miércoles, octubre 17, 2007

Xavier Navaza, ¿Le compraria usted un coche a ZP?

miercoles 17 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
¿Le compraría usted un coche a ZP?

La pregunta era habitual hace tiempo, en los círculos periodísticos de la televisión americana: ¿Le compraría usted un coche de segunda ­mano al presidente? Con la respuesta -siempre negativa, of course- se quería poner de manifiesto la falta de credibilidad del inquilino de la Casa Blanca y fue profusamente utilizada en tiempos de Bill Clinton por parte de comentaristas de la derechista Fox, que luchaban a brazo partido por el regreso de un presidente republicano al poder.
Entre otros, Tony Snow, que ya le había escrito varios artículos y discursos a George Bush sénior y con el tiempo acabó siendo portavoz de George W. Bush en Washington.
Hoy, mutatis mutandi, se hacen la misma pregunta en la sala de banderas del Bloque Nacionalista Galego: ¿Le compraría usted un coche de segunda mano a José Luis Rodríguez Zapatero? La respuesta es inmutable: "Evidentemente, no". El giro copernicano que el inquilino de la Moncloa ha dado en materia de traspaso de competencias a la Xunta de Galicia, ha introducido un factor de desconfianza por parte del BNG hacia el titular del ejecutivo central.
Lo peor, para los lanzarotes del Benegá, es que tienen razón los socialistas Ismael Rego y Xaquín Fernández Leiceaga cuando afirman que, a la ­comisión bilateral que regula las negociaciones entre Madrid y Compostela, jamás ha llegado un documento que atestigüe -más allá de la muy grata conversación que Anxo Quintana y el entonces ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, mantuvieron- la existencia de un compromiso oficial para el traspaso de importantes competencias a Galicia en materia de salvamento marítimo u ordenación del litoral, entre otras, tan importantes para un país cuyo ADN identitario está esencialmente vinculado al mar.
Y si no existe ese documento, no hay "acto administrativo", condición imprescindible para poner en marcha cualquier iniciativa en el laberinto legal de la burocracia española.
Lo que queda es el vacío. Así que el joven Quin sigue sin entender -"nadie acierta explicar", dice él- el cambio de rumbo que experimentado el Gobierno central en todo cuanto se refiere a la política autonómica del Gabinete Zapatero. Francisco Jorquera, coordinador del Bloque, echa mano de los viejos mitos tradicionales: "No habrá documento, pero está la palabra dada", dice el senador que aspira a sustituir a Francisco Rodríguez al frente de la delegación nacionalista en el Congreso de los Diputados: "Aquí sobran las excusas", insiste: "Es necesario cumplir la palabra dada". Ahí le duele: hay una pérdida de credibilidad que, lejos de aclarar las relaciones ­PSdeG-BNG, las enturbia.
En círculos nacionalistas se habla de "inseguridad política", al referirse a las arenas movedizas que parecen haberse instalado en el debate Compostela vs. Madrid. Si la palabra de un ministro puede ser sometida a almoneda con tanta facilidad, ¿dónde se encuentran los anclajes del diálogo? Se dice que todo es por culpa de la cita electoral de marzo y que, tras los comicios generales, Zapatero volverá a la senda abierta el día 28 de febrero de 2007 por el ministro Sevilla. Pero ya no será lo mismo. La marcha atrás decretada por el inquilino de la Moncloa ha introducido un factor de perversión en el sistema que será muy difícil enmendar. El alaricano no las tiene todas consigo.
CANGREJO ERMITAÑO
La agenda perdida de Quin
El vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, comienza a echar de menos aquellos días de borrasca en que Antón Losada le desbrozaba la senda en la selva política de Madrid. El sucesor de Antón, Javier Ferreira, pulcro y meticuloso como un cangrejo ermitaño, no consigue abrir un hueco en el ruedo ibérico. Hoy por hoy, uno de los problemas más acuciantes del joven Quin le viene de no disponer de una agenda de contactos políticos de alto nivel en la capital del reino .
PAPEL CUCHÉ
Los misterios del coronel
Hablando de agenda y de contactos perdidos, en ámbitos del nacionalismo galaico sorprende -ahora que abandona el Congreso y regresa a Compostela para hacerse cargo de la intendencia ideológica del Benegá- el número y la prestancia de las relaciones que últimamente mantiene Francisco Rodríguez en Madrid. De un tiempo a esta parte se le ve en lugares y escenarios que antes jamás habría pisado. Se codea con representantes de la derecha, del centro y de la izquierda españolista. Lejos, aquellos días, en que parecía huir de los flashes y del papel cuché como si fuesen trampas urdidas por el diablo. Hubo une época en que Rodríguez, secretario general de la U, fue considerado como uno de los diputados más extraños y menos comunicativos de palacio de la carrera de San Jerónimo. Hoy, muchos que le conocieron entonces, están sorprendidos por el cambiazo experimentado por el dirigente nacionalista. Un misterio .

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