miércoles, octubre 03, 2007

Urbaneja, Quiebras y derrumbes

jueves 4 de octubre de 2007
Quiebras y derrumbes Fernando González Urbaneja

Que ese grupo inmobiliario valenciano llamado Llanera lo iba a pasar mal, que era de los primeros de la lista de candidatos a caer, era público y notorio para cualquier iniciado en el negocio. Un grupo nuevo (no por ello débil) y sin base sólida, un grupo sustentado en vender expectativas, lo que no existe y con unos activos (suelo en bruto) de muy dudoso valor, menos aún en un cambio de ciclo a la baja.
Los financiadores de Llanera no pueden llamarse andana, financian riesgos y los riesgos dan disgustos. Era el grupo con menos defensas, más sensibles a la exposición financiera, como lo están a la gripe los que tienen menos defensas.
El boom inmobiliario ha sido excepcional, inimaginable, construir 900.000 viviendas en un año, más que en cualquiera de los grandes países europeos, incluso que varios de ellos juntos, es excepcional y no sostenible. Y quien no lo supiera o imaginara es que no había meditado unos segundos. Otra cuestión es que no había que perderse la fiesta y que decidir la hora de poner término a las copas no es fácil de determinar. Apurar la vela hasta que queme es una tentación y pasarse, quemarse suele ocurrir.
Llanera no puede pagar y sufren los acreedores comerciales, los cientos de empleados, de comerciales, que se quedan sin producto a vender, y también y finalmente los acreedores financieros, que se apresuran a decir que tienen garantías pero que es más que probable que tendrán que intervenir antes o después y poner orden en ese desastre anunciado. De las crisis inmobiliarias salen mal, sobre todo a corto plazo, bastantes actores de la obra, y la cuenta final la endosan las entidades financieras.
Vamos a conocer más crisis inmobiliarias, de pequeños que no harán mucho ruido, de medianos que se harán notar y de alguno de los renombrados que no podrán hacer frente a los compromisos porque les atropellará la coyuntura.
Y junto a las quiebras, los derrumbes; por ejemplo, el de Vueling (vaya nombre), cuyos accionistas son cualquier cosa menos ejemplares y donde se demuestra que los aprendices que creen saberlo todo pueden conducir los proyectos al vuelo aunque su negocio sea volar. Ésa es otra crisis que se venía venir, vendían humo, duros a tres pesetas, fueron a la Bolsa con manifiesta inmadurez y ligereza y ahora la realidad les coloca en su sitio. Las quiebras y los derrumbes forman parte del paisaje, de un sistema de riesgos e iniciativas, que además sirve para aprender.

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