domingo, octubre 21, 2007

Urbaneja, Abrochense los cinturones... volamos

domingo 21 de octubre de 2007
Abróchense los cinturones... volamos
FERNANDO GONZÁLEZ-URBANEJA
ALGO más de 23.000 aviones trasportan al año por el mundo a unos 2.000 millones de personas con crecimientos del 6% en el último semestre. Un negocio que va a más, en el que compiten 2.000 compañías cuyos aviones aterrizan y despegan en o de 3.700 aeropuertos. Unas compañías que este año ingresarán casi 500.000 millones de dólares (casi un tercio destinado a pagar el combustible para los aviones) que dejarán unos beneficios netos de poco más de 5.000 millones, el 1% de la facturación, un «margen de mierda» dice un directivo del sector.
El transporte aéreo es uno de los negocios más globales y avanzados del mundo, pero también uno de los más complejos: abierto, con creciente competencia, pero también regulado hasta en los detalles, sometido a inspecciones técnicas oficiales rigurosas, a un régimen sancionador contundente, a licencias de vuelo que pueden ser arbitrarias y a unas exigencias de seguridad agobiantes e incluso disuasorias. Un negocio que necesita innovación permanente, que se transforma cada día y que contribuye a la productividad de los demás.
Un veterano ejecutivo dice que «no da ni para pagar los aviones, que se sostiene basado en una deuda que algún día no se pagará», pero no es óbice para que atraiga capitales y a capitalistas experimentados. Otros muchos negocios, por ejemplo el transporte interurbano en autobús, son más rentables e implican menos riesgos, pero no faltan grandes inversores dispuestos a añadir en su cartera unas acciones de compañías de aviación.
De las 2.000 compañías, una veintena actúan como pioneras y protagonistas, en un inestable equilibrio por la presión de nuevos competidores (con precios a la baja), que inciden en segmentos de mercado emergentes o maduros para morder sin tregua los márgenes del negocio. A esos factores de competencia se unen otros que vienen dados. Pocos sectores se ven más afectados por el entorno como los viajes en avión, es uno de los gastos familiares que antes se resienten cuando la economía se encoje. Pocos están tan sometidos a variables no controlables como el precio de las materias primas (el petróleo) o la suerte de las monedas, tipos de cambio y de interés. Tampoco es menor la incertidumbre que es para los clientes el misterio de volar, el azar de la climatología y el arcano de la puntualidad.
Por todo ello en el negocio aéreo innovan como pocos, especialmente en el marketing y en la gestión de costes, en el misterio de los precios y el arcano de la sobreoferta. Pocos irritan tanto a los clientes y ninguno hace una oferta tan abierta y elegible. Y además tienen que gestionar artistas como los pilotos y lidiar con funcionarios muy preocupados por no incurrir en responsabilidad. Si va a meterse a gestionar transporte aéreo, empiece por abrocharse el cinturón, que el camino está lleno de curvas y baches.

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