lunes, octubre 08, 2007

Xavier Navaza, El bolero del baron rampante

martes 9 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
El bolero del barón rampante
Como en el viejo bolero, el aún senador y ex presidente de la Diputación Provincial de Lugo, Francisco Cacharro Pardo, insiste en que está que se va, que se va, que se va... pero no se ha ido. Y los populares, de modo especial su sucesor al frente de las huestes lucenses del PPdeG, Xosé Manuel Barreiro, no las tienen todas consigo: "Cuando, como yo, se lleva tantos años en política, es muy difícil vivir al margen", confiesa el barón rampante de la Galicia interior ante los micrófonos de Radio Galega.
Así que continuará afrontando la vida "con visión política", aunque no ejerza ningún cargo institucional. Quienes le conocen bien aseguran que no hará como el ex alcalde socialista Francisco Vázquez, quien, salvo alguna que otra carta enviada por los casi clandestinos correos del zar, apenas se inmiscuye en las peripecias que Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana protagonizan al frente de la nave ­autonómica de Galicia.
Mucho menos como Xosé Cuiña, cuyo silencio y discreción tiene a la guardia de corps de Alberto Núñez Feijóo haciéndose cruces, sumidos en la incredulidad. Y si se fijan en las bancadas nacionalistas, pues más de lo mismo: el mutismo de Camilo Nogueira y de Xosé Manuel Beiras -que sólo rompe periódicamente con sabrosos y nostálgicos artículos en Galicia Hoxe- son ya patrimonio de los clásicos.
Pero Cacharro Pardo está hecho de otra madera, ya lo ha dicho él: es muy difícil vivir al margen antes de la movida, así que -para combatir el mono- sugiere que a lo mejor sería aconsejable que en el panorama político de Galicia "hubiese un partido capaz de entenderse con el PP". Si los chicos de Radio Galega le hubiesen tirado de la lengua, hablando, tal vez, de la Coalición Canaria o de la Unión del Pueblo Navarro, tal vez consiguiesen arrancarle algo más al enigmático barón de la Galicia interior. Pero no lo hicieron y, a cambio, le permitieron que se chulease por las campas de la mala memoria ejerciendo como arúspice mayor del reino.
Cacharro sostiene ahora que fue él quien aconsejó a Manuel Fraga que no adelantase las elecciones y esperase al último día de la VI Legislatura, en octubre de 2005: "Estoy seguro de que, si espera al otoño, Fraga vuelve a revalidar la mayoría absoluta". Los otros, dijo, los que aconsejaron la anticipación de los comicios, fueron traidores que querían darle "un simbólico tiro en la nuca". Muy fuerte.
La realidad, sin embargo, es mucho más prosaica.
Los sondeos que periódicamente llegaban a la residencia de Monte Pío en la primavera de 2005 señalaban, inexorablemente, como si se tratase de una lluvia fina y persistente que iba calando en la ciudadanía, que el PPdeG iba perdiendo apoyos de semana en semana.
El veterano león de Vilalba, para entonces, ya había sido dado por muerto -políticamente hablando- por sus adversarios, pero también por muchos de los suyos, en especial por Mariano Rajoy, al menos en dos ocasiones: la primera, a finales de 2002, cuando sobrevino la tragedia del Prestige y Fraga sintió miedo a salir a la calle para tratar de hablar con aquella marea de ciudadanos airados que invadían las calles del país.
La segunda, en el otoño de 2004, cuando sus herederos, como en la tópica Galicia antañona descrita en los cronicones, se disputaron ante él la herencia de la Casa Grande del PPdeG, en medio de frases de grueso calibre y acusaciones de corrupción y malicias sin cuento.
Fraga, próximo a cumplir 83 años, con tres operaciones quirúrgicas y varios desvanecimientos a sus espaldas, estaba dispuesto a dar la batalla una vez más: "Moriré en el ruedo, como los grandes toreros", dijo. Y después, ante los periodistas: "He matado un corzo a 350 metros de distancia; conviene que todo el mundo tenga esto presente, porque la supuesta incapacidad que algunos me han atribuido es relativa".
POR EL CAMBIO
González no está para festejos
Asombro bajo los soportales de la nación. En el sanedrín del ­PSdeG no dan crédito a la negativa de Felipe González a participar en la celebración del 25º aniversario de la gran victoria socialista, en las elecciones del día 28 de octubre de 1982. José Luis Rodríguez Zapatero y su secretario de Organización, Pepe Blanco, habían previsto una velada por todo lo alto, pero Felipe dejó caer que "no está para celebraciones". Sí, se abrazan en los mítines, pero hay llanto y crujir de dientes en la fronda .
QUIN, "EL ALQUIMISTA"
El Gobierno gallego no mitinea
Anxo Quintana aprende con rapidez en el manejo de las alquimias del poder. Ha estado exquisitamente diplomático al analizar las palabras de Emilio Pérez Touriño en Buenos Aires, donde prometió que en diciembre los nietos de la diáspora tendrán la nacionalidad española y, con ella, "todos los derechos" derivados de esta condición. A cambio, ha dejado que hablen dos de sus más directos colaboradores: el portavoz de Emigración del Benegá, Iago Tabarés, y el pico de oro de la gran coalición en la Casona del Hórreo, Carlos Aymerich. El primero le ha recordado a don Emilio que el proyecto de la Ley de Adopción Internacional, que incluye la nacionalidad para los nietos, no entrará en vigor hasta un año después de su publicación en el BOE. Como muy pronto, accederá a la nacionalidad en diciembre, sí, pero de 2008. Aymerich fue más expeditivo, como es habitual en él: "El Gobierno gallego no da mítines", pero lo de Buenos Aires le ha sabido "a mitin del PSOE" .

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