martes, octubre 02, 2007

Xavier Navaza, Esta es la paz del alaricano

martes 2 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
Ésta es la paz del alaricano
Nadie, en su sano juicio, se atrevería a poner en cuestión la paz que el alaricano ha impuesto sobre el Bloque Nacionalista Galego. Por eso han sido tan importantes los silencios durante la celebración del XXV Aniversario de la asamblea fundacional de la gran coalición. Sin embargo, ha habido gritos -apagados con la sordina de las circunstancias- y susurros de agonía tras las bambalinas del frontón de Riazor.
Si a alguien se le hubiese ocurrido poner en entredicho el statu quo de Anxo Quintana y quienes con él comparten los laureles del poder, de la masa asamblearia surgiría el anatema: Benegá, Benegá, Benegá... es el abracadabra que cierra todas las puertas a cualquier intento individual de sobreponerse a la oleada que trae consigo el decreto de la unidad.
Sonoro ha sido el silencio de Camilo Nogueira y de Alberte Xullo Rodríguez Feixoo, por poner dos ejemplos significativos de la tímida disidencia que duerme agazapada en la fronda humana de la nación. El único que ha osado sugerir una crítica elemental ha sido, una vez más, Xosé Manuel Beiras, aunque el lenguaje del leonado señorito de A Reboraina haya quedado para los criptógrafos cuando hizo un llamamiento a la memoria y a la "reunificación" del soberanismo en nuestro país.
Los peor pensados han interpretado su quiebro como una denuncia de ruptura oculta tras el boato del poder.
Otro que podía haber dicho algo y no lo hizo es Francisco Rodríguez, el coronel de la U, quien sólo en los pasillos insinuó una verónica a la embestida mediática del joven Quin, confesando, con su habitual circunloquio, que su regreso a casa y su abandono del Congreso de los Diputados era irrevocable: a partir del próximo mes de marzo, dijo, se dedicará en cuerpo y alma a engrasar las máquinas de la Unión do Povo Galego... aunque no le haría ascos, si Quintana se lo propone, a una hipotética integración en el selectivo club de quienes ejercen parcelas de poder en el Gabinete que preside el socialista -y españolista- Emilio Pérez Touriño.
Viendo como vimos el sábado a Francisco Jorquera -un peso pesado de la Upegá y coordinador ejecutivo de la gran coalición- guardándole las espaldas al vicepresidente de la Xunta de Galicia, pocas dudas pueden quedar sobre el futuro.
Lo que viene, si las urnas son propicias y don Emilio sigue necesitando el concurso de los nacionalistas galaicos para seguir habitando los salones de la residencia de Montepío, es una repetición de lo sucedido hace veinticinco años en Riazor.
Entonces, la marca de fábrica tenía el rostro de Beiras. Ahora es el alaricano quien monopoliza la puesta en escena ante los focos. Pero tanto antes como en la actualidad se mantienen los mismos jinetes al pescante. Gracias a la capacidad organizativa y, por tanto, gracias al poder orgánico de la U, ha habido veinticinco años de paz entre las huestes del nacionalismo.
Y así seguirán las cosas durante un cuarto de siglo más... si los petrucios de la nación le dan aliento y alas a la nomenklatura. Sorprendente, en fin, fue la mano en el pecho de algunos de los lanzarotes, imitando un gesto que hizo popular Xosé Cuiña en aquellos días en que el barón del Deza asistía a los mítines asamblearios de Nogueira. He ahí, si quieren, un signo del giro que se está operando en el seno de la gran coalición.
EL DESAFÍO VASCÓN
De nuevo el milenarismo
Entre las frases que el lendakari Juan José Ibarretxe dejó caer sobre la lona figura ésta: "El pueblo vasco tiene siete mil años de existencia y dentro de dos mil años este pueblo seguirá existiendo y hablando nuestra lengua". En otro momento, añadió: "Nos tienen que brillar los ojos, hay que estar ilusionados". Debió de haber dicho "iluminados" para que su discurso cuajase en el sospechoso e inquietante milenarismo que este fin de semana vagaba por las campas de Euskal Herria .
LA "PERFIDIA" DEL LEONADO
Aleteo de viejas sensaciones
Xosé Manuel Beiras esperó al domingo para desahogarse de las voces reprimidas el sábado, en el frontón de Riazor. En Ferrol se sumó a la emergencia popular desatada en la ría contra la planta de Reganosa y criticó con dureza a Anxo Quintana y a sus conselleiros, pero también a la cúpula del Benegá en la comarca, encabezada por Francisco Rodríguez. No citó a ninguno de ellos en particular, pero todos le entendieron a la perfección cuando se refirió al cambio de posiciones instalado en el vientre del Benegá y al paulatino abandono de las luchas sociales que hace décadas forjaron el nacimiento del nacionalismo en nuestro país. Acusó al establishment del BNG de "alevosía", lo cual es tanto como decir "perfidia" e incluso "traición" para quienes han hecho de la palabra un signo de rebelión. Hoy se reúne un grupo de conjurados en Compostela y en el aire se siente el aleteo de viejas sensaciones domadas por la irresistible ascensión del joven Quin al poder .

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