lunes, octubre 15, 2007

Urbaneja, Zapatero, a piñon fijo

martes 16 de octubre de 2007
Zapatero, a piñón fijo Fernando González Urbaneja

Sonríe con pícara timidez, bracea, balancea el cuerpo, mueve los ojos y responde lentamente, con digestión de rumiante, con exposición circular que parece no acabar, que no quiere acabar. Es el presidente Zapatero exponiendo como a menos revoluciones de las esperadas, como pensando lo que dice, como buscando palabras precisas que no llegan rápido y como si las ideas anduvieran en fase de cocción. Compareció en el Foro de ABC con Zarzalejos como inquisidor (al que se empeñó en llamar Javier, que es otro de los Zarzalejos, pero no el que le iba a interrogar) en el papel de inquisidor.
Lo habitual en ese tipo de foros, frecuentes en los países serios, es que el invitado desgrane unas conclusiones durante no más de quince minutos para luego responder, con buen ritmo, a una treintena de preguntas a razón de no más de dos minutos para cada una de ellas. Así, en poco más de una hora el personal se va con alguna idea o sensación nueva. La audiencia suele ser numerosa, educada e interesada, no abuchean (aunque en ocasiones no les falten ganas), aplauden con entusiasmo contenido o sin entusiasmo y se ponen nerviosos (el tiempo vale mucho dinero) cuando se sobrepasan las dos horas al mediodía (de 14.00 a 16.00), o una hora a la mañana (de nueve a diez).
Pero los presidentes van a su ritmo y administran su tiempo a voluntad. Zapatero ayer consumió más tiempo del previsto, no tenía prisa ante el asombro de Zarzalejos, que reiteraba, un tanto receloso: tendrá usted prisa, ¿no? Y no tenía prisa. Desgranó una intervención-balance durante casi una hora en la que revisó su actuación con altas dosis de autoestima y sin el más leve asomo de crítica o desazón. Lo que dijo lo sabían de sobra todos los presentes, que miraban el reloj en busca del punto final.
Y en la hora posterior preguntas y respuestas, con la emoción de ver cómo el presidente se zafaba de las críticas expresadas en forma de pregunta y repregunta por el director de ABC, cuyo pensamiento crítico hacia el presidente del Gobierno es de sobra conocido por sus lectores.
Zapatero argumentó sus discrepancias y expuso su posición, primero con más concisión de la habitual en él (debían haberle aleccionado) y finalmente con la táctica circular a la que se abandona cada día más. Las explicaciones de Zapatero se pueden compartir o rechazar pero tienen una lógica y un hilo conductor, con más matices que los que trata de presentar con simpleza mecánica la oposición. Quizá lo mejor para Zapatero es la oposición, los abucheos que asume como evidencia y las descalificaciones personales que le dedican gentes tan previsibles como Acebes, un aliado impagable que moviliza los votos dudosos del socialismo en el poder con más diligencia y eficacia que los propios titulares del puño y la rosa.
Zapatero va a piñón fijo hacia unas elecciones que serán el 2 o el 9 de marzo, con elogios a Solbes como el sosegado profeta que acierta en las previsiones (no como el FMI) y negándose a admitir como posible lo que Ibarretxe considera deseable o necesario.
fgu@apmadrid.es

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