lunes, octubre 08, 2007

Meadita, ruidos, pistas de hielo y gin tonics

martes 9 de octubre de 2007
DEMETRIO PELÁEZ CASAL
AILOLAILO
Meaditas, ruido, pistas de hielo y gin tonics
Las meadas no dañan el patrimonio, y además, cuando uno se acostumbra a ellas, hasta huelen bien. De hecho, muchos vecinos del casco histórico ya no sabrían vivir sin esnifar de vez en cuando esa atrayente fragancia que emana de los callejones después de cada noche de movida.
El infernal ruido nocturno, con griterío, zambombas y tamboriles incluidos hasta las siete de la mañana, también sienta de maravilla a la zona monumental, especialmente a unos residentes que ya sólo piensan en hacer las maletas y emigrar hacia esos nuevos barrios de bloques de pisos clónicos y farolas con look albanés. Allí, dicen, es posible descansar entre las 12 de la noche y hasta las 8 de la mañana y los currelas salen medianamente frescos de casa con destino al tajo, no como los de la plaza de Cervantes y alrededores, que más bien parecen psicofonías andantes. Además, ya pasan hasta de quejarse, porque la opinión pública -en realidad sólo los cuatro listillos que han logrado erigirse en jurado popular- les exige que sean tolerantes con el follón y la guarrería, o de lo contrario pueden ser tachados de fascistillas, represivos o cualquier lindeza por el estilo. Son ellos, en suma, y no los alborotadores, quienes deberían cursar Educación para la Ciudadanía y aprender a comportarse como terrícolas sostenibles y globalizados. Manda huevos, pero la cosa es así.
Lo que al parecer no le sienta bien al casco histórico es soportar una instalación como una pista de hielo artificial durante los días de Navidad, aunque existía el compromiso, por parte de la asociación responsable del tingladillo, de presentar un proyecto absolutamente respetuoso con el entorno de la zona elegida para montarla (la plaza de A Quintana). El caso es que la iniciativa no cuenta con los parabienes del Ayuntamiento y todo indica que nadie intentará buscar un camino intermedio para hacer realidad un proyecto que tenía muy buena pinta.
Ciertamente, es muy probable que la plaza de A Quintana, que tantos cientos de escenarios de muchas toneladas ha albergado, tanto de músicos como de políticos en pleno fragor electoral, no sea el lugar más adecuado para instalar la pista de marras, pero también está claro que la solución no es instalarla en la atractivísima plaza (jue, jue)de Salgueiriños (donde antes estaba el viejo mercado de ganado), ni tampoco, como otros años, en Amio. Allí ya estuvo y el panorama general no podía ser más desolador, menos acogedor, como corresponde a una carpa montada a toda prisa en medio de ninguna parte y en cuyo interior, para colmo, ni siquiera te daban la opción de tomar un café calentito mientras tus churumbeles pequeños se descornaban entre tanto maldito témpano. Para aguantar semejante plan, mejor es quedarse en casa y ahogar las penas en gin tonic. Con mucho hielo, of course. Y los anacardos que no falten.

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