquidado el Estatuto de Guernica, sin más exclusión segura que la del PP. Ayer, el nacionalismo vasco no recibió ningún portazo, sólo se le cambiaron unas expectativas por otras. La posterior declaración institucional de Mariano Rajoy acertó al enmarcar esta nueva ofensiva nacionalista en la confusion general provocada por la negociacion política entre el Gobierno y ETA. El problema para la estabilidad futura de España radica en cuáles sean tales expectativas. Por lo pronto, el apoyo socialista a una reforma estatutaria no tranquiliza en absoluto sobre el resultado, ni por el antecedente catalán ni por lo que los socialistas vascos han dicho y aprobado al respecto. En diciembre de 2004, el PSE elaboró un documento de reforma del estatuto de Guernica en el que defendía la existencia del «proyecto nacional» y definía a la sociedad vasca como una «comunidad nacional». El mimetismo nacionalista del PSE es un mal punto de partida para ese acuerdo «transversal», que en Cataluña ha mutado la identidad del socialismo en una franquicia del nacionalismo. Lo que merece atención no es lo que Zapatero rechaza, sino lo que acepta. En 2005, forzó un debate en el Congreso para rechazar el primer plan Ibarretxe, y meses después ETA y el Ejecutivo central iniciaban negociaciones formales bajo el auspicio de una organización internacional. Ahora, Zapatero vuelve a decir «no» a lo que le conviene -el protagonismo unilateral del Gobierno vasco- y a proponer lo que le interesa: el pacto nacionalistas-socialistas vascos.
Cuestión distinta es que Ibarretxe acepte negociar con el PSOE, teniendo en cuenta que, como recordó ayer el lendakari varias veces, su propuesta soberanista tiene la mayoría en el Parlamento vasco, si se suman los votos del Partido Comunista de las Tierras Vascas. Parece también que el lendakari está dispuesto a rentabilizar la debilidad moral del Gobierno provocada por sus negociaciones con ETA, aumentando la dosis de victimismo que tan bien prodiga cuando reprocha a Zapatero que haya preferido negociar con etarras y rechace ahora negociar con el presidente legítimo del Gobierno vasco. El horizonte político que se abre tras la reunión de ayer se complica. Zapatero acepta la exigencia nacionalista de levantar la veda de Guernica, hace suyo el diagnóstico de que en el País Vasco es necesario un nuevo acuerdo político y ya no pone como condición previa -al menos ayer no lo hizo- la desaparición de ETA. El presidente del Gobierno vuelve a equivocarse al creer que el problema vasco tiene algo que ver con el marco jurídico estatutario y no únicamente con las compulsiones totalitarias del nacionalismo y con el terrorismo de ETA.

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