jueves, octubre 04, 2007

Valentin Puig, Lo que no sale en "Blade Runner"

jueves 4 de octubre de 2007
Lo que no sale en «Blade Runner»

VALENTÍ PUIG
MUCHO futuro estaba previsto en «Blade Runner», pero ahí no aparecía el teléfono móvil, del mismo modo que en la novela «1984», escrita por Orwell en 1949, la gran pantalla tutelaba la existencia de todos, cuando hoy lo que ocurre es que con el mando a distancia controlamos la gran pantalla. Vuelve «Blade Runner» en versión completa, después de un cuarto de siglo del estreno. Aquello fue un agobio deslumbrante y oblicuo, concebido en la novela «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» de Philip Dick, un sujeto loco de atar, de una imaginación estelar. La acción transcurría en el año 2019.
En los doce años que faltan para entonces, no es previsible que nos pongamos al día de lo que imaginó Philip Dick y que Ridley Scott llevó a la pantalla hasta apabullarnos. Lo que ocurre es que la caza del androide infiltrado en nuestro planeta desde bases extraterrestres tiene por sustituto actual la identificación de terroristas por ADN y por pantallas de perfiles. Bin Laden anda suelto y no hay quien le encañone con el tubo láser. No hay colonias espaciales como remedo de las islas Seychelles. En fin, hasta ahora lo más parecido a una oveja eléctrica ha sido el balido de la oveja Dolly.
Afortunadamente, a inicios del siglo XXI no ha estallado la guerra mundial que había devastado la Tierra en «Blade Runner» y lo más próximo al apocalipsis es la versión más lúgubre del cambio climático, pero proliferan las armas de destrucción masiva y los estados fallidos con capacidad para inducir a un desequilibrio de poder que provoque una anarquía universal. El contraste más curioso entre «Blade Runner» y nuestro presente es que la tecnología más bien contribuye a la libertad. Lo saben los disidentes cubanos, comunicados con el mundo libre por teléfono móvil. Lo sabe la oposición birmana, presente en internet. Lo saben quienes escuchan la libre radio de onda corta en cualquier confín sojuzgado de nuestro mundo.
El futuro post-humano no es un horizonte que ya esté dibujado y que sea inapelable. Eso es lo que no sale en «Blade Runner», sea en la primera o la segunda versión -escaneada digitalmente y de alta resolución, según las noticias- que pronto veremos en España. En esta segunda versión queda del todo claro que el policía atrapa-androides es él mismo un replicante. Una vuelta más a la tuerca de un futuro entre pesadillas. Veinticinco años más tarde, ni el final de la película es ya el que conocemos. Quién sabe hasta qué punto el nuevo final será ciencia-ficción o trama realista cuando se cumplan los próximos veinticinco.
Las telecomunicaciones son capaces de abrumar a cualquiera, pero hay siempre un ser humano que está a cargo del teclado o de la sala de controles. Para el cibernauta, los flujos de información pueden parecer excesivos, pero tiene la posibilidad de recurrir a servidores y filtros de confianza. Frente al Gran Hermano que controlaba los pasos de todo ser humano, es el ser humano quien le da al mando a distancia y elige entre la salsa rosa, la BBC o Al-Jazeera. Ese abanico de opciones no es poca cosa. La tecnología amplía opciones, da nuevas oportunidades, ayuda al individuo a deslindarse de la masa. También le masifica si a eso opta. Esa es la libertad que, al final de todas las avenidas de futuro, nunca será para los androides o replicantes. Si en «1984» la telepolicía del pensamiento podía usar sus pantallas para imponer el totalitarismo, en el mundo de hoy millones de televisiones parpadean con el objetivo contrario: dar mejor información, hacer posible una ciudadanía más ilustrada. En internet hay algo más que pornografía y cibercasinos, salvo si caemos en el reduccionismo de un futuro según el patrón de «Blade Runner». Siempre ha sido así, y con Gutenberg alcanzaron su difusión tanto los Evangelios como el «Mein Kampf» de Hitler. La conducción irresponsable provoca accidentes mortales y, al mismo tiempo, las ambulancias han salvado muchas vidas. En el año 2019 sabremos en qué acertó «Blade Runner». Por ahora constatamos que no incluyó el teléfono móvil, el «sudoku», los SMS, la viagra o las novelas de templarios.
vpuig@abc.es

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